viernes, 15 de julio de 2011

SODOMIZACION MATRIMONIAL

Esa noche esperé muy ansiosa a mi esposo, no había nadie en casa, y queriendo aprovechar que estaríamos solos me preparé para recibir a mi marido coquetamente con un corpiño y una tanguita pequeñísima, pero él llegó, muy ebrio. Intenté animarlo pero se durmió casi de inmediato. La verdad es que yo estaba que ardía por ser penetrada. Intenté dormir, me acosté boca abajo y mi mente empezaba a fantasear. De pronto sentí que una mano recorría mis nalgas, supe que mi marido ya se había animado, a mi no me importaba que estuviera borracho, quería su verga. Abrí un poco las piernas para dejarle el camino libre, sus dedos exploraban mi vagina a través de la tanga, otra mano acariciaba mi espalda y nalgas mientras los dedos de otra hacían a un lado la tanga para entrar en mi raja. Me extrañó que mi esposo me masturbara de esa manera, es más, casi no me acariciaba, esas manos hacían un trabajo experto. Mi vagina estaba inundada de jugos, sentí que subía colocándose detrás de mí, me quitó la tanga, siguió con sus manos masturbándome, yo movía en círculos mis nalgas de lo caliente que estaba. Levantó mis nalgas, sentí una lengua en mi vagina que me hacía ver estrellas, su boca y lengua recorrían toda mi zona erógena, desde el clítoris hasta el ojito del culo, donde nunca una lengua había estado. Pensé que me la metería pero no, me volteó y sin dejar de mamar mi chuchita se colocó sobre mí, haciendo el 69, empecé a mamar su verga como loca, no era experta pero estaba perdida en la calentura. Seguía dándome gusto con su lengua hasta que me vine y mucho, fue un orgasmo tan largo que gritaba despacito, no me podía controlar, su lengua me había hecho explotar. Me dolía mi chucha por ese orgasmo tan intenso. Me volteó boca abajo, se colocó detrás de mí, sentí en mi espalda el roce de sus de vellos. Pasó su verga por en mi raja varias veces, y en cada pasada me punzaba delicadamente el ano, yo ansiaba que me la metiera otra vez, pero no por ahí, lo había intentado un par de veces antes pero yo no lo había consentido, nunca lo conversamos y yo supuse que él había aceptado mi negativa. Por eso esta vez pensé que solo era una manera de excitarme y que después volvería a lo normal, pero él alargó el momento volviéndome loca, me desesperé esperando la penetración. De repente el tremendo falo se abre camino en mis entrañas, la fuerza con la que me cogía era tanta que casi de inmediato otro orgasmo nubló mi pensamiento. Quedé sin aliento, mi mente se nubló y me entregué a lo que viniera. Sin venirse sacó su verga, lamía mi culo y llenaba de jugos mi culito. Metió un dedo, luego su verga volvió a entrar por ahí, tenía miedo del dolor pero yo ya no quería pelear o gritar, fue complaciente, poco a poco me la metía, al mismo tiempo que su mano acariciaba mi clítoris, esa sensación me pareció tan rica que no me importó darle mi virgen culo. Cuando sentí que más de la mitad había entrado a mi ano, se detuvo, me relajé un poco y de pronto un dolor lacerante que me hizo llorar de dolor y placer. No supe cuanto pero llegó el momento en que de dolor no había nada, y el placer de sentir en mi culo una verga mientras me masturbaban el clítoris me estaba volviendo loca y porqué no decirlo, bien puta. Estando detrás de mí, se paró agarrándose de mis nalgas, su verga entraba toda, mi culo ya lo sentía dormido y también tan abierto que cuando la sacaba toda imaginaba que me dejaba vacía, me excitaba, me estaba volviendo putita. El ritmo creció, la sensación de sentir una verga en mi culo entrando y saliendo provocó un tercer orgasmo que casi me desmayo, de repente escuché un gemido de placer, se estaba viniendo en mi culo, casi en ese momento mi venida me estaba perdiendo en la locura. Al terminar se quedó un rato dentro de mí, me recosté sin sacar su verga, me puse de lado, no hablamos, no sabía que decir, levanté mi mirada y ahí estaba borracho, durmiendo otra vez. Yo me quedé llorando, no sabía si de felicidad o de rabia por haber dejado que el cabrón me sodomizara, pero estaba demasiado caliente. Al otro día, mi marido se comportó igual que siempre, como si nada hubiera ocurrido. Y es algo que le agradezco. Aunque pasaron varios días sin volver a estar con él.

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