Mi madre es una mujer cuarentona, morena, cabello
largo liso, lo que más me llamaba la atención de ella, eran quizás sus pechos,
grandes y duros, también sus piernas y su culo, redondo y duro. Mi madre es
divorciada hace 3 años, y vivimos los dos solos en apartamento. Mi relación con
ella era de lo mas cordial, no como madre e hijo, sino más como dos buenos
amigos, pero eso si, manteniendo las distancias y sobre todo el respeto. Estaba
acostumbrado a verla semidesnuda, algo que me excitaba sobremanera. Casi
siempre me masturbaba pensando en ella y siempre tomaba su ropa interior para
hacerlo o en los momentos en los que ella se bañaba, pero como es la vida, un
día ella me descubrió masturbándome con una braga de ella en su habitación, sin
darme cuenta que ella había llegado, entró a la habitación y que gran sorpresa
se dio cuando estaba con los pantalones abajo y con una braga en la mano y la
otra mano en mi verga dura y roja.
En aquella ocasión me dijo: “ya eres un hombre,
pero eso no te da el derecho para que hagas lo que haces o es que acaso te
gusto?”. La pregunta me tomó por sorpresa y no supe que contestar. Cambié de
color mi cara, se aproximó y me dio un beso, me dijo: “deberías confiar en mi,
vamos no seas bobo, dímelo”. Aquel día tuvimos una charla interesante, yo
reconocí que la espiaba cuando se duchaba o iba a al baño, también que me
masturbaba pensando en ella, etc. Ella por su parte admitió que yo era un
hombrecito y reconoció que lo que hacia era normal, pero que debía controlarlo
porque ella era mi madre.
Todo cambió al mes siguiente cuando ella y su
novio de 2 meses habían terminado, ella llegó llorando a mi habitación, ese día
también charlamos, lo que me dejó impresionado fue que ella y ese patán nunca
habían tenido sexo, que en parte me complacía mucho. Mi madre se ofreció a
dormir esa noche conmigo en mi habitación, pues no quería sentirse sola esa
noche. Ya cansados del día tan ajetreado, nos fuimos a la cama. Yo, me quedé en
bóxer, mi madre, se puso su camisón, apagó la luz y se quitó el sujetador,
acostándose a mi lado.
Sentirla junto a mí me excitaba, y no podía
hacer nada, mi verga estaba erecta y dura. No quería que ella se diese cuenta,
me di la vuelta dándole la espalda. Ella me dijo, por favor no me des la
espalda, anda, date la vuelta y abrázame. Estaba apenadísimo por lo que me
estaba pasando, ante su insistencia me di la vuelta, ella me rozó con su pierna
y se dio cuenta de lo que estaba pasando. “Que pasa ya estamos otra vez, creí
que el otro día había quedado claro, tienes que pensar, que soy tu madre, no
una mujer cualquiera, no puedes excitarte así” me dijo. “Vamos, piensa en otra
cosa e intenta dormir”. Para mi era imposible conciliar el sueño, solo con oler
su cuerpo ya estaba excitado. Se dio la vuelta dándome la espalda con la
intención de dormir.
Mi cama no es muy grande y fue peor el remedio,
pues al sentir sus nalgas frías, me excité aún más. Ella lo notó, no dijo nada,
simplemente apretó su culo contra mis piernas, sintiendo mi verga dura pegada a
su culo. “Niño, piensa en otra cosa, que te van a doler los testículos, vamos
no seas bobo” me dijo un poco molesta. Pero era imposible, en lo único que
podía pensar era en ella, como la deseaba. Me moví dos o tres veces
disimuladamente rozando mi verga contra su culo, esperando que ella se enojara
aún más, pero no dijo nada. Seguí con mi movimiento, como si estuviese
haciéndole el amor, apretando la polla contra sus nalgas, pero ella siguió callada,
sin decir nada. Por fin me decidí a abrazarla, sintiendo sus pechos y sobre
todo sus pezones erectos y duros.
Toqué suavemente su pezón con la yema de mi
dedo. “Por favor niño estate quieto, que yo también soy una persona y no soy de
piedra, además, mira como estas” dijo al tiempo que con su mano izquierda
tocaba mi verga. “Duérmete por favor, no te da vergüenza” me dijo ya un poco
más calmada Estuve rozándole el culo con mi pene bastante tiempo, ella no decía
nada, pero yo si oía su respiración agitada. Era posible que la hubiese
excitado. Claro que lo era, sus pezones estaban durísimos, y cuando retiré la
mano de su pecho, ella me la cogió y volvió a ponerla sobre el, haciendo que le
tocase el pezón. Aquello me hizo reflexionar un poco por lo tanto me aparté un
poco de ella, introduje mi mano por detrás entre sus piernas. Ella al principio
dio un ligero respingo, pero no dijo nada, es más, ante mi insistencia abrió
ligeramente las piernas permitiendo que mi mano, a través de sus bragas, se
aproximase a la vagina. Tenía las bragas mojadas, estaba súper excitada. Me
retiró la mano de entre sus piernas, se dio la vuelta me dio un beso y me dijo:
“por fa, ya eres un niño muy grande, ya vas para adulto, por fa compórtate”,
entonces me dio un beso se levantó de mi cama y se fue a su habitación.
Al día siguiente me levanté para ir a estudiar,
cuando lo único que miré fue que el desayuno estaba en la mesa y nada más, mi
mamá se había ido a trabajar, durante toda la mañana estuve pensando en ella y
en lo que había pasado y me sentía muy apenado, en todo el día no fui a mi
casa, sino hasta la hora de la cena, como eso de las 8 de la noche, como era
habitual, cenamos, aunque en toda la cena nunca la miré a la cara, es que ni
siquiera hablamos, luego yo pasé a la ducha. Cuando terminé, fui a mi
habitación y me puse un pantalón corto de pijama. Mi madre me precedió en la
ducha. Ese día no intenté verla, estaba avergonzado por lo que había sucedido
la noche anterior. Estuvo más tiempo de lo habitual en el baño, por fin salió
envuelta en una toalla y entró en su habitación. Yo me estiré en el sofá para
ver la tv. Cuando ella entró en el salón, no daba crédito a mis ojos, allí estaba
con un vestido que tenia un gran escote y le llegaba hasta el vientre, le
dejaba ver su ombligo, y además era muy corto que solo con agacharse se le
notaria todo, además se le alcanzaba a percibir un tanga muy excitante.
Era increíble. No podía articular palabra. Me
limité a mirarla. Mi polla estaba a punto de reventar. Ella me miró, se aproximó
a mi y me dijo: “no era esto lo que querías, pues aquí me tienes. Te gustó”. No
sabia que decir, afirmé con la cabeza sin apartar la mirada de sus pechos y sus
piernas. Se sentó junto a mi en el sofá y me abrazó, comenzó por besarme
suavemente en los labios. “Tengo que enseñarte a besar, a ver si aprendes” me
dijo, al mismo tiempo que me besaba, con su mano derecha cogió mi pene erecto y
duro como una piedra. “Vamos a mi cama, estaremos más cómodos” me dijo mientras
me tomaba de la mano. Una vez en la cama, me quitó el pantalón del pijama
dejando mi verga erecta al aire, no lo dudó un segundo, la acarició con sus
dedos, entreteniéndose especialmente en el glande. “Tienes una buena polla, el
capullo es enorme, te la voy a comer bien, pero ten cuidado de no correrte en
mi boca, necesito tu leche en otro sitio” me dijo sonriendo y con cara de puta.
Yo alucinaba, estaba a punto de reventar. Cuando apretó el capullo con sus
labios estuve a punto de correrme en su boca, pero ella lo impidió. Aquello era
alucinante, me sentía en la gloria. Mientras ella se comía mi polla, Ella se
fue alzando el vestido dejando ver sus bragas que eran comidas por esas enormes
nalgas, soltó mi verga y se acomodó su braga hacia un lado, luego abrió sus
piernas, al tiempo que me hacia subir acoplándome entre sus piernas. Cogió mi
polla con su mano y la aproximó a su vagina, pasándose el capullo por su
clítoris que ya estaba muy abultado.
Tenía un coño bonito, con poco vello y de color
rubio. La piel de todo su cuerpo era muy suave y especialmente la de sus
piernas. Así permaneció un rato. Yo estaba excitado en extremo, deseaba meterle
mi polla, pero ella no lo permitía, siguió masajeando su clítoris hasta que
tuvo un orgasmo. Sentía como le corría su flujo por mi polla, estaba encharcada.
“Cariño, mira como has puesto mi coñito de mojado. Ahora méteme tu pollón, pero
con suavidad, no me hagas daño” me dijo con voz entrecortada de la excitación.
Con su mano colocó mi capullo en la entrada de su coño, apreté suavemente. El
estar tan lubricada permitió que el capullo entrase con suavidad en aquella
estrecha cavidad. Fui apretando lentamente hasta que tuvo toda la polla en su interior.
Comencé a bombear en principio con suavidad. Ella gemía, de placer, me besaba
el cuello y la boca mordiendo mis labios y apretando mi espalda. “Así amor,
así, muévete un poquito más rápido. Ahh como me gusta. Me voy a correr. Siento
tu chipote como llena mi coño. Muévete por favor. Me corro” me decía gritando
de placer. El orgasmo fue inmediato. Los dos nos corrimos al mismo tiempo.
Descargué toda mi leche en el interior de su coño. Mientras me corría dejé de
moverme, pero ella cruzó sus piernas a mi espalda y apretó con fuerza su coño
contra mi polla, consiguiendo una penetración profunda. “Para cariño para que
me matas. Me haces daño con tu polla. Me siento llena”. Fue en ese instante en
el que asustado le pregunté: “mamá te lo eché dentro, que tal si quedas
embarazada”, ella sonriente me dijo: “tranqui pequeño, yo me cuido, además me
operé para que no pudiera tener mas hijos tan morbosos como tú, además al único
que quiero es a ti”, eso me excito aún más.
Estuvimos abrazados por un buen tiempo me
preguntó: “te gusta como estoy”, yo en mi excitación y mirando como ese vestido
negro lo tenia en sus caderas, y esa braga hacia un lado me excité de nuevo.
“Claro mamá que me gustas, mira como se pone mi polla cuando te miro” le
respondí inmediatamente. Le dije que se tendiera en la cama y comencé a besarle
por todo el cuerpo. Ella estaba tan excitada como yo. Cuando llegué pasándole
mi lengua a la altura de su ombligo, jadeaba y se movía, tal era su excitación.
Separé sus piernas y comencé a comerme su coño. “Déjame, vamos a hacer un 69” me
dijo. Me di la vuelta y metí mi polla en su boca. Comí despacio con suavidad su
rajita de color rosado, introduciendo mi lengua en ella. Al momento explotó,
tuvo un orgasmo descomunal. Su flujo vaginal caía sobre mi lengua. Limpié bien
su vagina haciéndola correrse por segunda vez. Me aparté y la abracé. “Déjame
que te la chupe, quiero que te corras en mi boca, me voy acomer toda tu leche”
me dijo, pero le dije inmediatamente: “no, déjame, quiero correrme en tu culo”
y ella me contestó un poco alterada: “estas loco, como vas a meterme esa verga
tan grande en el culo, es imposible, no entrara, y además me vas a hacer mucho
daño”. Ante mi insistencia, y a base de pasar mis dedos por su coño y su culo,
accedió a que la penetrase por detrás.
De la mesilla cogió un bote de crema, se dio
con ella en el ano y a mí en el glande, mojándome bien con ella toda la polla.
Se puso en la posición del perrito y separó sus nalgas mostrándome su agujerito
de color marrón. “Ponme crema en el culo, por favor y además suavízamelo un
poco con tus dedos, sino, no conseguirás meterme todo eso” me dijo un poco
preocupada. Estuve un rato introduciéndole un dedo con crema, unté un poco mi
glande lo apoyé en su agujero. Apreté un poquito, tímidamente se abrió y
penetró un poco la punta, pero comenzó a quejarse que le dolía, por lo que lo
retiré y le di más crema. Así estuve bastante rato, hasta que conseguí
introducir mi capullo. Ella se quejó un poco, pero yo me paré hasta que el
estrecho orificio se acostumbró a lo que tenía dentro. Con suavidad, paciencia
y vaselina conseguí penetrarla, llegando a introducir mi polla entera.
Ella gemía y se quejaba de dolor, pero cuando
hube bombeado 8 o 10 veces su culo, los grititos de dolor cambiaron a: “así,
así, fóllame bien. Me gusta tu polla, siento mi culo lleno de ti, cógeme el
coño, me duele pero me gustaaaaa!”, luego gritaba que se iba a correr. Inmediatamente
me corrí en su culo, llenándolo de leche, ella estiró sus piernas y me quedé
acoplado hasta que mi polla, debido a la flaccidez, salió del estrecho conducto
de su culo, que en aquel momento había dejado de ser virgen y estaba bastante
abierto. Después de un buen tiempo, ella empezó a comer de nuevo mi verga hasta
tal punto que estaba tan gorda y gruesa, de repente se subió encima de mÍ y
empezó a cabalgar, lo hacia tan rápido que yo bombeaba con satisfacción y muy
rápido también, mientras cabalgaba encima mío, yo le besaba y mordisqueaba sus
pezones que estaban tan erectos y duros como una piedra, además nos dábamos
besos apasionados, solo lengua, que la saliva salía y llegaba a sus senos y yo
volvía y la lamía. Ella gritaba de emoción: “así, así hijo, complace a tu
madre, llena el lugar por donde saliste, así, asiiii”. De pronto dejó de moverse y se paró, me
preocupé y le pregunté que pasaba, ella lo único que hizo fue darse la vuelta y
empezar a meter mi verga por su culo, mi verga dura y gorda empezaba a entrar
con más facilidad que antes debido a todos esos jugos que mi madre soltaba
cuando estábamos, cuando entró por completo mi verga en ese culo rosa, fue
entonces que se empezó a mover más y más rápido, le gustaba que le metiera mi
pollón por ese culo tan estrecho y húmedo, intentaba mordisquear sus tetas,
ella lo único que me decía:” rompeme el culo, parteme en dos, toca mi clítoris
con tus manos sudorosas”, yo emocionado lo hacia hasta el punto en que ella lo
empezó a hacer por si misma, gemía como puta, hasta que no aguantó más y se
vino, eso fue lo más espectacular, cuando se vino parecía una llave de agua,
fue uno de los mejores orgasmos que había tenido en su vida y por supuesto
conmigo. A los pocos minutos fui yo el que me vine en su culo, llené como nunca
ese agujero tan delicioso. de repente se paró y empezó a comer mi verga, la
comió tan bien que no dejó ni una sola gota de leche en ella y lo único que
dijo al terminar fue: “Gracias cariño, eres lo mejor, me alegro de ser tu
madre”, después de eso charlamos un poco y concluimos que ya no era necesario
que me masturbara, que solo pensara que ella iba a estar ahí cuando la necesitara,
y desde ese día cuando quiero una chica, mi buena madre y su buen culo esta,
por cierto ahora cuando lo hacemos, siempre le gusta que le empiece rompiendo
ese culo tan maravilloso.