domingo, 28 de agosto de 2011

LA SEÑORA

Despertó a mitad de la noche, sudando y respirando agitadamente debido a lo que ella consideró una pesadilla: se veía violentada y abusada por él, ella trataba de escapar de los fuertes brazos del joven negro pero no lo lograba, sentía las manos de este en su sexo, y una de sus piernas entre las suyas intentando hacer palanca para abrirlas, en medio de esa lucha fue que se despertó estremecida por esas visiones. No pudo volver a dormir, la madrugada la encontró dándose vueltas en el lecho tratando de olvidar esa piel oscura, esa mano hurgando en su pubis, esa pierna abriendo las suyas para penetrarla, lo imaginaba en la pieza del lado, durmiendo desnudo, sí, se lo imaginaba desnudo, eso era algo que no podía entender, hasta rezó pidiendo el olvido de esas visiones inquietantes. Se levantó muy temprano y se metió en la ducha, dejo correr el agua muy fría sobre su cuerpo y se estremeció, primero de frío y después de una extraña sensación física cuando paso su mano con el jabón por su pubis y su sexo. Estaba en eso cuando alguien abrió la puerta del baño. Nunca ponían el cerrojo, pues si la puerta estaba cerrada era porque había alguien adentro, además, en la familia, cuando alguien estaba duchándose igual los demás podían entrar a usar el lavamanos o el retrete. Olió ese aroma penetrante como a coco con flores y supo que era él. Entró y al escuchar el agua caer y ver la cortina de la ducha corrida, dijo con total naturalidad “Soy yo, orino y salgo al tiro”. Ella no supo que decir, la cortina de baño era de un plástico grueso, y no era transparente, así que después de unos segundos contestó “Hola, esta bien, entiendo”. “Bien día señora”, respondió el joven. Y ella pudo escuchar por sobre el ruido de la ducha un grueso chorro de orina cayendo en el agua de la taza. En esos momentos algo pasó por su mente, como un relámpago instantáneo, y sin pensar lo que hacía corrió un centímetro la cortina hacía el lado donde estaba el inodoro, y asomo sigilosamente un solo ojo, y lo vio, vio el pene de él orinando, era una verga impresionante, aun para ella que solo había visto el pene de su esposo. Debía medir unos quince centímetros así fláccido, y colgaba en un grueso arco por entre los dedos del negro. Era de color café, incluso algo más oscuro que la piel del joven, y el glande que se asomaba casi entero tenia un color rosado muy oscuro y opaco. Miró como hipnotizada esa verga tan distinta en color y sobretodo en tamaño a la de su marido, y olió extasiada el perfume de la orina de macho, de súbito se dio cuenta de lo que hacia y cerró bruscamente la hendija de la cortina, y cerrando los ojos dejo que el agua fría se llevara esa imagen de su mente. Escuchó cuando él muchachón salió cerrando la puerta del bañó, salio de la ducha, corrió el pestillo, y sin saber porque se puso a llorar sentada en el borde la tina. Se sentía pecadora, sucia, al ver el miembro de otro hombre, que no era su marido, rezo nuevamente así desnuda como estaba. Ella, ya un mujer de 55años, nunca había hecho el amor con su marido desnuda, lo encontraba inmoral y ella era muy recatada, por eso se encontraba sucia, porque ella misma había corrido la cortina y había mirado el pene del negro que llegó a desordenarle la vida, había soñado con él, desnudo y violentándola, y todo eso le provocaba ahora un pecaminoso cosquilleo en su sexo. Todos se fueron a sus quehaceres, menos el negro y ella, que era la dueña de casa. Estaba nerviosa, al quedarse sola con ese mozalbete, estaba incomoda e inquieta. A media tarde se recostó a dormir una siesta, pero despertó convulsionada, volvió a soñar con él, esta vez el joven dormía desnudo, con su verga erecta, eran más de veinte centímetros de pene, era una verga impresionante, despertó llorando, sofocada, pidiéndole perdón a Dios y rezándole a la imagen de la virgen Maria de su dormitorio. Se levanto, quería ir al baño, volver a ducharse, al salir de su dormitorio vio que la puerta de la pieza de al lado, donde dormía el negro, estaba abierta, se asomó, él dormía, igual que en el sueño, encima de la cama desnudo, con su verga dura, como si el sueño fuera premonitorio, su verga debía medir veinticinco centímetros, otra vez sin pensar entró silenciosa, sabia que era pecado, pero algo la llevaba donde ese negro, se acercó y tímidamente tocó el glande con un dedo y él saltó en medio del sueño, miraba la verga, un poco asustada de que el joven despertara y la sorprendiera, volvió a tocar la verga esta vez un rato mas largo, los testículos eran gigantes, como de toro, le extraño sentir como sus pezones se erectaban, se sentían sucia, pero no podía dejar de ver y tocar esa enorme verga oscura. De pronto le entró un pánico que la hizo temblar de pies a cabeza, se dio cuenta de lo que hacía, del riesgo que estaba corriendo si él despertaba, y rápidamente salió de la pieza y se devolvió a su dormitorio, cerró la puerta y se puso a llorar, de vergüenza y de también miedo por el peligro que había corrido en su locura. Se sintió mareada, asorochada, y se tendió en su cama, pero siempre pensando en el negro, jugando a pensar en la forma de seducirlo, se sabía gorda, con tetas grandes y caídas, pero pensaba que todo hombre sueña con hacerle el amor a una mujer madura y si esta estaba insatisfecha mucho mejor, mas aun si era un negro con un pene de esas dimensiones, de solo pensar en eso sentía como latía y se humedecía su sexo. Luego de un rato en que recupero la razón, aunque igual sentía latir su corazón aceleradamente, repasó en su mente lo que había hecho y sus mejillas se ruborizaron, se sentía avergonzada, vulgar, sucia, pero también excitada. Volvía a ver en su mente otra vez ese miembro erecto, potente, erguido como un mástil orgulloso, veía su piel oscura, el glande violáceo, brillante por la intensa erección, volvía a sentir en sus dedos pecadores la sensación del tacto de la verga, esa mezcla de dureza y suavidad a la vez. Quiso imaginar como sería tomarlo con toda la mano, sentir esa musculatura vertical latiendo como un animal vivo y penetrante. Y más aun, sentir esa verga portentosa hundiéndose en su sexo, abriendo su vagina como en una nueva desfloración, pero esta vez con dolor y placer, y sintió que su vulva se apretaba ante esa imagen voluptuosa, y su mano se movió hacia su pubis como si fuera independiente de su voluntad, y su dedo tocó su clítoris y lo encontró erguido, sensible, y suavemente inicio un masaje en breves círculos y contuvo un quejido de placer, y cerró los ojos y se dejó llevar por sus deseos contenidos de muchos años, y su dedo siguió masturbándola mas rápido, después frenéticamente, violentamente, y de pronto sintió que su cuerpo entero se estremecía, sintió que se hundía en un abismo sin fondo, sintió el sudor en su frente y sus fluidos vaginales escurriendo de su vulva, y sintió el orgasmo inminente y gritó, y entonces le vino el orgasmo como un temblor que la quebraba en pedazos y un fuego que ardía dentro y fuera de ella y la quemaba hasta las cenizas y volvió a gritar mientras se retorcía de un placer desconocido e intenso, y después de unos instantes de goce supremo, se quedó quieta, detenida en el tiempo, como dormida, hasta que fue recobrando la respiración y la calma, y mientras salía de ese túnel voluptuoso pensó en el negro y en su verga erecta y solo recién vino a darse cuenta de que él se había hecho el dormido cuando ella lo tocó, y en vez de avergonzarse sonrió, y en ese momento supo que esa locura no se detendría hasta que ella, la muy dama y señora sedujera a ese negro vergón y se entregara a esos deseos sucios y depravados, supo que era esa la única salida a la trampa sexual donde estaba atrapada. Supo que todo de ahora en adelante sería inevitable.



sábado, 27 de agosto de 2011

SEXO CON MI MADRE

Esta historia comienza hace unos 23 años. En esa época yo era un adolescente de 15 años, nunca había tenido sexo y vivía todo el día caliente. Mi madre estaba divorciada de mi padre, y mi única hermana vivía la mayoría del tiempo con mis abuelos, así que por la mayor parte del tiempo, estábamos solos en la casa mi madre y yo. Mi madre era una mujer de 42 años en ese entonces, estatura media, blanca, pelo negro corto, una cara normal, tirando a bonita, tenía las tetas bastante grandes y en esa época ya las tenía bastante caídas, con pezones chiquitos y muy rosados. Siempre fue un poco gordita, tenía el culo increíblemente grande y muy carnoso, tenía abundantes pelos muy negros en la concha. Mi relación con mi madre era extraña. Estaba seguro que nunca había pensado en el incesto o si lo había hecho había rechazado la idea asqueada. Las pocas veces que me comentó algo (por ejemplo porque habíamos leído alguna historia de incesto) se mostraba asqueada. Digo que era extraña porque era muy reacia a desnudarse abiertamente delante mío, y si la sorprendía cambiándose se enojaba, sin embargo, se las arreglaba para mostrarme su cuerpo. En el verano, con los días cálidos, solía andar en la casa con un camisón transparente y nada abajo, se le veía todo en todo momento, algunas veces pensaba que no se daba cuenta pero era imposible que no lo hiciera. Como estaba acostumbrado a verla así, no me calentaba especialmente, pero me encantaba espiarla. La puerta de mi habitación se enfrentaba a la de ella. Todas las noches me iba a dormir antes que ella y cerraba la puerta, luego esperaba que ella se fuera a dormir y miraba por el ojo de la cerradura. Casi todas las noches tenía mi premio, mi madre no cerraba la puerta y se desnudaba en un lugar donde podía verla perfectamente, habitualmente se paraba frente a un espejo desnuda, encremándose la cara o cepillándose el pelo y me daba una perfecta vista de sus encantos. Por supuesto, siendo un adolescente que no había tenido sexo, vivía con la pichula parada y me masturbaba a diario espiando o recordando a mi madre. Mi madre fue la primera mujer que vi desnuda, y no sentía culpa, al contrario, el hecho de que era mi madre me calentaba todavía más. Si me hubieran dado la posibilidad de elegir cualquier mujer en el mundo para coger, hubiera elegido a mi madre sin dudarlo. Pero eran solo fantasías, nunca me hubiera atrevido a intentar nada porque sabía que sería rechazado y nuestra relación madre-hijo se arruinaría para siempre. Con el correr del tiempo, tuve sexo con otras mujeres, mi madre envejeció, aumentó de peso, se hizo menos atractiva y era más cuidadosa. Llegó un momento que no me excitaba más, pero el recuerdo de su cuerpo desnudo cuando era más joven todavía me excitaba e inspiraba mis pajas.

Algunos años más tarde, me fui a vivir a otro país, y después de un tiempo me casé. Debido a problemas en el trabajo me fui imposibilitado de visitar a mi madre por más de tres años. Hasta que finalmente pude ir, pero fui sin mi esposa que fue a visitar a sus propios padres. Había un problema, mi hermana, que vivía con mi madre tenía tres hijos, y la casa era chica, no había lugar para mí. Yo estaba dispuesto a quedarme en un hotel pero mi madre insistió que podía dormir con ella en la misma cama. Realmente no me gustaba la idea, en esa época no tenía fantasías sexuales con ella, no me atraía y sólo los recuerdos me excitaban, pero no podía decir que no, de cualquier manera, no esperaba que fuera a pasar nada, no había pasado cuando ella era joven, menos ahora. Por unos días, mi hermana y sus hijos estaban con nosotros, pero un fin de semana, unos amigos invitaron a mi hermana a una casa de fin de semana así que nos quedamos solos mi madre y yo. No había razón para que yo durmiera con ella porque había una habitación disponible, pero mi madre quería que lo hiciera, decía que no me había visto por tanto tiempo que quería disfrutar mi presencia todo lo posible, no me podía negar y me dispuse a dormir con ella ese fin de semana.

Había algo en su actitud que había cambiado, estaba más alegre, me dirigía sonrisas cómplices. Al llegar la noche, nos fuimos a dormir temprano, hacía mucho calor y no había mucho que hacer. Mi madre se puso el camisón (no transparente) y llevaba ropa interior como todas las noches. Después de unos minutos me dijo que hacía demasiado calor, que si me importaba si se sacaba la ropa interior, yo le dije que no y me pidió que me diera vuelta, así se podía cambiar. Se acostó con sólo el camisón (yo estaba en slips) pero a los pocos minutos me dijo que hacía demasiado calor, y que en el verano ella dormía desnuda, que si no me importaba si se acostaba desnuda. Eso sí que me sorprendió, en primer lugar, cuando era más joven nunca dormía desnuda, en segundo lugar, que se fuera a desnudar así delante de mí. Le ofrecí irme a la otra habitación así podía estar cómoda pero me dijo que prefería que me quedara, que al fin y a cabo ya la había visto desnuda antes y era mi madre, así que no importaba. Yo le dije que estaba bien y sonriendo se levantó y se quedó desnuda, con sus enormes tetas colgando y su enorme culo, cosa extraña, a pesar de los años su culo no había cambiado, seguía siendo terso, duro y carnoso. Inevitablemente, se me paró. Mi madre se acostó y se acercó a mi, apoyó sus tetas en mi pecho, era extraño porque se había desnudado porque no podía aguantar el calor y sin embargo de pegaba a mi. Entonces empezó, me besó en la mejilla y me dijo “...se le ha puesto dura a mi nene...”, yo estaba ruborizado y no sabía que decir, ella se rió y me preguntó si me calentaba tanto ahora como antes, yo no sabía que decir y ella me dijo que siempre supo que la espiaba. Me dijo que quería hablarme de algo muy serio pero no quería que se interpusiera entre nosotros, me dijo que era algo muy íntimo que tenía que confesarme, pero tenía que prometerle que pasara lo que pasara, ella seguiría siendo mi madre, que si creía que no estaba preparado para escucharla mejor lo dejábamos. Por supuesto que yo empezaba a intuir de que se trataba, así que le dije que estaba de acuerdo.

Mi madre entonces me empezó a contar su historia, me dijo que mi padre fue el único hombre de su vida, y que nunca la satisfizo plenamente, pero ella nunca había siquiera pensado en otro hombre. Cuando yo me empecé a desarrollar, ella me empezó a ver como hombre, pero era su hijo, era pecado, empezó a fantasear conmigo, pero al igual que en mi caso, eran sólo fantasías, nunca tuvo la idea de que fueran a ser realidad. Sabía que yo la espiaba, y por eso no cerraba la puerta, le gustaba que me excitara con ella, la hacía sentirse deseada y mujer. Siempre lo deseó, siempre quiso tener sexo conmigo, y siempre se preguntó como habría sido, pero nunca se atrevió. Me dijo que arregló las cosas para que nos quedáramos solos, por supuesto mi hermana no sospechaba. Mi madre me dijo que cuando me vio en el aeropuerto decidió que quería tener sexo conmigo. Hacía más de veinte años que nadie la tocaba y no era atractiva para seducir a nadie, pero si pudiera elegir todavía me elegiría a mí. Me dijo que si yo no quería, no volveríamos a hablar del tema, sólo me pidió que cumpliera mi promesa y continuara tratándola como madre. Entonces me hizo una pregunta, me agarró la verga con la mano derecha y me preguntó si quería tener sexo con ella, yo le dije que sí. Ella sonrió y me dio un beso en los labios, luego me dijo que habían ciertas condiciones. Primero, nadie se podía enterar, bajo ninguna circunstancia (estoy contando este relato sin nombres), segundo, si cualquiera de los dos se sintiera incómodo en cualquier momento, lo abandonaríamos sin preguntas, y tercero, ella seguía siendo mi madre y yo su hijo, eso era más importante que el sexo, e incluso si éramos amantes éramos en primer lugar madre e hijo. Yo accedí a todo eso, entonces me dijo que había algo más, que no era una condición, era un pedido. Me dijo que era virgen por el culo. Mi padre siempre la había querido sodomizar pero ella nunca lo dejó. Como un acto de amor, me quería entregar su virginidad anal, y quería que antes que lo hiciéramos normalmente por la vagina, lo hiciéramos por el culo. Por supuesto que yo accedí, como dije su culo era lo mejor y todavía se conservaba deseable, pero lo que me dijo después me dejo helado. Me dijo que el incesto estaba mal, que era un pecado, había decidido hacerlo a pesar de eso, deseaba hacerlo, pero creía que si sufría la primera vez eso la redimiría. Era un pensamiento estúpido pero ella estaba convencida.

Encendió la luz, me tocó la pichula que estaba parada a más no poder, y fue a la otra habitación, volvió con dos almohadones, los puso en el medio de la cama y se acostó boca abajo, con los almohadones levantando su culo. Entonces me dijo, “…métemela mi amor, quiero que me duela, sin lubricación, sin preparación, apoyala y empuja lo mas fuerte que puedas, no te detengas incluso si te lo pido o si lloro, hazlo ahora…” entonces volvió la cabeza y mordió las sábanas, preparándose para lo que venía. Le abría los cachetes del culo y traté de meterle un dedo, pero me dijo que no, que no quería preparación, le dije que le iba a doler horrores y me dijo que eso era lo que quería. así que me puse detrás de ella y apoyé el glande en la entrada de su culo, y empecé a empujar, al principio no podía, no cedía, pero seguí haciendo fuerza y poco a poco fue entrando, mi madre lloraba, mordiendo la almohada, yo me sentía culpable de hacerla sufrir así pero también excitado. Cuando el glande estuvo adentro, pegué una buena empujada y entró hasta al fondo (me olvidaba decir que tengo una verga de buen tamaño y bastante gruesa). Lo que pasó fue extraño, excitante por un lado, perturbador por otro. El dolor fue tan grande que mi madre casi no lo soportaba, pero sabía que no podía gritar, así que empezó a llorar y a golpear con los puños la cama, tratando de calmar el dolor, le pregunté si quería que se la sacara y me dijo llorando que no, me dijo que la bombeara lo más fuerte que pudiera, así que saqué mi pichula dejando solo la punta adentro y embestí con todas mis fuerzas, mi madre seguía llorando y golpeando la cama con los puños, sentía un líquido correr por mi pierna, no sabía lo que era, así que no le di importancia. A pesar de lo caliente que estaba, y de lo apretado de su culo, aguanté mucho, al menos diez minutos, creo que estaba demasiado concentrado en sodomizarla lo más violentamente que podía, poco a poco se fue dilatando y le fue doliendo menos, pero mentiría si dijera, como en otros relatos que empezó a gozar, estaba sufriendo y sufrió toda la culeada, cuando el dolor era menos intenso, mi verga en sus intestinos empezó a estimularlos, y se empezó a tirar pedos, me dijo que tenía ganas de cagar pero que por favor no se la sacara, trataría de aguantarse pero no me podía prometer nada. Seguí hasta que acabé derramando una buena cantidad de semen en su culo, antes de que mi pene terminara de ponerse fláccido se lo saqué.

Mi madre mantuvo la cara contra la cama y lloraba despacio. Yo me fui a lavar y vi que tenía sangre y mierda en la pichula. No me dio asco, me lavé y volví, con una toalla mojada. Mi madre seguía llorando en la misma posición, así que examiné su ano. Estaba muy dilatado y desgarrado, todavía sangraba, se le escurría la sangre mezclada con semen y mierda. La limpié con la toalla y le dije que era mejor que le pusiera alcohol, pero eso le dolería. Me dijo que estaba bien y lo hice, al parecer era tanto el dolor que ni se dio cuenta. Luego me puse a su lado y le pedí perdón, me dijo que era feliz, que era así como ella quería que fuera, ahora no se sentía culpable, había pagado con dolor por el pecado que estábamos cometiendo, ahora podía ser mía sin remordimientos. Era feliz especialmente porque me había hecho gozar. Entonces me besó, me metió la lengua en la boca. Era extraño porque no habíamos hecho nada, ni besos, ni le había chupado las tetas o tocado la concha, simplemente la había enculado salvajemente. Ahora era distinto. Empecé a chuparle las tetas y a masturbarla suavemente. Por todo lo que la había hecho sufrir, ahora quería compensarla, ser cariñoso, hacerla gozar, sentirse deseada y amada. Poco a poco fui bajando hasta su concha. Le aparté los pelos y se la empecé a chupar, y seguí haciéndolo hasta que mi madre tuvo un orgasmo en mi boca. Entonces ella me pidió que me acostara, e hizo lo mismo que yo, me empezó a besar el pecho y continuó bajando hasta que encontró mi pichula, y se la metió en la boca, y empezó a chuparla. Se notaba que no tenía experiencia, pero lo hacía con tanto amor que me la puso dura, y siguió, simplemente lamiéndola, o metiéndosela en la boca, hasta que sentí que acababa, le dije que no podía aguantar mucho más pero ella me sonrió y me dijo que no tenía que aguantar. Así que me relajé y la dejé hacer, hasta que acabé en su boca, mi madre tragó parte del semen, el resto se le salió por las comisuras de sus labios.

Después de dos acabadas necesitaba tiempo, yo tenía 38 años y mi madre más de 65. Entonces hablamos de lo que había pasado. No nos sentíamos culpables, éramos felices. Le dije a mi madre que ninguna mujer me había hecho gozar tanto y era verdad, ella me dijo que no tenía mucho para comparar pero que había gozado más que con mi padre. Seguimos acariciándonos hasta que mi verga se levantó nuevamente, entonces me puse entre sus piernas y la penetré lentamente. Todo lo contrario de la enculada, fue muy lento, besándola en los labios, después me movía lentamente. Había acabado dos veces, y lo hacíamos tan lento que creo que estuvimos culiando como una hora, lo hicimos en distintas posiciones, la hice sentarse en mi verga, estilo perrito, misionero, de costado, hasta que finalmente mi madre tuvo un orgasmo, era la primera vez que tenía un orgasmo con una pichula en su vagina. Después yo acabé, no tan copiosamente porque era la tercera vez, pero tuve la satisfacción de inundar de semen la vagina de mi madre. Después nos dormimos abrazados. El fin de semana casi no salimos, estuvimos desnudos todo el tiempo, culiando en todos lados, aunque sólo la enculé una vez más porque tenía el culo roto, esta vez con mucho cuidado, aunque le dolió de todas maneras. Días después retorné a mi hogar en el extranjero. Hablamos por teléfono una vez al mes, pero no hemos vuelto a tocar el tema.



sábado, 20 de agosto de 2011

YO ME ATREVÍ

Confieso que me atreví a tener una relación asi incestuosa con mi hijo de 35 años..., yo tengo 61 y soy viuda hace más de cinco años. Yo nunca me di cuenta que él me deseaba desde joven y sufría mucho espiándome y masturbándose por mí, incluso con mi ropa interior ya usada, me espiaba cuando me bañaba y también nos espiaba cuando yo estaba con mi esposo en nuestro dormitorio. Después él se casó, y yo por ahí quede viuda, luego él se separó y se vino a vivir conmigo hace un par de años, y ahí comenzamos a tener una relación con cierto sentido algo sensual, al comienzo solo juegos, cosquillas y cosas así hasta que... terminamos acariciándonos. Es que mi hijo después que se separo quedo como shockeado con las mujeres pues su esposa le fue infiel, y yo, desde que quede viuda ya no tuve otra pareja, así que al vivir juntos todo se fue dando para generar un ambiente muy sexual entre nosotros. Hasta que un día me atreví a planteárselo directamente, le dije que yo necesitaba un hombre y él una mujer así que porque no intentábamos satisfacernos juntos y ahí él me reconoció que me deseaba mucho... desde muy joven... Desde entonces hemos ido de a poco, primero fueron caricias cada vez más sensuales, comenzamos a dormir juntos cuando él esta acá en casa, pues trabaja fuera de la ciudad y viene cada siete días, y fui perdiendo la vergüenza... al poco andábamos desnudos sin problemas por la casa, y dormíamos así, desnudos haciéndonos cariños... y de las caricias pasamos a la masturbación, primero yo a él... uy! fue muy erótico, después nos masturbábamos uno frente al otro, mirándonos, después nos masturbamos uno al otro... ha sido algo ufff.... muy excitante. Al principio me costó, tenia vergüenza y temor... pero ha sido algo maravilloso, nunca pensé que seria así. Me encanta sacarle la lechecita, también le he hecho sexo oral y el a mi, he tenido unos orgasmo deliciosos. Pero hasta ahí quiero llegar... nada mas... soy feliz así y creo que él también. Al principio quería penetrarme vaginalmente pero le expliqué que para mi eso seria consumar el incesto, en cambio lo que hacemos no para mi son solo caricias... quizás él quiera algo mas, puede ser... pero de verdad no quiero ir mas allá... me sentiría mal sintiendo su verga dentro de mi... no olvido que es mi hijo... y así igual gozo mucho, de verdad. Sé que los dos somos mayores de edad y no le hacen mal a nadie, no sé, será que siempre he sido muy pajera... pero la penetración vaginal con él no, eso lo tengo claro... y sexo anal... soy muy apretada de atrás... a veces él me punza mi ano con su verga y me gusta pero no mas... él ha acabado así son su verga entre mis nalgas..., y me llena mi culito de leche, me ha metido la puntita a veces... es muy rico lo que siento. Me gusta me llene la boca de leche, cuando acaba en mi boca me encanta, aunque no me trago su semen. Me excita sentir su leche caliente en mis tetas o en mi vientre, es algo especial... nunca hice cosas así con mi esposo... ahora estoy mas loca para el sexo o será que con mi hijo me siento mas en confianza... no lo sé, solo sé que soy muy feliz sexualmente. Y que no quiero que me penetre vaginalmente porque eso seria consumar el incesto...yo no quiero llegar a tanto, ahora nos acariciamos y nos masturbamos libremente y así somos felices...



sábado, 13 de agosto de 2011

VIOLACION INCESTUOSA CONSENTIDA

Esa tarde estaba sola en casa, mi hijo, un muchachón alto y fornido de 23 años, había salido de farra la noche anterior y aun no regresaba, así que aproveché y me fui a mi dormitorio, me tiré encima del lecho y subí mi vestido para refrescarme, tomaría una siesta tranquila tal como lo hacia cada semana desde que me divorcié hacia cinco años. De pronto se abre la puerta y entra mi hijo y se me queda viendo con una extraña mirada, yo tirada en su cama con el vestido levantado, mostrando mis bragas… fueron segundos, que se me hicieron eternos, mi hijo no decía nada solo me veía con cara de incrédulo, hasta que se abalanza hacia mí, besando mis mejillas y mi cuello, huelo de inmediato el olor a licor, me doy cuenta de que esta ebrio, pero algo dentro de mis instintos más primitivos me impide detenerlo, yo lo abrazo, recorriendo mis manos por su espalda y parte de su cintura sin atreverme a tocarle su trasero, él con su mano derecha me acariciaba el pelo, la cara y el seno izquierdo y le daba pequeños mordiscos a mi pezón, a través del vestido sin sostén. Su mano sigue recorriendo mi cuerpo hasta llegar a mi trasero para apretarlo y sobarlo, de un tirón me baja mis bragas a las rodillas, mis manos buscan vivamente su miembro, le abro el cinturón y desabotonó su pantalón, meto la mano y toco por primera vez el pene de mi propio hijo, un trozo de carne que siento en mis manos como empieza a crecer y ponerse duro, siento temor, pero a la vez gran excitación por tocarlo. Sigo explorando y siento su pubis, al igual que sus testículos, en eso mi hijo se incorpora se quita su camisa y el pantalón y al bajarse su bóxer me deja ver su verga bien parada con venas que parece que se reventaran, me quedo atónita al ver el tamaño de su miembro, siento miedo al ver lo que me provocaría meterme semejante miembro en mi vagina tantos años sin ser penetrada… Siento temor al daño que me provoque… Totalmente desnudos me acaricia mi cuerpo y con su pene me rozaba la entrada de mi vagina, sus besos sobre mi busto, mi boca, mi cuello y mis orejas me hacían sentir súper excitada, mi vulva estaba ya muy mojada y me abre de piernas, hasta que siento como la cabeza de su pene penetraba poco a poco, con mis piernas abiertas como compás sentía que aquel extraño cuerpo me rompía mis entrañas, sintiendo un ardor mezclado con una rica sensación, mi corazón parecía salirse de mi cuerpo, cada centímetro que se me introducía me daba la sensación que me partía en dos, mis paredes vaginales sentían el latir de su rica verga, sentía desmayar, sentía que la temperatura en mi cara me quemaba… Sacaba unos cuantos centímetros, para volver lentamente a meter aquello y despacito se iba alojando en mi adolorida vagina… Con sus labios y lengua me elevaba mi temperatura con un largo beso, que casi me asfixia de placer, mientras inmóviles nos consumían los minutos… Mi hijo empieza a dar movimientos de cintura, lentamente siento como entra y sale aquel trozo de carne de mi vagina, los movimientos son cadenciosos, con ritmo semilento y muy placenteros, el ardor se iba olvidando y hago movimientos para que me entre todo ese falo endurecido, subo mis piernas a su cintura para sentir mejor la penetración, él entra y sale constante, hace que sienta una gran sensación de felicidad, que mis quejidos los aumente de volumen, me besa para evitar que grite, cuando de repente lanzo un grito descontrolada. Este es mi primer orgasmo con una verga adentro de mí, en años, es una sensación jamás experimentada en mis masturbaciones… Por todo mi cuerpo recorren impulsos eléctricos que llenan de una gran energía cada porción de músculo, endureciéndose todo. Las manos de mi hijo apretaban con fuerza mi busto izquierdo que tenia una dureza inusual, mientras gritaba chupaba y mamaba su lengua, desde mi concha, un largo cosquilleo recorría mi estomago la temperatura en mis mejillas quemaba y mi cuerpo se aflojaba totalmente. Y al llegar mi rendición y entrega me viene un relax delicioso, siento mi cuerpo flotar en el espacio. Desquiciada casi me como su lengua, el hace un gran esfuerzo para arquearse y mamarme mis tetas. Sin sacar su rica verga de mis entrañas se pone boca arriba, yo encima de él y suavemente me dobla mis piernas para tomar la posición de cabalgar y siento que se me sale la verga por la garganta, le digo que siento cierto dolor y me dice que yo decido que tanto penetre… Con los movimientos clásicos del caballito de sube y baja, con mucho cuidado trato de no clavarme toda su verga para no sentir ese dolorcito… Con mi mano tomando su pene erecto, controlo la cantidad de verga a penetrarme, mientras él me chupa mis pezones y su mano se dirige a mi clítoris, mientras yo sigo sube y baja… Me excito tanto que retiro mi mano, sin que me importe lastimarme y con cierta fuerza y violencia sigo sube y baja, sentía toda la onda expansiva que su verga hacia dentro de mi conchita, y aun con gran placer causado me aterraba mas su rica verga… Su mano sigue sobando mi clítoris con la misma fuerza que yo aplico de enterrar y sacar de mi conchita la cada vez más dura verga. Hasta que otro grito sale de lo más profundo de mi garganta… Tan perdida me puse con este segundo orgasmo que mis manos rasguñaban el pecho de mi hijo, dejando largas marcas. Mi hijo estaba tan excitado que no reparo en ese momento la señal que le dejaba… Me acosté sobre su pecho muy agotada y aun ensartada por aquella verga endurecida, él, en medio de su borrachera comprendió mi cansancio, y nos quedamos varios minutos en pausa, yo estaba muy cansada y con las piernas acalambradas, duramos unos 10 o 15 minutos en total descanso, pero yo seguía sintiendo la dura verga dentro de mi vagina. Casi en un susurro me pregunta si quería continuar… Yo estaba ya sin fuerzas para seguirle pero deseaba que llegara a su clímax. Le dije que le diéramos hasta que él llegara a consumirse… Se levanta de la cama, cargándome porque su verga dentro de mí no mostraba cansancio. Desde que me la clavó, hasta esta nueva posición, la verga de mi hijo siempre estuvo dentro de mí, sin salirse para nada. Parado, me carga como si fuera una niña, con sus manos tomando mi trasero, empezó hacer movimientos de arriba abajo, en esos momentos solo me motivaba hacerlo que se viniera, solo quería que disfrutara de mí, de su madre, mientras su verga entraba y salía de mi conchita… Durante dos o tres minutos mi hijo se empieza a poner rígido y jadeante y con voz entrecortada me dice que me mueva solita que estaba a punto de "venirse", subo y bajo como loca, sin saber que iba a recibir dentro de mí. Siento como se infla la cabeza de su verga dentro de mi vagina y expulsa un torrente de liquido candente dentro de mi vulva, lo caliente de los chorros que entraban en mis entrañas y las vibraciones de su cuerpo y como respiraba, eso me empezó a excitar de nuevo, él seguía moviéndome como loco hacia arriba y abajo con violencia… Sentía como salía de mi vagina ese liquido ardiente, los movimientos se fueron haciendo cada vez mas lentos, la verga ya no la sentía tan dura, pero seguía entrando y saliendo de mi vagina ya hinchada, mi excitación también se fue apagando al bajarme de los brazos y mi amado hijo se sentó en la cama para decirme "Estuviste maravillosa, fue largo y delicioso". Le sonreí feliz de haberle dado ese placer a mi propio hijo. Después de una pausa entramos los dos a la regadera a lavarnos, ya limpiecita me siento en el wc para hacer pipi, y veo a mi hijo secarse su flácida verga y le pido que se acerque para conocer el miembro viril que hizo renacer totalmente mi sexualidad. Tomándola entre mis manos, la acaricio y le doy un beso de piquito, y siento entre mis manos una reacción, lentamente crece de tamaño y se hace gruesa, no esta muy dura, pero empiezo a jugar sacudiéndola, poco a poco va tomando tamaño y dureza. Me dice que se la mame, como si fuera una paleta o un chupón, pero siento asco de saber que estuvo dentro de mi concha y le digo que no, pero su verga había multiplicado su tamaño y grosor, le hago movimientos de hacerle una paja y se pone gruesa y muy dura, pero con su piel suavecita… lo masturbo con fuerza y me dice que le moje la cabeza de su verga y saco mi lengua para que choque con ella, segundos después mi hijo empieza a bufar de placer, me pide que no pare, yo sigo haciéndole la paja con mayor fuerza y dirijo su verga a mis senos y después lanza dos pequeños chorros de semen, un tercero y un cuarto se me quedan entre mis manos, veo como su cuerpo se tensa mostrando todos los músculos de su cuerpo… Pasado todos los estertores de placer, mi hijo se inca frente a mi y me abre las piernas, mostrándole mi vagina hinchada y adolorida de tanta fricción, me peina con sus dedos el vello enmarañado del pubis y con sus dedos abre los labios vaginales y acerca su cara para besarme mi concha, trato de cerrar las piernas y le digo "No, eso No". Entonces me toco con suavidad mis mordisqueados senos y me chupa un pezón con tanta delicadeza y suavidad, como diciendo "esto haré con tu chuchita"… Sus dedos no dejaban de hurgar en mi concha, mi respiración se agitaba y la temperatura de mi vagina, aumentaba… Me dejo llevar por sus caprichos… Dejo que me abra las piernas y recibo besos en la entrepierna, seguido de unos chupetes de un lado a otro y siento como me hierve la sangre y me pasa su lengua justo en mi clítoris, siento un pequeño ardor de mi adolorida pero deseosa concha… Sentí con su lengua como si me dieran pequeños toques eléctricos que recorrían toda mi piel, poniéndose "chinita", después de estar dando tremendas mamadas a mi concha y yo a punto de volverme loca de placer por lo que me hacia, sus manos soban mis pechos lubricados por el semen salpicado hace minutos…Me arqueo, levantando mi trasero para ofrecerle todo el manjar de mi vagina y como víbora metía y sacaba su lengua, sorbía y mordía con sus labios mi endurecido clítoris, sentía que perdía todas mis fuerzas y lo tomo de los cabellos y acelero las ganas que me coma mi concha…. Lanzo un grito desgarrador acompañado de unas gotas de orina, que al darse cuenta mi hijo, me inserta dos de sus dedos y con el pulgar produce pequeños roces en mi clítoris. Me besaba en la boca y me decía "Suéltate no te resistas"…. Y suelto el cuerpo y un chorro de orina acompañado del mas largo orgasmo que he tenido en mi vida. Durante largos segundos mi cuerpo tiembla llevando todas las sensaciones a cada rincón de el, al mismo tiempo que lanzo chijetes de orina intermitentes, dejo de pasarle la lengua a mi hijo después de un desenfrenado beso, ya que me quedaba sin respiración, mis piernas estaban acalambradas, mi cuerpo carecía de fuerza, por el tercer orgasmo que tengo en esa hora y media. Fueron tres orgasmos que experimenté con diferentes intensidades de reacciones corporales, que bien valieron la pena cambiarlos por mi incestuoso pecado… A una semana de vivir esta experiencia, y a pesar de los tres días que dure con dolores vaginales y musculares, deseo con todas mis ansias volver a vivirla. Al otro día no tocamos el tema de lo sucedido, y tampoco después. No sé si mi hijo se arrepintió de lo que hicimos, o no quiere volver a poseerme o su ebriedad borro de su memoria lo que vivió con su madre.



AYUDANDO A MI HIJO

Tengo 51 años, y soy viuda con un hijo de 18 años recién cumplidos. Vivo sola con él, en un departamento pequeño, por lo que poca o nada intimidad tenemos, al menos de la que normalmente se puede tener en el baño o en el cuarto de cada quien, y a veces ni siquiera en esos. Lo que he descubierto es que se masturba constantemente, la primera vez que reparé en eso fue el día posterior de su cumpleaños, me dirigí al baño, el cual se encontraba sin seguro, y entré, y me llevé la sorpresa de ver a mi hijo viéndose en el espejo mientras se masturbaba su verga muy erecta y dura, me sobresalté, él por supuesto también, pero llegué justo en el segundo en el que le fue imposible detenerse, unos chorros espesos de semen fueron expulsados con violencia, y al volverse a verme unos pocos salieron hacia mi cayendo en mi pantalón y en mi mano. Por supuesto salí inmediatamente, asustada y ya preocupada por lo que me había tocado ver. Ya en mi cuarto, al reparar esa gota de semen en mi mano y sin pensar siquiera opté por lamerlo y me lo tragué, el sabor y ese olor fuerte me extasiaron. Pero un problema de verdad me esperaba, por lo que decidí encararlo inmediatamente, salí a la sala, y ahí estaba mi hijo, que se levantaba para encerrarse en su cuarto, esto fue lo que le dije: - Mira corazón, fue parte culpa tuya y mía, yo porque, no debí haber entrado así, no se de algún modo debo hacer más ruido al caminar, y tu por no correr el seguro, eso sí, y tu lo debes saber, es completamente normal lo que has hecho y es una manera de desahogarte, no soy yo quien te lo va impedir, pienso que es tu casa y en ella tienes el derecho de hacer lo que te de la gana, claro sin incomodarme. Lo que él aceptó de muy buena gana, y siendo un chico inteligente como es lo comprendió y me pidió que olvidásemos todo, a lo que yo estuve de acuerdo. Esa misma intimidad del departamento nos ha ayudado mucho, y soy bastante abierta y se que mi hijo es bastante abierto conmigo, por lo que noto que nuestra relación es especial; bueno los días pasaron y empecé a notar como él iba varias veces al baño en el día, cuando yo estaba, 5 o 6 veces, por lo que al ser el único baño, en más de una ocasión tuve que golpear la puerta y pedirle que se apurara, para entrar y ver primero el papel higiénico en el tacho repleto de semen, segundo el olor inconfundible. Esa actitud obsesiva fue lo que me preocupó en un principio, dejé que pasasen dos semanas esperando que en definitiva que se cansara, pero no lo hacía, y ya mi preocupación rebasaba mis limites. Les juro que jamás sentí más que la normal preocupación de madre, nada de morbo o excitación a no ser el instinto que llevó a mi boca un poco de su semen, pero lo hice por probarlo, ya que no he tenido relaciones en mucho tiempo, es decir lo comí, por ser semen y no por tratarse de mi hijo. Así que primero, no fui un día a trabajar, y me dediqué a revisar su cuarto, debajo de un cajón en el fondo de un velador encontré varias revistas pornográficas, y películas, las cuales debo admitir me excitaron por lo que me masturbé siguiendo el ejemplo de mi hijo. Después de haber comprobado la fuente de sus excitaciones decidí encararlo. Nuestra relación es especial por lo que puedo preguntarle sin sonrojarme muchas cosas. -Hijo, ¿cuantas veces te masturbas al día? –Dos o tres- pero no crees que le va a hacer mal a tu cuerpo masturbarte tanto? -No, si me da ganas lo hago, no es mi culpa. -El otro día, poniendo la ropa, encontré tus revistas y películas, en verdad son buenas pero deberías dejar de verlas un tiempo. -Ya no las veo, me tienen ya aburrido, simplemente en algún momento del día que tengo una erección me calmo masturbándome, que hay de malo. Entre mí, pensaba, claro un joven de 18 años, que cada vez que se le para se masturba, no es raro que se masturbe constantemente. -Mira temo que estés volviéndote un poco obsesivo, así que te propongo una cosa, cada vez que te entre ganas, me lo dices y nos ponemos a conversar de cualquier cosa, ¿está bien?, en verdad no creo que sea correcto que te masturbes tanto-. Entre las cosas que me daban vuelta a mi cabeza, estaban el no tener dinero para pedir consejo a un sexólogo, el impedir que se masturbe tanto, y que esto se le pasaría cuando encuentre novia, así que yo con mi plan, podía al menos aminorar un poco sus masturbaciones y de lo tercero, ya que no creo en prostitutas ni hacer de casamentera se tendría que encargar él. Al día siguiente mientras veíamos una película, me dijo: -Mami, estoy con ganas-. Lo cual comprendí inmediatamente, por lo que le conversé de mi día en el trabajo, el de él en el estudio, hasta de política. Poco a poco me di cuenta que eso no resolvería nada, ya que se ponía más nervioso y extrañamente excitado, veía claramente como sobresalía su miembro del pantalón de pijama. Pero él por complacerme en ese día me dijo que no se masturbaría, pobrecito, su verga no disminuía un poco. Por lo que así se fue a acostar, y yo también, ya así en la cama, me di cuenta de mi error, así que entré a su cuarto que aún tenía la luz encendida, lo que vi fue peor que lo del baño. Estaba sentado en la cama con las piernas abiertas mirando una Playboy, masturbándose intensamente, me vino a la memoria lo del baño, y reparé en su verga que es bastante larga y gruesa. Él no paró, y dijo entre jadeos,-mami por favor sale-. Pero entré me senté a su lado, le tomé la mano, parando su accionar y con el tono más maternal posible le dije: -Dime hijo que es lo que quieres, alguna cosa te falta. Que te masturbes tanto puede ser frustración por algo más. - Quiero dejar de ser virgen, pero no con una prostituta, pero soy muy torpe con las mujeres, me dijo casi en sollozos. El espectáculo de su verga, el casi llanto de mi hijo y las ganas de ayudarlo en ese instante provocaron que me sacase el camisón quedando desnuda, me acerque a él y tome delicadamente su pene y empecé con un sube y baja muy lento, dándole pequeños apretoncitos, de pronto lo hacia más aprisa acelerando los movimientos, yo estaba excitada y a la vez emocionada de estar acariciándole la verga a mi amado hijo, mi machito, como le decía a veces con cariños, yo ya tenia mi mano llena de sus mecos y seguía masturbándolo sin soltar su pene que seguía caliente y duro. A todo esto yo tenia muy juntas y apretadas mis piernas, moviéndolas una contra la otra para frotar mis labios vaginales, y a la vez oprimir el interior de mi vagina, me movía lentamente con los cachetes de mi trasero fuertemente apretados para sentir una deliciosa presión sobre mi clítoris. Por ahí aproveché para tocarle sus huevos que estaban un poco peluditos y se los acaricié con mi mano libre, así lo seguí masturbando mientras él se quejaba de placer, -Goza lo más que puedas, y si quieres gritar hazlo, esta es tu casa- le dije susurrando en su oído, mientras yo seguía masturbándome frotando mis muslos rítmicamente entre sí, balanceándome ligeramente hacia arriba y hacia abajo para aumentar la estimulación y la tensión gradualmente buscando el orgasmo. Mi mano siguió el intenso sube y baja de la suave piel de su verga hasta que lanzó un largo quejido y sentí en mi mano las palpitaciones de su verga al momento de eyacular, entonces puse rápidamente la otra mano arriba de su glande para que su semen cayera en mi mano. En ese momento lanzó 3 o 4 chijetes de semen muy caliente y mi mano quedó bañada completamente con su esperma. En ese mismo instante apreté mis piernas hasta que me vino un orgasmo intenso y violento que me rompió, haciendo que lanzara pequeños gemidos, grité, gemí, sollocé, me estremecí de placer, incluso se me nubló la vista y se me movió el mundo, fue algo bestial. Sin decir palabra nos tendimos en la cama extenuados y relajados. Después dormí con él el resto de la noche, y al amanecer lo volví a masturbar. Le dije que de ahí en adelante yo lo ayudaría a masturbarse hasta que se consiguiese una novia. Estoy esperando que se canse de masturbarse, pero aun debo hacerle la paja una o dos veces al día, supongo que es la vitalidad de sus 18 años. Ahora pienso que cuando él se canse me cansaré yo. Me asusta eso sí el resultado sicológico que podría tener todo esto, pero disfruto inmensamente y mi hijo también.



EL PACIENTE BIEN DOTADO

El paciente que mas recuerdo, era un hombre mayor de 60 años, muy atractivo y caballeroso, era alto, de cuerpo muy atlético, canoso, se veía que era de buen nivel social. La señora era abogada y vivían solos, así que ella me contrato para cuidarlo en el día. Lo habían operado de una peritonitis y tenia herida grande en el estomago que le impedía moverse, yo tenia que hacerle las comidas y el aseo personal. En las tardes venia una enfermera a las curaciones. Los dos primeros días solo le hice aseo en la cara y el pecho, y lo ayude a afeitarse, él me conversaba de distintas cosas y era muy respetuoso. El tercer día le dije que si quería le hacia un aseo en el resto del cuerpo, yo note que se extraño y dudo un poco, le expliqué que no se preocupara que siempre lo hacia con mis pacientes, entonces me dijo que bueno. Así que fui a buscar mas agua tibia, y le corrí la ropa de cama hacia atrás, estaba con un pijama de media pierna, así que se los saque con cuidado para no moverlo mucho y ahí casi me desmayé!, tenia un pene muy grande y grueso, y aunque lo tenia lacio se veía impresionante, sus vellos eran medios rubios y su miembro se veía rosadito y muy limpio. Comencé a hacerle aseo desde los pies hacia arriba, aunque mi vista se me iba sola a su pene!!, él me seguía conversando de cualquier cosa como si nada, y yo me sentía un poco nerviosa. Hasta que llegue a su miembro, me demore harto rato en su alrededor hasta que se lo tome muy suave con dos dedos para levantarlo y pasarle la esponja por sus testículos que también eran grandes, él como si nada, entonces yo tome mas confianza y le pase la esponja por el pene suavemente y le eché el prepucio para atrás y le limpie suavemente su glande, pero él ni se movió, el glande era muy rosado y grande. Todo esto me excito mucho pero él no hizo ningún comentario ni nada. Después le cambie pijama y termine, él me dio las gracia y me pidió disculpas por la molestia!. Bueno a los dos días lo hice de nuevo, y fue igual, aunque ahora se lo tome mas decidida y le pase la esponja por todo el pene y los testículos, con mucha calma y suavidad, esta vez yo estaba bien excitada por que me había pasado películas con ese pene tan grande. Pero tampoco él hizo comentarios ni paso nada. Como tres días después ya le habían sacado los puntos y solo tenia un parche delgado en el estomago, tenia buen animo y a mi me quedaban unos dos o tres días mas para atenderlo. Como lo vi bien, le pregunte si le hacia el aseo total o no, él me dijo que sí porque aun tenia miedo moverse mucho. Así que le hice aseo arriba y después le saque el pijama y comencé desde los pies como siempre, su pene estaba lacio, pero cuando le frotaba los muslos me di cuenta que su miembro estaba un poco mas erecto, no parado pero si mas estirado y como hinchadito, eso me calentó mucho, creo que hasta me puse colorada y sentí que me mojaba!!, así que cuando llegue al pene lo tome y comencé a pasarle la esponja lo mas suave posible y por todas sus partes, apenas lo tome note que estaba un poco durito, y a medida que le pasaba la esponja me di cuenta se iba endureciendo y agrandando más, yo ya no me aguantaba de excitada que estaba. Llego un momento en que el miembro estaba casi completamente erecto y duro, y se veía muy grande e imponente, era como los que había visto en película pornográficas!, yo ya estaba pensando que apenas terminara me iba a ir al baño a masturbarme. Él había estado callado todo el rato, y cuando ya el miembro esta erecto totalmente me dijo, disculpe la erección, si quiere lo dejamos hasta aquí no mas…, no, le dije yo, no se preocupe no estoy viendo nada que no haya visto antes, lo dije medio en broma para que no se sintiera mal. Entonces él me explico, muy serio, que era porque desde que lo operaron, hacia como diez días que no había tenido relaciones…, sí, le dije, entiendo, no se preocupe, entonces me dijo como bromeando que quizás cuantos días mas iba a estar así porque el medico le había dicho que no moviera o hiciera fuerzas con el abdomen, Yo que estaba caliente a mas no poder, no se como le dije, mire si quiere lo masturbo… para que descanse… El me miro como pensando, y yo me quería morir!!, y me dijo, de veras lo haría?, sí!, le dije al tiro, se como se hace…, si de veras no es problema se lo agradecería, me dijo, no, si no es problema, le respondí, somos adultos… Así que se lo tomé con mi mano derecha sin apretarlo mucho y comencé a masturbarlo, mientras con la otra mano le acariciaba los testículos, él cerró los ojos y se quejaba suavecito. Yo me sentía toda mojada y a medida de que mi mano subía y bajaba por su miembro, sintiendo su suave piel deslizándose sobre el tallo endurecido, me iban dando más y más ganas de chupárselo. Su pene estaba cada vez mas duro y grueso y grande, el glande casi amoratado, y muy brillante, cuando note que sus quejidos eran mas fuertes, comencé a masturbarlo mas rápido y apretando y soltando su pene, bueno, al poquito rato él eyaculó dando un par de gritos muy calientes y largos, boto mucho semen y me dejo la mano toda mojada, yo estaba tan caliente con la situación que creo que sentí un orgasmo junto con él. Listo, le dije, ve que si queda mas tranquilo, si me dijo, gracias, lo necesitaba, me gustó mucho como lo hizo! Yo me fui al baño a lavarme y… bueno, me tuve que masturbar porque ya no aguantaba la calentura!. Después de esa masturbación que le hice pasaron el fin de semana y dos días mas en que le hice aseo muy formal pues su madre andaba por ahí cerca. Lo simpático fue que no volvimos a tocar el tema y conversábamos normalmente como si nada…, eso si lo note mas relajado y alegre. El día miércoles la madre salio temprano y solo quedamos los dos y la empleada, una viejita que nunca se aparecía por su dormitorio…, así que cuando comencé a asearlo el me dijo al tiro que al fin estábamos tranquilos…, así que lo pregunte si quería que lo aliviara otra vez, el me dijo de inmediato que si, que se había sentido muy bien después de la sesión de masturbación, que me dijeron!!, le termine de hacer el aseo, con su verga muy erecta…, que yo a propósito se la tomaba una y otra vez, para asearla y para hacerle aseo en las ingles…y testículos, uyyy, la sentía muy dura, como un palo!, en un momento temí que eyaculara en esos momentos… Cuando termine el aseo comencé a masturbarlo, despacito, solo con dos dedos… es una técnica que aprendí cuando joven…, le corría y descorría el prepucio y el daba unos ricos quejidos con los ojos cerrados, eso me puso muy excitada a mi, y me moje como no te imaginas…, el empujaba su verga hacia arriba como buscando que se la tomara con toda la mano, con desesperación…, eso me asustó un poco pues porque no debía moverse muy brusco, así que se la tome entera con toda mi mano y seguí así un rato, el estaba disfrutando a mil…, el glande lo tenia muy rojo y brillante, a punto de explotar…, y ahí no me aguante…, lo mire y el seguía con los ojos cerrados… y baje mi boca hasta su verga y comencé a pasarle la lengua por su cabecita.. ufff… ya habían salido esas gotitas de liquido seminal y las lamí toda caliente!, lanzó un ¡uuufff! y me tomó la cabeza con sus manos suavemente…, yo no quise ni mirarlo y le empecé a dar besitos en el glande hasta que de a poco me lo fui metiendo en la boca, yo estaba tan excitada que como estaba hincada a lado de la cama me comencé a masturbar con una mano por encima de las bragas…, y ya con eso termine de calentarme totalmente así que comencé a mamársela como loca, me lo metía hasta el fondo del paladar e igual quedaba un poco de tronco afuera!, casi me ahogaba cuando me lo metía todo en la boca, al poquito rato de estarlo mamando sentí sus estremecimientos y lo saque de la boca y se lo masturbe lo mas fuerte posible así que eyaculo casi de inmediato, ufff… al ver toda ese semen saliendo yo termine también con un rico orgasmo!!!. Después el me dijo, gracias fue muy rico!, y se relajó quedando totalmente laxo…, así que se lo limpie bien de nuevo y lo dejé descansar una buen rato antes de vestirlo para los ejercicios… Al otro día, era sábado y estaba su esposa en la casa así que ni mencionamos todo esto, y el domingo la señora me dijo que ya él estaba bien, y que no era necesario que volviera. Pensé que él me llamaría por teléfono, pero nunca más supe de él. Ha sido la verga más grande, bonita y rica que he visto!!, quedé con unas ganas locas de sentirla dentro de mí!, y hasta el día de hoy no se porque no lo hice..., y me arrepiento!



DESEOS MATERNALES

Cuando pasé por delante del cuarto de baño, vi que la puerta estaba entreabierta y se veía la luz encendida y oí una especie de jadeos y gemidos. Al principio me dio miedo, pero abrí un poco la puerta muy despacio, y pude ver a escondidas a mi hijo, se estaba masturbando. La escena me produjo un morbo increíble, por lo que me quede escondida mirando como se satisfacía sexualmente. Observe como con su mano sostenía su erecto miembro viril, al que sacudía con cierta violencia, sentado en el borde del inodoro, con sus ojos cerrados apuntando hacia el techo. De pronto vi que comenzó a llegarle el clímax, acelerando sus movimientos manuales, y llegando este, unos chijetes de semen salieron de su verga desparramándose por el piso del baño. Mientras lo observaba, mi vagina destilaba sus jugos, así que levante mi falda y metí mi mano entre las bragas para pajearme violentamente en mi clítoris, al punto que en los instantes de él acabar, me sobrevino un intenso orgasmo, que reprimí como pude, marchándome a mi dormitorio. Cuando entré, mis bragas estaban muy mojadas, me desnudé me tumbé en la cama y cogí de mi mesita mi vibrador y me puse a hacerme una paja, clavándome mi juguete hasta el fondo. Mientras lo hacia, a mi cabeza venían los pensamientos de que mi hijo me cogía y me introducía toda esa verga dentro de mi caliente vagina. Entre pensamientos perversos, me llego el orgasmo, con el vibrador dentro de mi chuchita y mis dedos masajeando mi clítoris. Viví casi una semana de turbulentos deseos y pudores, me sentía sucia, pervertida, pero la imagen de esa verga juvenil, erecta y tierna casi no me dejaba espacio para arrepentimientos. Hasta que una tarde calurosa mis puritanismo cedió a mis ansias de hembra. Mi hijo dormía su siesta vestido sobre la cama. Me senté junto a él, y sin pensar en nada más le desabroché el botón del pantalón, le bajé la cremallera del mismo, se lo baje un poco, igual que su slip y se la vi. Ante mi apareció esa verga preciosa... que linda se veía allí, recostada sobre sus huevos. Al verla, sentí por mi cuerpo una especie de escalofrío al tener semejante hermosura delante de mí. Arrimé mi boca a la cabeza de su verga y le di un beso, mire a mi hijo y pude ver su cara que era toda tranquilidad, por lo que la tomé con mi mano aun con el riesgo de que él se despertase y me descubriese. Seguí besándola a todo lo largo de su tallo hasta sus huevos y como veía que él no se despertaba, le bajé del toda su ropa para que mi mano tuviese mas libertad de movimientos. La recorría de arriba a abajo con mi mano, su dureza hacia que mi excitación creciera más y yo, mas atrevida, empecé a chupársela, por lo que su verga crecía y crecía. Sí, una preciosa verga... y toda para mí. Me sobresalte al oír su voz lanzando un suave quejido, y al mirarlo pude ver como su mirada se clavaba en mí y en mis labios que tenían aprisionada su hermosa verga... me quedé ahí sin hacer nada por un instante, entonces él cerró los ojos y sonriendo, le di un beso en la cabecita de su verga como dándole las gracias por permitirme seguir disfrutando de su hermoso miembro, y continué con mis besos y lamidos a todo lo largo de ese falo duro e inhiesto. Con mi lengua empecé a recorrer todo el entorno de su glande, antes de metérmela en mi boca por completo para chupársela. Empecé a mamársela con avidez como si estuviese chupando un helado. En un momento de arrebato, mi hijo se levantó, me tumbó boca arriba, metió su verga en mi boca y comenzó a meterla y sacarla. Recuerdo que su pene llegaba a al fondo de mi garganta. Al cabo de un rato no pudo aguantar y se corrió. Yo sentí como un río de leche inundaba mi boca y rápidamente comencé a tragármela. Después la sacó y se tumbo a mi lado. Un silencio cómplice nos envolvió hasta que me levanté y me fui a mi dormitorio a llorar de vergüenza.



TONY

Ocurrió sin pensarlo ni buscarlo, fue casi un accidente, una casualidad o la confluencia de varias circunstancias. Era un sábado por la tarde, ya estaba a punto de oscurecer, estaba sentada en un sofá leyendo una historia de amor, algo subida de tono. Mientras leía con el libro apoyado en el sofá, estaba acariciando a Tony, mi perro dálmata, que estaba recostado a mi lado y que se desperezaba y estiraba ante mis inconscientes caricias. Yo notaba que se estiraba, y me sentía cómoda acariciando a mi fiel mascota y viendo sus manifestaciones de agradecimiento. No se cuando sucedió, el animal se dio la vuelta, dejándome su panza al alcance de mis manos, ni me di cuenta absorta en la lectura, estaba acariciando su barriga cuando de pronto sentí aquella extraña sensación húmeda y cálida que me despertó de mi mundo. Miré que había pasado y mi Tony estaba excitado de forma que jamás había visto. Su verga era enorme, muy dura y tiesa, al principio sentí un cierto rechazo, pero mi cuerpo estaba algo alterado por la lectura y pensé en echar fuera al animal, pero sonreí, casi con miedo, le acerqué mi mano que comenzó a lamer. Sentí unos deseos irrefrenables de acariciarle de nuevo su barriga, con cierta vergüenza, como algo clandestino o prohibido aun en la seguridad de la soledad. Mi mano fue bajando y con mis dedos comencé a acariciar su piel, el animal se colocaba como dejándome toda su panza libre e invitándome en mis caricias. No se lo que me pasó, sentía deseos de ver como de nuevo su pene volvía a salirse, cada vez mas enorme y comenzó a parecerme menos asqueroso, al mirarlo lo veía durísimo y me entraron deseos de tocárselo , solo tocar con mis dedos, nada de acariciarlo pensaba. ¿Sería como la de un hombre, sería más dura? Me daba algo de temor, me hubiera gustado tener unos guantes o un paño, pero claro no podría notar esa sensación, mis dedos temblaban en la duda, miré las ventanas y la puerta como si alguien pudiera estar observándome y por fin le toqué con las yemas de mis dedos, nada más tocarle retiré mi mano como si me hubiera dado una descarga eléctrica; apenas había sentido nada pero mis miedos me hicieron escapar. Seguí acariciando su barriga, y Tony al notar que mis caricias eran más cercanas, comenzó a moverse como si mi mano fuera la de una perra en celo que le despertaba todos sus deseos. Me volví a asustar al ver que la verga del animal estaba muy tiesa, pero algo estaba pasando en mi interior, no podía pensar en deseo pero si en inquietud, era como si sintiera la necesidad de hacerlo gozar o me excitara su ardiente deseo. Separé mis piernas, y mi mano derecha se apoyó en mi sexo mientras con la izquierda seguía con mis caricias a Tony; cuanto más mi mano derecha se acercaba a mi sexo, mas atrevidas eran mis caricias al animal, sentí mi sexo mojado, ardiendo, cuando mis dedos lo tocaron y mientras ya mi mano izquierda sujetaba su verga con dos dedos. El animal intentaba moverse en un mete y saca y yo lo estaba imaginando en lugar de mis dedos, estaba a punto del orgasmo pero no quería que aquello se terminara, era una sensación totalmente desconocida en mi vida, mientras Tony se movía adelante y atrás yo introduje mis dedos en mi chucha y me parecía sentir en ella toda esa furia animal, estaba completamente loca de deseo, parecía que me iba a desmayar sin respiración, agarré ya sin miedo aquella erecta verga y me acerqué, comencé a pasar mi lengua por su parte roja, no me atrevía a meter la punta dentro de mi boca, noté que unos pelillos se quedaban en mi lengua y los limpié, ya nada resultaba desagradable, me acerqué mas a él, ahora mi chucha era un charco, el animal me miraba como extrañado de verme con su verga en mi boca, mis manos aceleraron sus movimientos en mi sexo, entonces me vino un orgasmo como jamás había sentido. Me sentí rabiosa y sucia, me venían arcadas, me fui corriendo a la ducha, dejé que el agua y el jabón corrieran por mi piel limpiándome no sabia que, y poco a poco me fui calmando. Al día siguiente no quería ni pensar en lo ocurrido, el perro corría por el patio y se metía en el garaje, donde tenía su sitio, cuando venía alguien se acercaba a la puerta como esperando a que le invitaran a entrar pero no entraba jamás sin permiso. Yo tenía como miedo a quedarme con él a solas, no lo acariciaba ni le decía nada. Ya en la noche al quedarme a solas, los pensamientos volvieron a mí, de nuevo me sentí excitada y con deseos, pensé en llamarlo pero me lo negué rápidamente. Sentada en el sofá, comencé a sentir deseo en mi cuerpo y poco a poco me vi acariciándome. Llené la bañera y me metí dentro, me enjabonaba toda y mis manos buscaban tranquilizar mis intensos deseos, pero de nuevo la imagen de mi perro Tony, deseoso y con su enorme y dura verga me estaba volviendo loca. Me salí de la bañera y me puse una bata, sin ropa interior, ni lo pensé, abrí la puerta que da al patio y mi fiel mascota ya estaba esperando, me miró, acaricié su lomo y lo dejé entrar, el animal se fue directo al sofá, su lugar favorito. Comencé acariciando su cabeza y su lomo y Tony, metió su hocico entre mis piernas, la bata se abrió y Tony pasó su enorme lengua por mi sexo, mojándolo con sus babas, abrí del todo la bata y puse mi vulva a su disposición, pero el animal no hizo nada, con mi mano traté de acercarle su cabeza, pero no podía entender lo que su ama estaba deseando. Me levanté y fui a la despensa, busqué algo para untarme y animarlo, por fin reparé en un tarro de miel, sonreí, estuve a punto de dejarlo y echar a Tony fuera, pero los deseos nublaban mi pensamiento, eché un poco de miel en mi mano y rápidamente Tony vino a lamerla, llené mi mano, la miel desbordaba, llevé el tarro al salón y me tumbé sobre la alfombra en unos cojines; mi mano rebosante de miel se fue directamente a mi sexo, la sensación era un poco rara, creo que estaba colorada de vergüenza y deseo mezclados, dejé que la miel se metiera entre mis labios vaginales, e incluso con mis dedos la esparcía; apenas me dio tiempo, Tony volvía a lamer mis manos, pero yo le enseñaba el camino de la miel y él no tardo en encontrarlo, pasó su lengua enorme por mi sexo y era la locura, nada que ver con la de un hombre, era enorme y algo mas rasposa y dura, la pasaba una vez y otra y a cada lamida un escalofrío me recorría el cuerpo, lamía una y otra vez, desesperadamente, buscando la miel por los rincones de mi chucha, su lengua se doblaba y ese enorme filete enroscado, entraba y salía en mi inundándome hasta reventar en un orgasmo increíble. No se si eran mis propios jugos mezclados con la miel lo que hacían que Tony insistiera más y más, yo me corría sin parar, apenas me recuperaba y ese maestro comenzaba de nuevo a lamer y si yo por mi orgasmo intentaba apretar mis piernas, él me separaba con su enorme cabeza y de nuevo me volvía a poner desesperadamente deseosa. No se cuantas veces, ni cuanto tiempo pasamos así, pero me ardía la cara, mis piernas no aguantaban de mi peso, apoyé mi cabeza en el cojín, Tony se tumbó a mi lado y me quedé completamente dormida, extenuada del placer. Desperté a las dos horas, le abrí la puerta a Tony, y me encerré en la ducha, no tenía fuerzas para nada, me duché y completamente desnuda me metí en mi cama, aun me daban calambres al recordar, pensaba con una enorme sonrisa, en mi descubrimiento y en que jamás me volvería a encontrar sola.



domingo, 7 de agosto de 2011

KINGO, MI AMANTE SECRETO

Todo esto ocurrió cuando enviudé, en un intento de apaliar la crisis emocional fue que me regalaron un perro, Kingo, un dálmata al que siempre quise mucho. Y que siempre estuvo ahí cuando necesité compañía… Lo que contaré pasó cuando Kingo ya tenía unos 3 años y nunca se había cruzado con una hembra. En esa ocasión, aburrida navegando por Internet me dio por buscar porno. Estaba caliente y quería masturbarme un rato y buscaba algún tipo de inspiración mirando vergas. Yo pensaba que era un bicho raro. A mi me encantaba el sexo. Si, lo reconozco, parecía una ninfomanía, solo pensaba en el sexo a todas horas. Yo lo hablaba con mis amigas y a muchas de ellas si les gustaba, pero no al nivel que me gustaba a mí. Como estaba sola, no tarde en desvestirme, cogí el consolador casero que me había fabricado con una zanahoria del tamaño adecuado y un condón, y empecé a masturbarme mientras veía una película porno. Esta situación paso a ser bastante monótona en esos días calurosos. Con el aburrimiento me fabricaba diversos consoladores con diferentes zanahorias. Así podía disfrutar de vergas mas anchas, mas largas, en forma de cono, con rugosidades… Ese día, estaba en una de mis masturbaciones rutinarias y olvide que había dejado la puerta de mi habitación abierta. Creo que los jadeos que producía alertaron a Kingo que apareció al poco de empezar yo. Me asusté al ver la puerta entrecerrada abrirse de golpe por la entrada del can. Creía que había regresado mi hijo y que me había pillado. Por el nerviosismo que me entró paré de masturbarme. Kingo estaba muy nervioso al lado de la cama. No era normal en el. Ya que era un perro muy cariñoso y manso. Pero ese día estaba muy nervioso. Me preocupé por el y me levante y me puse a su lado. Por un momento me dio un ataque de vergüenza al estar desnuda, pero se me borro de la cabeza al instante y me dije a mi misma “Es Kingo…”. Me puse a su lado e intente tranquilizarlo un poco acariciándolo. Conseguí que se sentara pero seguía nervioso. Así que hice que se tumbara… y me eché para atrás de golpe al ver que tenia el miembro fuera. Era bastante grande, incluso me pareció un poco más grande que la de los hombres con los había estado, era de un color rojizo y lleno de venas. De golpe entendí el porque del nerviosismo de Kingo. Empecé a reírme sola al pensar “Kingo se a puesto caliente al oír mis gemidos, vaya perro que tengo”. Así que me vestí, y deje al perro lamiéndose su verga. Pasaron varios días y la imagen del miembro del perro había pasado por mi cabeza muchas veces. No podía creer lo que me estaba pasando. Yo misma me negaba a mi misma mis propios pensamientos, la verdad que pensar que el se puso caliente con mis gemidos y recordar esa verga, hacían que cada vez que me acordaba me recorriera un hormigueo por el cuerpo. A veces me sentía muy mal conmigo misma por tener esos pensamientos, “Será posible que un perro tenga placer como un ser humano” o “Un perro puede darle placer a una persona?”. No tarde en investigar por Internet. Pero no sabia que y como buscar. Sabia de la existencia de la zoofilia, pero nada mas, solo al nivel de lamidos. Así que busque lo más coherente en esto casos. “sexo con animales”, esperaba encontrar algún tipo de relato místico o alguna que otra historia muy despectiva sobre el asunto, pero lo que me encontré fue un aluvión de páginas web donde el sexo con animales estaba presente. Estaba alucinando, fotos, videos, relatos… resulto que mis pensamientos no eran los únicos en el mundo con algún tipo de atracción sexual con animales. Cada vez que veía una foto, me excitaba, cada vez que descargaba un video me excitaba pero lo que mas me animo a probar algo que seguramente no me habría atrevido a hacer, fue la lectura de varios relatos. Realmente esas personas gozaban mucho del placer con perros. Me los leía y me los releía una y otra vez. Acababa de descubrir un mundo que me encantaba, pero que a la vez me producía un fuerte rechazo en mí. Me encantaba leer los relatos y ver las fotos y los videos, pero cuando me imaginaba haciéndolo con Kingo me entraba un temblor en las piernas, un nerviosismo y a la vez un rechazo que me hacían entender que eso que estaba imaginando no estaba nada bien. Un día yo estaba en mi cuarto disfrutando con uno de mis consoladores. En esos momentos de excitación máxima con el consolador metido en mi sexo se me pasó por la cabeza el miembro de Kingo. No lo dudé, me levante de golpe de la cama, sin quitarme el consolador. Desnuda por toda la casa, Salí al patio donde estaba Kingo. Lo vi tumbado en el pasto, el se levanto de un salto y se dirigió a mi. Empecé a acariciarlo y a convencerlo de que me acompañara y así fue. Lo lleve a mi habitación, lo acaricie y lo tumbe en el suelo. Me desilusione un poco al ver que no estaba excitado. La verdad es que estaba muy nerviosa y me pare un momento a reflexionar mi acto por el exceso de excitación que había tenido. Me quite el consolado y lo deje en el suelo. Me senté en la cama y apoye la cabeza sobre las manos. Estaba teniendo un conflicto interno. Por un lado estaba excitadísima, por otro estaba el hecho de que era Kingo, mi mascota de toda la vida, por otro, estaba el que dirá la gente, y sobretodo sabía que esto no era normal. Nada normal. Tenía 56 años y estaba a punto de que montar a un perro. En ese instante me sentí como una basura, me sentía muy pequeña, me sentía muy débil y me di asco de mi misma. Entonces recordé todos los videos fotos y relatos de gente practicando zoofilia. Y pensé que no era la única con esos pensamientos. Algunos de los videos eran muy fuertes para mí. Chicas siendo penetradas por caballos, chicas folladas a cuatro patas salvajemente por los perros… Pero también recordé todos los relatos que explicaban cosas mas suaves y como contaban como habían gozado y de los muchas orgasmos que tenían. Me levante y me dirigí al computador, revise mi colección y vi unos cuantos videos de chicas que estaban disfrutando con perros, de las posturas y sobretodo de las mamadas que les hacían al perro. Por aquel entonces los videos que tenia eran videos cortos de apenas unos minutos, pero me excitaba mucho verlos. Entonces dirigí la mirada a Kingo que lo había olvidado y lo vi lamiendo el consolador que deje en el suelo. Me levante todo decidida y empecé a acariciar a mi mascota. Sabía que quería hacerlo y si no daba el primer paso no lo conseguiría nunca. Pensé que realmente nadie se enteraría de mi perversión y que con probar no pasaría nada. Tumbe a Kingo en el suelo, estaba muy juguetón, así que me costo mucho, Fui bajando las caricias poco a poco a su miembro. Cuando estaba a punto de tocarlo me detuve un momento a pensar, pero sabia que si estaba mucho tiempo así acabaría por no hacerlo. Así que puse mi mano en la funda donde guardan el pene. En ese momento decidí hacerlo poco a poco y por partes, a ver como solucionaría el primer encuentro. Sabia que es lo que tenia que hacer, tenia que masturbar al perro y así lo hice. Empecé a subir y a bajar la mano pero no daba ningún resultado, pero de golpe empezó a asomar la punta del pene muy rojo. En ese momento me excité muchísimo cuando pensé que le estaba dando placer al perro, que Kingo también estaba gozando. En ese momento empecé a mover la mano más enérgicamente para acelerar la erección. Había leído que un perro tiene la polla grande y que cuando más excitado esta el perro de golpe le crece el nudo detrás y el miembro aumenta considerablemente de tamaño. Eso es lo que iba a averiguar. Si quería mantener relaciones con Kingo quería estar segura de su tamaño real. La verga de Kingo ya salía unos 15 cm. de la funda, para mi era un tamaño descomunal y era gordita. Era más grande que la vez anterior y suponía que aun tenía que crecer un poco más. La verga del perro me pareció fea y bella a la vez, un capuchón rojo lleno de venas no es que sea muy bonito, pero tenía un tacto diferente, muy lisa y parecía muy delicada. Mientras que con una mano masturbaba al can con la otra decidí hacer lo mismo conmigo. Y tras un rato dándonos placer tenía la mano muy mojada debido a lo humedecido que tenia mi vulva, así que sin pensarlo le puse mi mano chorreante en su hocico. Lo olió y le gusto porque acto seguido lamió y relamió mi mano hasta secarme de mis fluidos vaginales. Yo quería practicar sexo mas adelante con el perro, ya lo había decidido así, y la experiencia hasta ahora me estaba gustando. Al empezar la masturbación pensé que lo mejor seria ir poco a poco, y hacerle solo la paja pero en ese momento estaba muy excitada y no podía más. Hice como unos de los videos que había visto. Me tumbe a su lado, pase una pierna por encima del lomo del perro para que no se levantara y le ofrecí los jugos de mi vagina a la lengua del perro, había oído hablar maravillas de ella pero yo quería comprobarlo. No tardo el utilizar su lengua para limpiar mi sexo, su lengua buscaba todos los rincones de mi vagina, yo abría más las piernas para que entrara en lo más profundo de mí. Kingo no se dedicaba exclusivamente a mi vulva sino también a mi ano. Como aun lo tenía dilatado no tardo el relamer mi vagina, incluso introduciendo un poco su lengua. Nunca en mi vida había sentido tal gozo. No quería que se acabara nunca. Su lengua no dejaba rincón sin recorrer mientras yo gemía como una adolescente solo sabe hacer. No tardo en llegarme el orgasmo. Y vaya orgasmo. Incluso así, él no paraba de lamer y yo no paraba de masturbarlo. No me había dado cuenta pero le había salido un bulto en la base del pene. Un bulto enorme. Y me calentaba más solo en pensar que si me llegara a follar todo eso estaría dentro de mí y podría llegarme a partir en dos. Acto seguido Kingo eyaculó. Empezó a soltar chorros de semen que caía en mi pierna y en mi mano. Salía con presión y era bastante líquido. Algo más blanquecino que el de un hombre. Incluso así no pare de pajearlo hasta que dejo de salir semen. Estuve tumbada un rato en el suelo, analizando lo que había hecho, lo bien que me sentía. El gozo que recorría mi cuerpo. Me levante y me fui a darme una ducha caliente. Deje a mi amante limpiándose el solito el pene con esa maravillosa lengua que tenia. La verdad en ningún momento posterior me lamente de lo que hice, pero sabia que tenia que prepararme si quería culiar con Kingo. Lo que hasta ahora no ha llegado a suceder.

NOCHE INCESTUOSA

Lo nuestro con mi mami es algo muy íntimo. No sé en realidad como explicarlo. Algo casi natural, lo nuestro empezó la primera noche que ella durmió conmigo cuando vino a verme, como en la pieza solo tengo una cama, dormimos juntos. Esa noche antes de dormir, mi mami se fue al baño a vestirse, el cual queda en la misma pieza, ella dejó casualmente la puerta entreabierta, por lo que en un momento pude ver como ella se desvestía, estaba de espaldas a la puerta con un pie sobre el WC algo agachada revisando una uña del pié, estaba sólo con unos calzones negros que se le metían en el trasero, creo que antes nunca vi a mi madre usar ropa interior tan pequeña, de las veces que recuerdo haberla visto en ropa interior, siempre usaba calzones no tan chicos como el de esa ocasión, además pude ver levemente sus blancos pechos. Yo en ese minuto estaba sólo en slips ya que siempre duermo así, inmediatamente mi pene reaccionó y me quedé mirándola unos minutos, después ella se puso una larga camiseta y se dispuso a lavarse los dientes, yo decidí acostarme inmediatamente ya que mi erección podría delatarme. Después ella se metió a mi cama y me abrazó tiernamente, diciendo que hacía muchos años que no tenía a su niño entre sus brazos, me abrazó y me dio un tierno beso en la mejilla, al sentir sus suaves piernas entre las mías y sus esponjosos senos a través de la tela de la camiseta, mi pene no pudo sino reaccionar instintivamente, se puso tieso, cosa que mi madre notó inmediatamente y nerviosamente se corrió un poco de mi lado y comenzó a charlar acerca de como me iba en la universidad. En todo caso nuestras piernas permanecían en contacto ya que ella estaba un poco helada aún, vimos un rato televisión, ella se quedó dormida primero, como a la media hora después apagué el televisor y dispuse a dormirme, pero el calor y el aroma de su cuerpo me tenía intranquilo, ella dormía de lado, dándome la espalda, acerqué mi cuerpo al de ella, pude darme cuenta que su polera estaba completamente subida, el contacto de mi pene a través de mi slip con la suave tela del calzón de mi mami hizo que se pusiera dura nuevamente, decidí tantear el terreno y acomodé mi miembro entre sus nalgas, no tuve ninguna respuesta, enseguida metí mi mano para acariciar lentamente su trasero, recorrí suavemente mi mano por sus nalgas, sobre la delgada tela del calzoncito que ya tenía casi completamente metido entre sus nalgas, quedando estas completamente desnudas. Posteriormente subí mi mano sobre su pecho y acaricié uno de sus senos sobres la tela de la polera, sus pezones respondieron inmediatamente a mis caricias, por lo que pensé que mi madre podía estar despierta, me quedé quieto un rato y al no notar ningún problema bajé mi mano por delante de ella, hasta poner mi mano sobre su pubis. Pude notar que la parte frontal de su calzón era de blondas sin elásticos en los bordes, por lo que me fue muy fácil meter mis dedos por los bordes y sentir sus pelitos, pude darme cuenta ella se afeitaba su pubis, algo que me llamo mucho la atención, podía notar claramente que gran parte de su pubis estaba afeitado, pero que los pelitos ya estaban creciendo por lo que presumí que seguramente hacia varios días que no se afeitaba. Aquello me calentó aún más. Decidí sacar mi pene del slip y ponerlo entre las nalgas de mami, acaricié con mi pene largamente el trasero de ella, incluso llegue a separar un poco la tela del calzón hacia un costado para que mi pene se acomodara mejor, mi calentura era tanta que estuve a punto de acabar, cuando de repente noté que mi mami se movió, me quedé helado, instantáneamente me acomodé boca arriba y ella pareció despertar, se revisó el trasero y sin duda se dio cuenta de la humedad de su trasero producto de mis fluidos preseminales, sentí que se acomodó sus bragas, me quedé paralizado del miedo, después ella volvió a quedarse en la misma posición pegando después de un rato nuevamente su trasero al costado de mi cadera, pero no tuve el valor de intentar, al menos por esa noche, nada más. Al día siguiente era sábado y no tenía clases, ella se despertó primero y se levantó, mientras buscaba su bata de levantar me desperté y me saludó cariñosamente con un beso, al acercarse a dármelo pude tener una amplia vista del escote de mamá a través del cuello de la polera, aquella fugaz imagen de los blancos pechos y la marca de los pezones me calentó aún más a rabiar, me preguntó si yo me ducharía primero, yo dije que ella primero, ya que sí me levantaba mi erección me delataría, además al entrar, nuevamente dejo la puerta entre abierta, por lo que me decidí a espiarla, me levanté y me ubiqué detrás de un tabique por lo que tenía una favorable vista de ella, se quitó la bata de levantar, quedando con su polera la que también se quitó, aunque siempre dándome la espalda, pudiendo yo apreciar claramente como sus braguitas estaban metidas en su lindo trasero, se acercó al espejo, lo que me permitió tener la primera vista de sus pechos, eran blancos como la leche, con unos pezones de color rosado al igual que su amplia aureola que los rodeaba, aunque ya los efectos de la gravedad lo hacia apuntar levemente hacia abajo, eran sin dudad hermosos, se los tocó muy cuidadosamente por lo que también se le pusieron duros como dos fresas, se miró muy cuidadosamente y después se quitó sus bragas, lamentablemente el espejo es de medio cuerpo y no me permitió apreciar su chuchita, aunque al quitarse sus braguitas las examinó y se dio cuenta de una gran mancha blanca en la parte posterior, se quedó un rato pensando y creí morirme de la impresión, pensé que tal vez mi madre habría adivinado lo que paso la noche anterior. Pero ya no me atreví a más en los días que ella estuvo conmigo. Nunca hemos tocado el tema y se lo agradezco, viviré para siempre con la duda de si ella se dio cuenta de lo sucedido aquella noche, y también con la emoción de haber vivido una noche incestuosa.

RENDICION INCESTUOSA

Hacia tres años que mi hijo y yo vivíamos solos en un pequeño departamento. Yo sobrellevaba una viudez de casi seis años, sin pareja y en una soledad voluntaria que ya me estaba pesando, en más de alguna madrugada me despertaba sudando, sintiendo en mi cuerpo la urgencia de un hombre. Aquella noche mi hijo dormía placidamente a mí lado en la cama matrimonial. Su cuarto había sido pintado en la tarde así que le dije que durmiera en mi habitación. Mi hijo estaba estirado boca arriba con las piernas abiertas y su cabeza apoyada sobre mi brazo. Estaba vestido únicamente con una camiseta deportiva que se le había subido hasta el ombligo y dejaba ver perfectamente unos calzoncillos bastante ajustados que denotaban perfectamente la figura de su miembro y sus testículos. No se porqué había tenido el atrevimiento de dormir en esas condiciones junto a su madre pero la verdad es que no me atreví a decirle que no lo hiciera, tal vez por pudor o tal vez incluso por curiosidad, pues ya tenía 22 años, y hacia varios años que no lo había visto en calzoncillo, mucho menos desnudo. Mientras yo veía televisión él seguía durmiendo como un niño. En un momento cambió de posición. Se colocó de lado, con las piernas ligeramente flexionadas y con una sobre la otra. Uno de sus brazos había quedado aprisionado por su cuerpo y el otro quedó colgando sobre su pecho. En ese momento retiré el mío de debajo de su cabeza porque empezaba a quedárseme dormido. Por primera vez me estaba fijando en él como el hombre que era y no como mi hijo. No sabía que me pasaba pero no podía dejar de mirarle bajo la tenue luz de la televisión. Sus labios eran lo que más llamaba mi atención. Sin pensar en lo que hacía, sin tener en cuenta quién era, estiré un dedo para tocar sus labios. El contacto fue electrizante. Pude sentir cosquillas en todo mi cuerpo. No pude evitar acariciárselos. Él continuaba dormido y yo seguía sin apartar los ojos de su boca. Estaba jugando a un juego muy peligroso pero ya era incapaz de detenerme. Levanté mi cabeza de la almohada y lentamente, muy lentamente, me acerqué a su cara. La separación se hacía cada vez menor, su respiración se notaba más fuerte en mi piel, mi corazón latía más deprisa y, finalmente posé mis labios sobre los suyos. Dejé que la puntita de mi lengua se abriese paso entre mis dientes y que participase de aquel contacto. Acaricié toda su boca con ella, desde una comisura hasta la otra antes de retornar mi cabeza al lugar de donde no debía haberse movido. Pero mi temeridad no acabó ahí. Envalentonada por el éxito de lo que había hecho y sin ningún atisbo de sentido común, la mano que antes había abusado de la boca de mi hijo dormido se dispuso a profanar el resto de su cuerpo. Con mucho cuidado, para evitar alguna brusquedad que lo pudiese despertar, cogí el borde de su camiseta y se la levanté todo lo que pude. Dejé al aire libre todo su abdomen y comencé a deslizar la yema de mis dedos por encima de su abdomen y fui subiendo en dirección hacia su tetilla derecha. Tal como había subido, descendí de nuevo hasta su abdomen. Allí, con la palma abierta, se lo acaricié todo hasta que mis dedos rozaron el borde de sus calzoncillos. El contacto con la tela me hizo retirar la mano. No sabía si debía seguir. Aquello podía convertirse en un drama. Volví a mirar su cara y volví a ver que dormía. Como una insensatez temeraria que desconocí en mí misma, decidí proseguir con aquello. Devolví mi mano al lugar del que la había quitado y, con mucho cuidado, hurgué por allí dentro del calzoncillo de mi hijo hasta que di con su pene que estaba colocado hacía un lado y completamente flácido. Estiré el brazo un poco y conseguí cogérselo con la mano. No pude evitar dejar escapar un leve gemido de excitación. En ese estado no era muy grande pero yo estaba segura de que podía crecer mucho más. Además, era bastante grueso. Coloqué mis dedos en su prepucio y lo retraje para dejar al aire su glande. Pasé los dedos por él, posándolos en la punta, deslizándolos por sus paredes y metiéndolos en el espacio donde se une con el tronco del pene. Aquello era deliciosamente inquietante. Volví a cubrirlo con el pellejo y alargue un poco más la mano para dejar atrás su pene. Toqué con mis dedos la suave bolsa que protegía sus testículos. Sus piernas cerradas me impedían agarrarlos por lo que, con muchísimo cuidado, empujé la pierna que me impedía llevar a cabo mi propósito hasta obligarla a retroceder un paso. Sus testículos se amoldaban a la perfección al hueco de mi mano cerrada sobre ellos. Mientras los acariciaba, mi muñeca y mi antebrazo tocaban su pene, friccionándolo y aprisionándolo contra su pubis. Pude notar como, poco a poco, se iba poniendo tieso e iba cambiando de dirección hasta apuntar directamente a la cabecera de la cama. Casi sin respirar, a punto de sufrir una taquicardia, fui levantando mi mirada. Un sudor frío recorría mi espalda mientras miraba su pecho, su cuello y, finalmente su cara. La sangré se me heló y me preparé para lo peor. Mi hijo, al que tanto quería, se había despertado. Me estaba mirando y, para mi desconcierto, me sonreía. No dijo nada pero la mano que descansaba libre sobre el colchón se movió hasta mí y tocó uno de mis pechos. Me quedé estupefacta. Mi hijo me estaba tocando una teta. Cuando fui capaz de darme cuenta de lo que verdaderamente estaba ocurriendo ahí, pasé del terror más absoluto a borrar de mi mente cualquier tipo de preocupación. Me separé de mi hijo y me senté sobre la cama para quitarme el camisón y el sujetador que llevaba puesto. Él no apartó su vista de mí en ningún momento. Dejé que me contemplara unos segundos, que se deleitara conmigo, y pasé a la acción tumbándole boca arriba. El se dejó hacer y yo me senté a horcajadas sobre sus piernas. Agarré sus muñecas y se las coloqué encima de la cabeza. Él, mientras yo manipulaba su posición, aprovechó que mi gesto me obligó a agacharme sobre él para levantar la cabeza y besarme un seno. Aquello me hizo muy feliz y no pude evitar gemir. Cuando estuvo colocado en la posición que yo deseaba, le levanté la camiseta todo lo que pude. Luego chupé sus dos tetillas, lamí su esternón e introduje mi lengua dentro de su ombligo. Esto último, hizo que su barriga se contrajese y que se escuchase un largo gemido de su parte. Pasé mi lengua por la hilera de pelos que parecían marcarme el camino a seguir para llegar al pene de mi hijo. Esta vez, mi lengua se encontró con la punta de su pene. Un suave gemido se le escapó. Lamí todo su pene. Me dispuse a quitarle el calzoncillo y en cuestión de segundos su pene quedó libre. Separé sus piernas lo suficiente como para que mi antebrazo se posase en el hueco dejado por ellas y mi mano alcanzase sin problemas sus testículos. Se los acaricié con ternura de nuevo, rozándolos con mis dedos. Acerqué mi boca a la base de su pene y, con la puntita de mi lengua, lo lamí muy despacio hasta llegar a su otro extremo. Nunca antes había tenido entre mis labios un miembro de hombre, me casé virgen y mi difunto esposo era un hombre muy frío y monótono en lo sexual. Encantada por lo que estaba probando y decidida a dar un mayor placer a mi hijo, agarré su pene con la mano que me quedaba libre y cubrí su glande con mis labios, envolviéndolo suavemente con ellos. Mi hijo suspiró y yo, sin sacármelo, posé mi lengua sobre él. Se lo lamí de arriba abajo, de un lado al otro y de todas las maneras que se me ocurrieron. Noté como él inhalaba un poco más de aire de lo normal y yo lo aproveché para dejar que entrase en mi boca algo más de él. Poco a poco, mis labios fueron bajando por su pene hasta que conseguí que mi nariz se posase sobre su ingle. Me costó un poco lograr que entrase tanto pero, con un poco de autocontrol, lo conseguí. Cuando acostumbré a tener el pene de mi hijo en la garganta, me lo saqué de la misma manera que me lo había metido, lentamente y dejando que mis labios se deslizasen sobre él hasta tocar con ellos el meato urinario. Otra vez, igual de despacio, volví a abrir la boca y a dejar que entrase en ella hasta que mi nariz volvió a posarse sobre su ingle. Olí la entrepierna de mi hijo y me embriagué con su olor antes de levantar de nuevo la cabeza. Repetí aquello muchas veces, cada vez más rápido. Mi hijo suspiraba y lanzaba gemidos de placer. Estaba dispuesta a seguir con aquello hasta que él eyaculara pero, cuando mi hijo comenzó a dar gemidos incontrolables, se incorporó con toda la delicadeza del mundo y me impidió continuar. Me levanté para mirarle sin saber por qué había hecho eso y encontré en su mirada una complicidad intima y tranquila. Me quede quieta, ambos en silencio nos miramos a los ojos, y supe que estaba entregada a la voluntad de mi hijo. A partir de ese instante él era mi macho y yo su hembra. Luego, tras cerrar los ojos, noté como apoyaba sus manos en mis muslos y me separaba un poco las piernas. Imaginé que iba a penetrarme pero me llevé una sorpresa. En lugar de sentir su miembro abriéndose paso por mi vagina, sentí el tacto de sus dedos en los labios de mi vulva. Sentí que lentamente los separaba y sentí la humedad de una lengua que se metía allí dentro. No pude evitar gemir. Muy despacito me lamió la vagina. Parecía ser todo un experto. Su lengua iba de un lado para otro, lamiendo todos los pliegues y rincones que aparecían a su paso. Cuando hubo terminado de explorar todo el territorio, se centró en lamer mi clítoris. Después de unos minutos, le dio una última lamida a mi entrepierna y se preparó para penetrarme. Con sus piernas estiradas, se recostó sobre mi pecho. Su cara estaba a la altura de la mía y sus antebrazos, sobre los que se apoyaba para no aplastarme, los había puesto en el hueco dejado por los míos. Mientras se colocaba, su pene, completamente tieso, se frotó con mi pubis y mi vulva aumentando mi deseo por tenerle dentro. Cuando se hubo colocado, agarró su pene y lo apuntó a mi abertura vaginal. El contacto fue electrizante. Poco a poco, fue metiéndomelo hasta que nuestros cuerpos quedaron completamente unidos. Gemimos los dos. Me sentí colmada como nunca antes lo había hecho y no pude reprimir la tentación de darle un beso en los labios. Un beso que él me correspondió metiéndome la lengua completa. Nunca antes me habían besado con tanta pasión. Luego comenzó el bombeo. Poco a poco, la sacaba y la volvía a meter. Cuando entraba del todo, mi hijo empujaba un poco más comprimiendo nuestros cuerpos y haciéndome gemir de gusto. Ya no me importaba nada, tan solo me importaba el placer que podía llegar a sentir de la mano de mi amado hijo. Seguimos besándonos mientras él llevaba el ritmo de la penetración. Mientras me la metía y me la sacaba, mis manos no se quedaron quietas. Las coloqué sobre los hombros de mi hijo y, poco a poco, fui acariciando toda su espalda hasta que llegué a sus nalgas. Movida por la lujuria y por el deseo de más, aproveché la posición de mis manos para aumentar el ritmo. Cuando iba a empalarme con su verga, empujé con todas mis fuerzas sobre sus glúteos. Con el impulso adicional, había llegado más adentro y a los dos se nos escapó un grito de gusto. Aquello me gustó tanto que seguí haciéndolo cada vez que me penetraba. En pocos minutos, el placer se volvió continúo. Podía sentir como su pene salía rozándome entera y podía sentir como entraba con fuerza de nuevo. Seguía deseando que aquello durase para siempre pero sabía que se acercaba el final. Oleadas de placer me anunciaban que no podría retrasar mucho más la llegada del clímax. Él adoptó un ritmo frenético. La metía y la sacaba, la volvía a meter y la volvía a sacar a una velocidad inimaginable. Sin previo aviso, mi hijo me besó y clavó su pene con más fuerza de la habitual. Las oleadas se convirtieron en una ola intensísima que me arrastró con una fuerza devastadora. Sacudidas de placer contraían mi cuerpo. Mis músculos se agarrotaron y mi boca quedó completamente abierta. Estaba teniendo un intenso orgasmo. Gemí con toda mi fuerza. Mi mente quedó completamente en blanco. Había sido el mejor orgasmo de toda mi vida. Estuve así hasta que, en una arremetida me la metió y no la volvió a sacar. Empujó tanto como pudo, dobló su cuello hacía atrás y pude notar como llenaba mis entrañas con su semen. Era muy agradable sentir algo tan calientito ahí dentro y sentir como se derramaba por mi interior. Cuando el orgasmo pasó para él también, quedó tumbado sobre mí recuperando el aliento. Teniéndole sobre mí, pude apreciar la magnitud de lo que había pasado, pero ya era tarde para arrepentimientos o vergüenzas. Nos envolvió un tibio silencio. Como si no hubiéramos puesto de acuerdo, mi hijo me beso con ternura y se dio vuelta dándome la espalda, al poco rato se durmió. Yo por mi parte también me di vuelta, y me tapé con la cobija haciéndome la dormida casi hasta la madrugada.