sábado, 27 de agosto de 2011

SEXO CON MI MADRE

Esta historia comienza hace unos 23 años. En esa época yo era un adolescente de 15 años, nunca había tenido sexo y vivía todo el día caliente. Mi madre estaba divorciada de mi padre, y mi única hermana vivía la mayoría del tiempo con mis abuelos, así que por la mayor parte del tiempo, estábamos solos en la casa mi madre y yo. Mi madre era una mujer de 42 años en ese entonces, estatura media, blanca, pelo negro corto, una cara normal, tirando a bonita, tenía las tetas bastante grandes y en esa época ya las tenía bastante caídas, con pezones chiquitos y muy rosados. Siempre fue un poco gordita, tenía el culo increíblemente grande y muy carnoso, tenía abundantes pelos muy negros en la concha. Mi relación con mi madre era extraña. Estaba seguro que nunca había pensado en el incesto o si lo había hecho había rechazado la idea asqueada. Las pocas veces que me comentó algo (por ejemplo porque habíamos leído alguna historia de incesto) se mostraba asqueada. Digo que era extraña porque era muy reacia a desnudarse abiertamente delante mío, y si la sorprendía cambiándose se enojaba, sin embargo, se las arreglaba para mostrarme su cuerpo. En el verano, con los días cálidos, solía andar en la casa con un camisón transparente y nada abajo, se le veía todo en todo momento, algunas veces pensaba que no se daba cuenta pero era imposible que no lo hiciera. Como estaba acostumbrado a verla así, no me calentaba especialmente, pero me encantaba espiarla. La puerta de mi habitación se enfrentaba a la de ella. Todas las noches me iba a dormir antes que ella y cerraba la puerta, luego esperaba que ella se fuera a dormir y miraba por el ojo de la cerradura. Casi todas las noches tenía mi premio, mi madre no cerraba la puerta y se desnudaba en un lugar donde podía verla perfectamente, habitualmente se paraba frente a un espejo desnuda, encremándose la cara o cepillándose el pelo y me daba una perfecta vista de sus encantos. Por supuesto, siendo un adolescente que no había tenido sexo, vivía con la pichula parada y me masturbaba a diario espiando o recordando a mi madre. Mi madre fue la primera mujer que vi desnuda, y no sentía culpa, al contrario, el hecho de que era mi madre me calentaba todavía más. Si me hubieran dado la posibilidad de elegir cualquier mujer en el mundo para coger, hubiera elegido a mi madre sin dudarlo. Pero eran solo fantasías, nunca me hubiera atrevido a intentar nada porque sabía que sería rechazado y nuestra relación madre-hijo se arruinaría para siempre. Con el correr del tiempo, tuve sexo con otras mujeres, mi madre envejeció, aumentó de peso, se hizo menos atractiva y era más cuidadosa. Llegó un momento que no me excitaba más, pero el recuerdo de su cuerpo desnudo cuando era más joven todavía me excitaba e inspiraba mis pajas.

Algunos años más tarde, me fui a vivir a otro país, y después de un tiempo me casé. Debido a problemas en el trabajo me fui imposibilitado de visitar a mi madre por más de tres años. Hasta que finalmente pude ir, pero fui sin mi esposa que fue a visitar a sus propios padres. Había un problema, mi hermana, que vivía con mi madre tenía tres hijos, y la casa era chica, no había lugar para mí. Yo estaba dispuesto a quedarme en un hotel pero mi madre insistió que podía dormir con ella en la misma cama. Realmente no me gustaba la idea, en esa época no tenía fantasías sexuales con ella, no me atraía y sólo los recuerdos me excitaban, pero no podía decir que no, de cualquier manera, no esperaba que fuera a pasar nada, no había pasado cuando ella era joven, menos ahora. Por unos días, mi hermana y sus hijos estaban con nosotros, pero un fin de semana, unos amigos invitaron a mi hermana a una casa de fin de semana así que nos quedamos solos mi madre y yo. No había razón para que yo durmiera con ella porque había una habitación disponible, pero mi madre quería que lo hiciera, decía que no me había visto por tanto tiempo que quería disfrutar mi presencia todo lo posible, no me podía negar y me dispuse a dormir con ella ese fin de semana.

Había algo en su actitud que había cambiado, estaba más alegre, me dirigía sonrisas cómplices. Al llegar la noche, nos fuimos a dormir temprano, hacía mucho calor y no había mucho que hacer. Mi madre se puso el camisón (no transparente) y llevaba ropa interior como todas las noches. Después de unos minutos me dijo que hacía demasiado calor, que si me importaba si se sacaba la ropa interior, yo le dije que no y me pidió que me diera vuelta, así se podía cambiar. Se acostó con sólo el camisón (yo estaba en slips) pero a los pocos minutos me dijo que hacía demasiado calor, y que en el verano ella dormía desnuda, que si no me importaba si se acostaba desnuda. Eso sí que me sorprendió, en primer lugar, cuando era más joven nunca dormía desnuda, en segundo lugar, que se fuera a desnudar así delante de mí. Le ofrecí irme a la otra habitación así podía estar cómoda pero me dijo que prefería que me quedara, que al fin y a cabo ya la había visto desnuda antes y era mi madre, así que no importaba. Yo le dije que estaba bien y sonriendo se levantó y se quedó desnuda, con sus enormes tetas colgando y su enorme culo, cosa extraña, a pesar de los años su culo no había cambiado, seguía siendo terso, duro y carnoso. Inevitablemente, se me paró. Mi madre se acostó y se acercó a mi, apoyó sus tetas en mi pecho, era extraño porque se había desnudado porque no podía aguantar el calor y sin embargo de pegaba a mi. Entonces empezó, me besó en la mejilla y me dijo “...se le ha puesto dura a mi nene...”, yo estaba ruborizado y no sabía que decir, ella se rió y me preguntó si me calentaba tanto ahora como antes, yo no sabía que decir y ella me dijo que siempre supo que la espiaba. Me dijo que quería hablarme de algo muy serio pero no quería que se interpusiera entre nosotros, me dijo que era algo muy íntimo que tenía que confesarme, pero tenía que prometerle que pasara lo que pasara, ella seguiría siendo mi madre, que si creía que no estaba preparado para escucharla mejor lo dejábamos. Por supuesto que yo empezaba a intuir de que se trataba, así que le dije que estaba de acuerdo.

Mi madre entonces me empezó a contar su historia, me dijo que mi padre fue el único hombre de su vida, y que nunca la satisfizo plenamente, pero ella nunca había siquiera pensado en otro hombre. Cuando yo me empecé a desarrollar, ella me empezó a ver como hombre, pero era su hijo, era pecado, empezó a fantasear conmigo, pero al igual que en mi caso, eran sólo fantasías, nunca tuvo la idea de que fueran a ser realidad. Sabía que yo la espiaba, y por eso no cerraba la puerta, le gustaba que me excitara con ella, la hacía sentirse deseada y mujer. Siempre lo deseó, siempre quiso tener sexo conmigo, y siempre se preguntó como habría sido, pero nunca se atrevió. Me dijo que arregló las cosas para que nos quedáramos solos, por supuesto mi hermana no sospechaba. Mi madre me dijo que cuando me vio en el aeropuerto decidió que quería tener sexo conmigo. Hacía más de veinte años que nadie la tocaba y no era atractiva para seducir a nadie, pero si pudiera elegir todavía me elegiría a mí. Me dijo que si yo no quería, no volveríamos a hablar del tema, sólo me pidió que cumpliera mi promesa y continuara tratándola como madre. Entonces me hizo una pregunta, me agarró la verga con la mano derecha y me preguntó si quería tener sexo con ella, yo le dije que sí. Ella sonrió y me dio un beso en los labios, luego me dijo que habían ciertas condiciones. Primero, nadie se podía enterar, bajo ninguna circunstancia (estoy contando este relato sin nombres), segundo, si cualquiera de los dos se sintiera incómodo en cualquier momento, lo abandonaríamos sin preguntas, y tercero, ella seguía siendo mi madre y yo su hijo, eso era más importante que el sexo, e incluso si éramos amantes éramos en primer lugar madre e hijo. Yo accedí a todo eso, entonces me dijo que había algo más, que no era una condición, era un pedido. Me dijo que era virgen por el culo. Mi padre siempre la había querido sodomizar pero ella nunca lo dejó. Como un acto de amor, me quería entregar su virginidad anal, y quería que antes que lo hiciéramos normalmente por la vagina, lo hiciéramos por el culo. Por supuesto que yo accedí, como dije su culo era lo mejor y todavía se conservaba deseable, pero lo que me dijo después me dejo helado. Me dijo que el incesto estaba mal, que era un pecado, había decidido hacerlo a pesar de eso, deseaba hacerlo, pero creía que si sufría la primera vez eso la redimiría. Era un pensamiento estúpido pero ella estaba convencida.

Encendió la luz, me tocó la pichula que estaba parada a más no poder, y fue a la otra habitación, volvió con dos almohadones, los puso en el medio de la cama y se acostó boca abajo, con los almohadones levantando su culo. Entonces me dijo, “…métemela mi amor, quiero que me duela, sin lubricación, sin preparación, apoyala y empuja lo mas fuerte que puedas, no te detengas incluso si te lo pido o si lloro, hazlo ahora…” entonces volvió la cabeza y mordió las sábanas, preparándose para lo que venía. Le abría los cachetes del culo y traté de meterle un dedo, pero me dijo que no, que no quería preparación, le dije que le iba a doler horrores y me dijo que eso era lo que quería. así que me puse detrás de ella y apoyé el glande en la entrada de su culo, y empecé a empujar, al principio no podía, no cedía, pero seguí haciendo fuerza y poco a poco fue entrando, mi madre lloraba, mordiendo la almohada, yo me sentía culpable de hacerla sufrir así pero también excitado. Cuando el glande estuvo adentro, pegué una buena empujada y entró hasta al fondo (me olvidaba decir que tengo una verga de buen tamaño y bastante gruesa). Lo que pasó fue extraño, excitante por un lado, perturbador por otro. El dolor fue tan grande que mi madre casi no lo soportaba, pero sabía que no podía gritar, así que empezó a llorar y a golpear con los puños la cama, tratando de calmar el dolor, le pregunté si quería que se la sacara y me dijo llorando que no, me dijo que la bombeara lo más fuerte que pudiera, así que saqué mi pichula dejando solo la punta adentro y embestí con todas mis fuerzas, mi madre seguía llorando y golpeando la cama con los puños, sentía un líquido correr por mi pierna, no sabía lo que era, así que no le di importancia. A pesar de lo caliente que estaba, y de lo apretado de su culo, aguanté mucho, al menos diez minutos, creo que estaba demasiado concentrado en sodomizarla lo más violentamente que podía, poco a poco se fue dilatando y le fue doliendo menos, pero mentiría si dijera, como en otros relatos que empezó a gozar, estaba sufriendo y sufrió toda la culeada, cuando el dolor era menos intenso, mi verga en sus intestinos empezó a estimularlos, y se empezó a tirar pedos, me dijo que tenía ganas de cagar pero que por favor no se la sacara, trataría de aguantarse pero no me podía prometer nada. Seguí hasta que acabé derramando una buena cantidad de semen en su culo, antes de que mi pene terminara de ponerse fláccido se lo saqué.

Mi madre mantuvo la cara contra la cama y lloraba despacio. Yo me fui a lavar y vi que tenía sangre y mierda en la pichula. No me dio asco, me lavé y volví, con una toalla mojada. Mi madre seguía llorando en la misma posición, así que examiné su ano. Estaba muy dilatado y desgarrado, todavía sangraba, se le escurría la sangre mezclada con semen y mierda. La limpié con la toalla y le dije que era mejor que le pusiera alcohol, pero eso le dolería. Me dijo que estaba bien y lo hice, al parecer era tanto el dolor que ni se dio cuenta. Luego me puse a su lado y le pedí perdón, me dijo que era feliz, que era así como ella quería que fuera, ahora no se sentía culpable, había pagado con dolor por el pecado que estábamos cometiendo, ahora podía ser mía sin remordimientos. Era feliz especialmente porque me había hecho gozar. Entonces me besó, me metió la lengua en la boca. Era extraño porque no habíamos hecho nada, ni besos, ni le había chupado las tetas o tocado la concha, simplemente la había enculado salvajemente. Ahora era distinto. Empecé a chuparle las tetas y a masturbarla suavemente. Por todo lo que la había hecho sufrir, ahora quería compensarla, ser cariñoso, hacerla gozar, sentirse deseada y amada. Poco a poco fui bajando hasta su concha. Le aparté los pelos y se la empecé a chupar, y seguí haciéndolo hasta que mi madre tuvo un orgasmo en mi boca. Entonces ella me pidió que me acostara, e hizo lo mismo que yo, me empezó a besar el pecho y continuó bajando hasta que encontró mi pichula, y se la metió en la boca, y empezó a chuparla. Se notaba que no tenía experiencia, pero lo hacía con tanto amor que me la puso dura, y siguió, simplemente lamiéndola, o metiéndosela en la boca, hasta que sentí que acababa, le dije que no podía aguantar mucho más pero ella me sonrió y me dijo que no tenía que aguantar. Así que me relajé y la dejé hacer, hasta que acabé en su boca, mi madre tragó parte del semen, el resto se le salió por las comisuras de sus labios.

Después de dos acabadas necesitaba tiempo, yo tenía 38 años y mi madre más de 65. Entonces hablamos de lo que había pasado. No nos sentíamos culpables, éramos felices. Le dije a mi madre que ninguna mujer me había hecho gozar tanto y era verdad, ella me dijo que no tenía mucho para comparar pero que había gozado más que con mi padre. Seguimos acariciándonos hasta que mi verga se levantó nuevamente, entonces me puse entre sus piernas y la penetré lentamente. Todo lo contrario de la enculada, fue muy lento, besándola en los labios, después me movía lentamente. Había acabado dos veces, y lo hacíamos tan lento que creo que estuvimos culiando como una hora, lo hicimos en distintas posiciones, la hice sentarse en mi verga, estilo perrito, misionero, de costado, hasta que finalmente mi madre tuvo un orgasmo, era la primera vez que tenía un orgasmo con una pichula en su vagina. Después yo acabé, no tan copiosamente porque era la tercera vez, pero tuve la satisfacción de inundar de semen la vagina de mi madre. Después nos dormimos abrazados. El fin de semana casi no salimos, estuvimos desnudos todo el tiempo, culiando en todos lados, aunque sólo la enculé una vez más porque tenía el culo roto, esta vez con mucho cuidado, aunque le dolió de todas maneras. Días después retorné a mi hogar en el extranjero. Hablamos por teléfono una vez al mes, pero no hemos vuelto a tocar el tema.



2 comentarios:

  1. Este relato me recuerda como mis padres me iniciaron en el sexo capri@hotmail.com

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  2. Maravilloso. Este relato me hace recordar que cuando me enamorè la primera vez, siendo muchacho adolescente, mi madre sentìa celos de una señora que me enculè a mis quince años. Recuerdo que dormì junto a mi madre, pero nunca se me ocurriò, quizàs la respetaba mucho. Pero que hubiera dado por que mi madre hubiese sido la primer mujer an mi vida. Hoy que leo estos relatos, ella està muerta. A mis 60 y pico DE AÑOS.LO QUE HAGO es masturbarme a su salud. Ojalà ella me escuche mis deseos, lo que pudimos ser felices. El que lo hace y està viva, que la goze el resto de su vida. FELIZ.

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