martes, 12 de julio de 2011

COMPLICES INCESTUOSOS

Tengo 42 años y estoy divorciada hace ya varios años. Soy una mujer muy casera y tímida, por lo que no he vuelto tener una pareja desde mi separación. Soy más bien gordita, de pelo negro hasta los hombros. Mis tetas son muy grandes y ya algo caídas, las areolas de las mismas son muy amplias y oscuras. La mayoría de mis amigas se depila el pubis, pero yo no, y mi triángulo de pelos en el pubis es muy espeso, nunca lo corto en lo largo, solo lo recorto en los lados. Tengo muy buenas caderas y un culo grande, salido un poco para fuera. Mi marido se calentaba mucho con mi cuerpo, tanto que muchas veces me hacía caminar completamente desnuda o con portaligas y medias negras por la habitación mientras él se hace pajeaba, esto hacía que yo me calentara hasta tener que pajearme también. De hecho cuando estaba casada, podían pasar varios meses que mi marido no me penetraba como a mí me gustaba; a decir verdad le gusta mas pajearse mirándome y toqueteándome que cogerme. Tengo un solo hijo de 15 años. Todo empezó un día jueves. Eran las nueve de la mañana y estábamos en casa mi hijo y yo solos. Normalmente se despertaba a esa hora pero algunas veces lo despertaba yo. Ese día tuve que despertarlo. Entre a su cuarto, encendí la luz y me dispuse a despertarlo cuando note que por la parte superior de su calzoncillo asomaba la cabeza de su verga, colorada y brillante. No tenia la verga dura pero igual me di cuenta de su magnifico tamaño. Inmediatamente se me empapó la chucha con mis flujos y el corazón empezó a latirme con más fuerza. Tuve que hacer un esfuerzo para no masturbarme ahí mismo pues noté que instintivamente mis manos se dirigieron a mi entrepierna para sobarme el clítoris. Desperté a mi hijo y salí de su cuarto apresuradamente. Pasaban los días y miraba a mi hijo con otros ojos, recordando constantemente su pene asomando por arriba de su calzoncillo. Me alarmé un poco la vez que, mientras me masturbaba en la ducha, imagine inconscientemente que esa verga de mi hijo se metía en mí, penetrándome y haciendo me gozar. Por esos días comencé a espiarlo cuando se pajeaba en su cuarto, y al mismo tiempo yo también me hacia la paja. El se hacia la paja recostado desnudo en su cama, o a veces mirándose en espejo de vestir que tenia en su cuarto. Pasaban los días libres en su cuarto en esos juegos masturbatorios y yo espiándolo y pajeándome en la ducha. Solía pensar en él, no se porque, yo no quería pero... era inevitable. Para poder espiarlo le decía que tenía que salir por un buen rato a hacer unas compras al centro de la ciudad. Él, creyendo que yo no estaba, se quitaba toda la ropa y se encerraba en su cuarto. Yo, por mi parte, también me desnudaba completamente y me dirigía hasta su cuarto para espiarlo por el ojo de la cerradura. Solamente caminar unos metros por la casa totalmente desnuda me excitaba terriblemente. Mi hijo se encontraba casi de perfil y yo podía ver claramente como se sobaba su verga totalmente erecta frente al espejo mientras yo sobaba mi clítoris, me apretaba las tetas pellizcando mis pezones y me metía los dedos en la chucha. Recuerdo que una tarde en que yo llevaba un buen rato espiándolo, mientras tendido en la cama se sobaba su miembro sobre la ropa, escuché levemente cuando murmuraba: “ay mamá… mamitaaa…”, e inmediatamente se quitó el pantalón y el calzoncillo, tenía una erección enorme y ahí mismo frente al espejo se hizo una soberana paja, imaginando, pensé yo, a su madre desnuda. Yo me agarré una calentura mayúscula y así arrodillada frente a la puerta de su cuarto y totalmente desnuda me pajié metiéndome dos dedos en la concha y sobándome las tetas y las nalgas. Desde ese día me puse mucho mas osada. Una tarde muy calurosa esperé a que mi hijo que llegara del colegio; yo estaba totalmente desnuda en el baño y cuando escuché que él entraba a la casa y subía a su habitación salí del baño y me topé con él en el pasillo. Por supuesto que me hice la sorprendida e inmediatamente me tapé o casi, las tetas y la chucha como pude y pidiéndole perdón por el momento salí corriendo a mi cuarto. Sentí su mirada clavada en mis opulentas nalgas y supe que se iría a su cuarto para hacerse una paja pensándome. Un día de mucho calor estaba yo en la cocina preparando el desayuno. Llevaba puesta a propósito solo una camiseta blanca holgada que me tapaba un par de centímetros por debajo de las nalgas, debajo estaba totalmente desnuda. Llegó mi hijo de su cuarto y le dije que se sentara, que le serviría el desayuno. Luego de que estuviera sentado yo disimuladamente deje caer una cuchara al piso y me agaché a levantarla. Sabía que al agacharme se me vería todo el culo y como no flexione las piernas al hacerlo, buena parte de los pelos de la chucha asomarían por detrás. Me tomé mi tiempo para realizar aquella acción, sabiendo que mi hijo me estaría mirando con atención. Mi intención era, por supuesto, calentarlo. Cuando me incorporé pude ver la cara de sorpresa de mi hijo, pues no se esperaba que su madre se mostrara de aquella forma. No contenta con haberle mostrado el culo y la concha desde atrás, ‘accidentalmente’, al dar el agua del lavaplatos sobre un plato saltó un chorro de agua que me mojó la camiseta justo sobre mis tetas, de manera que esta quedó toda transparente y mis enormes tetas con sus oscuras areolas quedaron ante su vista. Yo bajé la vista haciéndome la sorprendida y diciendo algo así como "uff… que torpe soy..." Note su turbación y sobre todo el enorme bulto que asomaba en su pantalón. Su mirada se dirigía alternativamente entre mis tetas y la pelambrera entre las piernas, pues el agua derramada había hecho que la camiseta se transparentara casi por completo mostrando no solo mis abultadas tetas sino también mi densa champa de vellos oscuros. Al verlo nervioso sin saber hacia donde mirar, le dije: mejor me voy a cambiar la ropa, no quiero que pienses que tu madre te quiere mostrar las tetas, que por el bulto que tienes entre las piernas te excitan mucho. Y sin esperar respuesta me fui a mi cuarto a cambiarme la ropa, me quite la camiseta mojada y admire mi cuerpo, totalmente desnudo, frente al espejo. Me toque un poco la chucha, hurgando los vellos ensortijados con los dedos, admire mis enormes tetas con sus grandes, oscuros y erectos pezones; luego me puse de espaldas al espejo, me agache un poco separando ambas nalgas con las manos, y así pude observar mi oscura flor anal y los labios de la concha... Estaba muy caliente pero no quise masturbarme... por ahora. Me puse las bragas más pequeñas que encontré. Era de color blanco y transparente, solo un pequeño triángulo de un par de centímetros de lado que dejaban al aire todos los pelos negros de mi concha. Por detrás solo una delgada tira que se me metía en la raya del culo, dejando mis nalgas totalmente desnudas. Elegí el corpiño que le hacia juego, también dos pequeños triángulos que a duras penas me tapaban los pezones. Las oscuras areolas quedaban totalmente al descubierto. Decidí ponerme también, pese al calor, portaligas y medias negras. Complete mi atuendo con un diminuto babydoll y me fui al encuentro con mi hijo, dispuesta a todo. Lo encontré en la sala mirando televisión y cuando me vio los ojos se le desorbitaron. Por unos segundos quedo mudo, hasta que reacciono y me dijo:

“Mama como se te ocurre presentarte así delante de mí”

“Así como?”, pregunte yo.

“Así... así, tan... tan desnuda” dijo nervioso.

“No estoy desnuda... bueno por lo menos no totalmente desnuda”.

Dicho esto abrí completamente el babydoll para que mi hijo pudiera ver a su madre con una lencería muy erótica.

“Y no dices nada?” pregunte sensualmente, a la vez que veía como él llevaba su mano a la bragueta para sobarse la verga por arriba del pantalón.

Él, sin dejar de sobarse la verga me dijo:

“Estas buenísima... me calientas muchísimo mama”

“Por que no apagas el televisor y pones un poco de música para que baile para vos?” le dije con un desparpajo que no me conocía.

Sin contestarme se levanto y cumplió mi orden. El bulto en el pantalón era impresionante. Puso una música suave y comencé a moverme sensualmente, él se sentó en el sillón sin dejar de sobarse la verga. Sin dejar de moverme me abrí completamente el babydoll, seguí bailando y el movimiento había hecho que ambas tetas se escaparan totalmente de la pobre contención del diminuto brassiere. Mi hijo seguía mirándome, pero ahora su mano derecha estaba debajo del pantalón haciéndose una soberana paja. Yo le dije:

“Por que no te sacas la ropa para estar mas cómodo?”

En menos de dos segundos estaba desnudo. Sin tocarla me di cuenta que su verga estaba dura como una roca. Me quite el babydoll, estaba muy caliente, sentía la concha totalmente empapada, tanto que me dí cuenta que varias gotas de flujo chorreaban por mis muslos. Ahora mi hijo estaba de pie, con una mano se pajeaba y con la otra se sobaba las bolas. Me acerqué a él, lo tomé de ambas manos y las llevé a mis tetas. Inmediatamente se puso a sobarlas, yo aproveché para quitarme la pequeña tanga. Una vez desnuda sentí el pene de mi hijo sobre mi vientre, sin dudarlo se lo agarré y lo coloqué entre mis muslos, justo en el vértice inferior del negro triángulo de pelos negros. El comenzó un movimiento de avance y retroceso con sus caderas al tiempo que se deleitaba chupándome los pezones. Sentía su verga como iba y venía por entre los labios de mi peluda y muy mojada vulva. El buen tamaño de su miembro hacia que parte de el me sobara el clítoris a la vez que la colorada cabeza se deslizaba por el surco del culo produciéndome un enorme placer en la mismísima florcita del sur.

Entonces, previendo lo que vendría le dije:

“Hijo, lo único que no puede haces es penetrarme vaginalmente, para mi eso es incesto, lo demás son juegos eróticos…, me entiendes?”

Sentí que dudaba un poco, pero luego me respondió con voz segura:

“Sí mama, entiendo, no te preocupes”

Y en al momento se separó de mi y me pidió que me acostara boca abajo en el sofá. Yo accedí a su pedido y me coloque con el culo bien parado esperando recibir toda su verga en mi apretado culito. Primero comenzó por toquetearme bien las nalgas, separándolas y chupándome el ano y la chuchita, luego se entretuvo un rato pasando su verga por toda la raya entre mis nalgas, deteniéndose ocasionalmente en el ano. Una mano libre se encargaba de una de mis opulentas tetas, mientras que la otra palpaba la abundante pelambrera de mi concha. Yo gozaba como una perra y estaba totalmente descontrolada. En un momento sentí como me escupía el ano, apoyó la cabeza de su falo en el mismo y lentamente comenzó a metérmelo por ese apretado agujero. A los pocos segundos la tenía toda adentro y el empezó a bombear agarrado a mis tetas. A la cuarta o quinta bombeada sentí que todo el ano se me inundaba con su caliente leche, yo a todo esto ya había acabado varias veces. Cuando hubo terminado me la sacó del culo y me la apoyó en las nalgas. Yo sentí que aun le salía leche y aproveché para sobarme el culo con esa hermosa crema. Mi hijo, con la respiración agitada me dijo:

“Espero que esto se repita otra vez, mama.”

A lo que yo le contesté:

“No me perdería esa verga en mi culo por nada del mundo. De ahora en adelante siempre tendrás un culo ansioso donde meterla.”

Ambos nos miramos sonriendo con una tierna e implícita complicidad.

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