martes, 12 de julio de 2011

CURIOSIDAD

Quiero contar algo que cambio mi vida sexual. En uno de mis viajes que realicé, una noche, luego de trabajar, decidí que no quería quedarme en el hotel para dormir, quería buscar una dama que me hiciera compañía (y algo más). Me duché y salí en mi auto en busca de una prostituta que al menos me hiciera una mamada dentro del auto. Recorrí las calles desiertas de esa ciudad del interior, que en una noche de un martes, creo recordar, era yo uno de los escasísimos noctámbulos. Pasé por el prostíbulo ya por mí más que conocido, pero estaba cerrado. Maldije mi suerte y simplemente me dediqué a pasear por las calles con mi auto, hasta que al fin divisé en una esquina a una alta morena que vestía el uniforme de trabajo: un top negro ajustadísimo para unas tetas no muy grandes pero bien marcadas, una minifalda roja que contenía un culo fantástico, y sexys botas negras por encima de la rodilla, cubriendo sus largas piernas envueltas en medias de red negras. Me acerqué hasta ella con el auto y ella se acercó a la ventanilla. ¡Sorpresa! ¡"Ella" no era "ella", era "El"! A pesar de tener un cuerpo hermoso, no podía ignorar su nuez de Adán, su contextura, sus hombros, sus brazos marcados por músculos de hombre... Bueno, era mejor que volver al hotel a pajearme solo, mirando el techo y sin fuente de inspiración para nada. Arreglamos el precio y subió al auto del lado del acompañante. Llevé el auto a un paraje cercano, en los límites de la ciudad, donde nadie podía vernos. Nos pasamos al asiento trasero, que es muy amplio, para tener mayor comodidad. Allí le quité el top y le toqué un poco las tetas, mas que nada por la curiosidad de que eran tetas de silicona, y pronto olvidé ese pequeño detalle y se las tocaba con ganas, se las chupaba como si fueran las de una mujer, aunque eran distintas, por ejemplo, notaba que sus pezones eran demasiado pequeños, pero no le di mayor importancia. Me bajé los pantalones y le entregué mi verga tiesa para que la mamara. Se la tragó de un bocado, sacándosela muy despacio y dándome unos golpecitos con la lengua que nunca nadie me había hecho, ni la más experta de las putas. Repitió la operación una y otra vez, realmente sabía chupar una verga, en eso debo reconocer que estaba en lo cierto cuando me ofreció sus servicios. La muy guarra tragaba la verga con maestría. Tuve curiosidad por verla desnuda y estirando mi brazo hasta sus caderas subí un poco su pollera. Ella se incorporó y me dijo: -¿Qué pasa, papito? ¿Tienes ganas de verla?-. Asentí con la cabeza. Realmente me había intimidado un poco, pero estaba realmente excitado y quería verle la verga. Se subió la minifalda hasta el ombligo y se bajó una tanguita. Quedó expuesta una tremenda verga, que dormida como estaba, debía tener unos 17 cm y era además bastante gorda. Quedé sorprendido por lo dotada que estaba esa transexual, y me deleité mirando la combinación de sus pechos con su miembro viril, algo realmente extraño y excitante. Me acerqué a ella y comencé a lamerle las tetas nuevamente, mientras le acariciaba las largas piernas. Ella me acariciaba la cabeza y el cuerpo, y se dejaba hacer. De a poco con mi mano izquierda, que era con la que acariciaba sus piernas (mi brazo derecho rodeaba su cintura) me fui acercando mas y mas a su verga, hasta que al fin la agarré con mi mano. Era algo realmente nuevo, nunca había tocado otra verga que no fuera la mía, y ahora tenía la oportunidad, pero no sentía que estaba con otro hombre, realmente tenía la ilusión de que ella era una mujer con pene. La manoseaba con cuidado, sentía que sabía que era lo que a ella le gustaba, y al fin después de dudarlo un poco, me animé y me dejé llevar por la lujuria que tenía en ese momento, me incliné y acerqué mi boca a esa verga enorme. Primero le di un beso en la punta, y sentía en mi mano como se iba erectando, como se iba poniendo dura... luego le pasé la lengua por la cabeza, que ya estaba hinchada, y al fin me la metí en la boca. ¡Que placer! Realmente era tan hermoso chupar esa verga, como cuando me la chupan a mí. Tenía en la boca un enorme y duro trozo de veinticinco centímetros, y realmente no se cuanto tiempo estuve mamándola, porque me sentí realmente transportado, posesionado por tanto placer. Le lamía los testículos, pasaba mi lengua recorriendo su miembro, y luego continuaba mamándole su pene con todo lo que de ese enorme pedazo de carne entraba en mi boca. Cuando eyaculó, aparté mi rostro para no tragar el semen, y me salpicó en la mano, que la puse a fin de no enchastrarnos. Me limpié con un pañuelo y le pedí que me dejara penetrarla. Como pudimos nos acomodamos en el auto y muy despacio ella se sentó sobre mi miembro, que entró sin dificultades en su puerta trasera. Pase mis manos por sobre su cuerpo, y alternaba manosear sus tetas, y sostener con cuidado y cariño a ese pequeño monstruito que unos minutos antes había tenido en mi boca. Poco tiempo después acababa dentro de su culo, en lo que era la culminación del mejor polvo de mi vida. Le di una buena, una muy buena propina, superior a lo acordado previamente, y le pedí el teléfono de su casa para poder arreglar la próxima vez. La llevé con el auto hasta su hogar, y volví al hotel. Me acosté pensando, sin culpas, en la hermosa experiencia vivida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario