miércoles, 9 de noviembre de 2011

EL RETORNO DE MI HIJO

(Continuación de INCESTO EN EL PARAISO)

Pero no fue así, pasaron de casi dos años sin volver a nuestros juegos, y nunca volvimos a hablar de esa etapa de nuestras vidas. En el íntertanto él se caso y no volví a verlo por varios meses, hasta que un día mi hijo llegó de sorpresa a mi departamento buscando el cobijo de su madre. Me dijo que venia por asuntos de trabajo por unos quince días. Yo de inmediato lo noté algo huraño y poco comunicativo, como si algo le preocupara. Salía temprano en la mañana y volvía al anochecer. Lo observaba en la cena que era el momento en que estábamos juntos y tranquilos. Mi hijo me miraba, yo lo miraba, un intercambio de miradas que exacerbaba mi curiosidad. No entendía qué le pasaba a mi hijo. Siempre tan jovial y tan hablador y ahora... Y fue una tarde, después de cenar, que mi hijo me tomó de los hombros y me dijo:

- Mamá, mamá, por favor... ayúdame.

- ¿Qué te ocurre hijo?... ¿En que quieres que te ayude?

- Mamá... escúchame. He decidido divorciarme… ¿sabes?

- Ay hijo, que pena…, llevas tan poco tiempo casado…, por supuesto que haré todo lo posible para que superes la separación…

Mi hijo me tomó de los brazos, parecía agobiado, angustiado... no hablaba bien y me miraba fijamente a los ojos como esperando mi comprensión.

- Mamá, tú eres lo único que me queda... estoy muy dolido, quiero que me ayudes. No sé como decírtelo.

- Relájate hijo, cuéntamelo, estoy dispuesta a escucharte…

- Pues mira mamá... resulta que me enteré que mi esposa en una fiesta del trabajo de ella se acostó con otro hombre…

- ¡Nooo! ¿Qué me dices hijo?... ¿Cómo lo has sabido?

- Me lo han contado mamá, me lo ha dicho alguien de mucha confianza... me lo contó con mucho detalle para que sea falso.

- Bueno hijo, tranquilízate, aunque sea cierto no creo que sea para tanto.

- Sí Mamá, sí... me ha afectado muchísimo. Cuando me acuesto con ella ya no siento deseos sexuales, porque me viene a la mente todo lo que me han contado, sólo me quedas tú. Quiero que me comprendas y me perdones por mi alejamiento, lo hice para no seguir acosándote… quiero volver a lo nuestro, seguir jugando contigo mamá...

- Hijo, me asustas!!!

- Es que nunca te he dicho lo que significas para mi, y te lo voy a decir ahora, desde antes que me casara no hemos vuelto a estar juntos, y desde entonces sueño contigo... hay días que me despierto con el miembro duro y erecto... otros días me despierto mojado con mi propio semen, y todo porque sueño contigo mamá, de verdad… tienes un cuerpo tan lindo y tan bonito... además desde que iniciamos nuestro juegos masturbatorios me pareces más mujer, más mayor y consciente, y eso, por el amor y el deseo que te tengo, pues me excita mucho mamá... ¿Me entiendes?

- Te entiendo hijo… te entiendo muy bien…

Mi hijo, una vez que me contó su problema, parecía más relajado y suavemente mientras me hablaba, me iba bajando los tirantes de mi camisola hasta dejar a la vista mi sostén. Me masajeaba el brassiere con sus manos sin dejar de hablar y de mirarme a los ojos. De pronto se acercó a mí y sus labios comenzaron a lamer el surco entre mis tetas. Lo dejé hacer… abrazándolo y apretándolo contra mí, al poco rato, extasiado, me quitó el sujetador y comenzó a comerse mis las tetas excitado y hambriento de mí.

Yo, al ver a mi hijo deshecho y agobiado buscando mi comprensión, mientras me mamaba las tetas sentía un placer extraño, diferente, que me excitaba mucho, muchísimo. Mi hijo, hundido en mis tetas, parecía querer olvidar su dolor en ellas. Me las chupaba con una dulzura que nunca había advertido en él. Me estaba excitando, me estaba poniendo demasiado caliente. Me chupeteaba los pezones con una suave lujuria desconocida. Mi chuchita empezaba a hervir y a gozar, ahhh, me sentía muy a gusto, allí de pié en el salón sentía como si mi hijo estuviera violándome en mis sentimientos y en mis instintos de hembra. Deseaba gozarlo... gozarlo y saciarlo de placer... mi vulva empezaba a destilar, ahhh….

- Corazón, mijito... mira lo que vamos a hacer...

- Lo que tu quiera mamá... haremos lo que tu quieras.

- Vamos a relajarnos... date una ducha y yo me pongo el brassiere y el liguero que me regalaste antes de irte… Te parece?

Mi hijo, excitado y lleno de alegría fue al baño. Yo me puse rápidamente el brassiere y el liguero y me reuní con él en el baño. Con el liguero estaba tremendamente sexy... Mi hijo me admiró pasándose sus manos por la bragueta. Aún no se había desnudado...

- Deja hijo... yo te desnudaré....

Mi hijo gozaba con cada uno de los roces de mis manos sobre su cuerpo cuando lo estaba desnudando. Cuando bajé sus slips, su verga estaba imponente. La acaricié con mis manos mientras me dejé besar por mi hijo que me quemaba con la lujuria de su mirada. Abrimos el grifo de agua caliente y mi hijo se metió en el baño, mientras yo me contoneaba lascivamente fuera de la ducha para que él me viera.

- Enjabónate mientras me miras….

Mi hijo se enjabonaba nervioso... no dejaba de mirarme y solo quería enjabonarse en la verga...

- No hijo, enjabónate entero... no solo la verga.

Mi hijo no me oía, perdido en el placer, sus manos, el jabón, la esponja..., todo, se vertía en su pene y en sus huevos, duros, enrojecidos, como su cara que se deshacía ante mis contoneos. Mi culo lascivo se meneaba incitando a sus manoseos. Me tocaba las tetas y me las sopesaba como una puta ante él, y cuando metía una de mis manos en el interior de mis braguitas mi hijo deliraba masturbándose.

- Espera hijo, que ya entro al baño... no vayas a eyacular muy pronto... Yo te enjabonaré...

Me saqué el brassiere y metí en el baño, mi liguero, mi cara, mi pelo... se empaparon de agua provocándome unos estremecimientos lujuriosos. Mi sexo hervía por momentos ante esa sensación. Mis manos enjabonaban el cuerpo de mi hijo, suavemente sintiendo la pasión que me producía cada centímetro de su piel. Él jugaba con sus manos frotándome el sexo por encima de las braguitas del liguero mojado. Apretaba mi cuerpo contra el suyo a la vez que jadeaba intensamente. Enjaboné sus mulos, peludos y duros hasta que llegué a sus testículos. No pude más... la lujuria que sentía por mi hijo en esos momentos me superaba... sí superaba todos mis recatos y temores y vergüenzas. Tiré la esponja y el gel de baño y comencé a comerle los huevos con una pasión que me enloquecía por dentro. Unas bolas duras de macho, jabonosas y muy lascivas, que jugaban entre mis labios como unas frutas prohibidas que nunca me cansaba de gozar, de chupar, de morder... Después llegué a su verga. Una vega dura que pedía el contacto de mi boca y de mis labios. La recorrí con mi boca de abajo a arriba lentamente, hasta que alcancé su glande y lo chupetié con mis labios que se movían lujuriosos jugueteando en ese capullo intensamente rosado y terso. Mis ojos se fijaban donde acababa su miembro y empezaban sus huevos cuando me la iba comiendo lentamente hasta tragármela, toda hasta el fondo de mi garganta. Deliciosa la verga de mi hijo... deliciosa…

Seguí comiéndole el falo durante un buen rato mientras pasaba mi mano por mi chuchita notando como mis labios vaginales se iban abriendo más y más... en un gozo indescriptible. Mi hijo jadeaba de placer y se dejaba llevar. Cuando no pude más lo senté en el borde de la tina, tomé la regadera teléfono de agua caliente y rocié a mi hijo que se sintió plenamente relajado, pidiéndome más lujuria, más pasión. Le apliqué la ducha teléfono a su pene y gimió ante la tibieza cálida del agua. Después ante su vista, descargué toda el agua de esa ducha teléfono sobre mi cuerpo... me quité las bragas y el liguero y quedé completamente desnuda. Me mecí entrecerrando los ojos, aplicándome el chorro de agua en mi vulva abierta. Ambos sentíamos un gozo y una lujuria que reclamaban entre gemidos su consumación. Dejé la ducha teléfono y a mi hijo tumbado, con su erecta verga al frente, y le dije:

- Hijo, hasta aquí habíamos llegando antes de que te fueras…, nunca te dejé penetrarme porque sentía que ahí comenzaba el pecado, el incesto…, pero hoy me necesitas como mujer y yo quiero hacerte sentir hombre, mi hombre… hijo, mira como tengo mi chucha de abierta, gózala bien y hazme tuya..., pero no eyacules dentro de mí, solo eso te pido…

- Sí mamá…, lo sé y te entiendo… no temas, no lo haré…

Me senté sobre mi hijo, llevé con mi mano su verga a mi sexo y resbaló rápida dentro de mí… penetrándome toda. Mis gemidos y los suyos se confundían. Empecé a cabalgarlo, mientras mi hijo me tomaba las caderas y manoseaba mi culo para culparme mejor y más profundamente...

- Así hijo, así... arrrggghhh!!, la quiero toda dentro de mi, así.... arrrrggghhh…!

Me encorvaba y me contoneaba encima de él para que su miembro violara con más fuerza mis entrañas…

- ¡Me estoy corriendo hijo! Lo sientes... lo notas???!!!.

- Siento que eres la puta más dulce y lujuriosa que he conocido. Sigue moviéndote mami, me estás volviendo loco...!!!

Mi hijo me excitaba con sus palabras y yo no sabía que más hacer para complacerlo y complacerme. Como loco, me levantó en volandas y apoyándome en una de las paredes del baño me embistió culiádome con una fiereza que me descompuso. ¡Cómo me penetraba! ¡Cómo empujaba! Su verga entraba dentro de mí colmando mis entrañas como la de un potro en celo. Ahhh…. Cuando estaba a punto de eyacular, me descabalgó lentamente y me dejo sobre el piso, me arrodillé ante él y abrí mi boca como una puta sedienta de su leche. Mi hijo se masturbaba frenéticamente hasta que su semen ardiente cayo en varios chijetes sobre mi cara convirtiéndome en su puta, sí... su puta más fiel y rendida…

Sí... nos recogimos en nuestro furor, nos unimos en un beso candente de pasión, nos secamos y fuimos a descansar juntos a mi dormitorio. Mi hijo no dejaba de acariciarme, de besarme... de quererme. Y así tumbados y relajados uno al lado del otro, me dijo:

- Mamá... ¡No sabes cuanto te quiero, cuanto te deseo! ¿Sabes que me hubiera gustado, Mamá?

- No hijo... dime.

Me hubiera gustado acabar dentro de ti. Me gustaría gozarte entera, hasta mi eyaculación y tu orgasmo!!! Ay madre…!

- ¡Hijo! ¿Qué dices?

- Sí mamá... entiéndelo, mi relación sexual con mi esposa hace tiempo que era muy vacía de placer, y ahora que gocé contigo me sentí muy realizado como hombre... quiero que seas mía, solo mía. Te vuelvo a pedir perdón por haberte dejado sola... te quiero para mí! mamá.

Mi hijo me estaba sorprendiendo... su palabras me estaban llegando al alma, y la verdad es que él siempre me ha había atraído físicamente, y ahora... esa sinceridad estaba taladrando mis sentimientos. Acaricié su verga suavemente y lo besé... Ahora todo estaba en mis manos, tengo que tomar una decisión…., pero creo que ya lo decidí…