sábado, 16 de julio de 2011

MI MADRE Y MI ERECCION 2

Pero al cabo de cinco días, el Urólogo quería ver una muestra de mi semen para ver las secuelas. Para eso fui al Hospital, acompañado de mi madre. Una enfermera de bastantes años me pasó a una sala para que yo mismo me masturbase, pues la muñeca derecha ya la movía bien. Me dio un baso de plástico, unas revistas porno, y me pasó a una triste y fria sala. Obviamente, ni una gota. Pasados 20 minutos, me dijeron que mejor lo dejábamos para otro día pues seguramente ése estaba yo nervioso. Al día siguiente volví a intentarlo pero tampoco, ni una erección. Al tercer intento, mi madre estaba muy toda preocupada, pues parecía que había una secuela.

- ¿Qué, hijo?, ¿Tampoco nada hoy?

- Nada, horroroso, lo intenté casi media hora pero ni se me empalmó.

- Pues el pasado Lunes tuviste una erección conmigo, ¿No?

- ¿Aun lo preguntas?. Tú misma la tocaste.

- Ya, ya, no me lo recuerdes. A ver si mañana puedes que esto empieza a ser muy preocupante.

Era el cuarto día, y mi madre estaba detrás de la puerta muy ansiosa porque su pequeño lo estaba pasando mal. A los 15 minutos su ansiedad la venció y acabó golpeando la puerta y entrando en la sala. Ella con una bata blanca y yo sólo con el calzoncillo puesto.

- Jaime, cariño, ¿No consigues echarlo?

- Nada, mami. Hoy tampoco y estoy muy asustado. ¿Me pasará algo?

- Bueno, tampoco te angusties. Aunque me extraña, si en la habitación te erectaste, no sé por qué aquí no.

- Por favor, mamá, igual es eso, …, ¿No podrías ayudarme tú?

- ¿¿¿ Yooo??? ¿Estás loco? ¡ No puedo hacer esas cosas !.

- Por favor, lo que te pido es ayuda, nada más.

- ¿Cómo voy a masturbar a mi hijo? ¡ Que animaladas dices !

- Mamá, es como si me dieras crema. Ya me tocaste los genitales 10 días, ¿Qué más te da uno más uno menos?. Además, mira cómo estoy algo erecto simplemente con tu presencia. [Me bajé los calzoncillos y mostré a mi madre una incipiente erección].

- Cielo, esto es una locura. A ver, déjame ver.

Con sumo cuidado, mi madre palpó mi pene y sonrió levemente al ver que tenía una erección, que el problema podría curarse. Se agachó delante mío y así pude ver nuevamente ese escote precioso que empalmaba más y más mi pene. Mi madre me bajó del todo la piel del prepucio y empezó un movimiento de sube y baja que ya se asemejaba a una masturbación. Dejaba de comportarse como una madre normal y actuaba como una madre "especial" empujada por las circunstancias.

- Bueno, Jaime, acabemos con esto pronto. Vamos a salir de dudas porque yo tampoco aguanto otros días de preocupación. Pero por lo que más quieras, ni una palabra de esto a tu padre.

Mi amor, mi madre, se quitó la bata y quedó con un top negro algo escotado. Sin poder mirarme a los ojos, acercó, agachada, su cabeza a mi vientre, y así empezó a masturbarme muy lenta y suavemente. Ninguno de los dos hablaba. Éramos conscientes de que rompíamos un tabú y cruzábamos una puerta peligrosa. Me sorprendió cuando empezó a besarme la barriga, alrededor del ombligo. Ella sabía cómo empalmar a un hombre, en esa ocasión peculiar, a su propio hijo, y lo que quería era que esa escena acabase lo antes posible. Movido por ese momento en el que ya poco o nada importa, mi mano derecha acarició como pudo, de hurtadillas, el pecho de mi madre, por encima de su ropa. Fue sólo unos fugaces segundos.

- No, cariño, eso sí que no, no puede ser. Eso no.

- Perdona, mamá, fue la excitación.

- No te preocupes, mi amor, venga, cielo, córrete.

En ese instante eché un inmenso chorro que como pudo, mi madre recogió acalorada en el frasco de muestras. Ninguno habló pues sobraba todo. No nos miramos, pues estaba todo dicho. Ni siquiera nos dimos cuenta que al salir los dos juntos, tras varios minutos los dos dentro de la misma habitación, acalorados, muy acalorados, jadeantes todavía, con el semen muy caliente, era obvio que algo pasó allí dentro, y todos los que nos vieron salir juntos supusieron lo impensable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario