sábado, 13 de agosto de 2011

DESEOS MATERNALES

Cuando pasé por delante del cuarto de baño, vi que la puerta estaba entreabierta y se veía la luz encendida y oí una especie de jadeos y gemidos. Al principio me dio miedo, pero abrí un poco la puerta muy despacio, y pude ver a escondidas a mi hijo, se estaba masturbando. La escena me produjo un morbo increíble, por lo que me quede escondida mirando como se satisfacía sexualmente. Observe como con su mano sostenía su erecto miembro viril, al que sacudía con cierta violencia, sentado en el borde del inodoro, con sus ojos cerrados apuntando hacia el techo. De pronto vi que comenzó a llegarle el clímax, acelerando sus movimientos manuales, y llegando este, unos chijetes de semen salieron de su verga desparramándose por el piso del baño. Mientras lo observaba, mi vagina destilaba sus jugos, así que levante mi falda y metí mi mano entre las bragas para pajearme violentamente en mi clítoris, al punto que en los instantes de él acabar, me sobrevino un intenso orgasmo, que reprimí como pude, marchándome a mi dormitorio. Cuando entré, mis bragas estaban muy mojadas, me desnudé me tumbé en la cama y cogí de mi mesita mi vibrador y me puse a hacerme una paja, clavándome mi juguete hasta el fondo. Mientras lo hacia, a mi cabeza venían los pensamientos de que mi hijo me cogía y me introducía toda esa verga dentro de mi caliente vagina. Entre pensamientos perversos, me llego el orgasmo, con el vibrador dentro de mi chuchita y mis dedos masajeando mi clítoris. Viví casi una semana de turbulentos deseos y pudores, me sentía sucia, pervertida, pero la imagen de esa verga juvenil, erecta y tierna casi no me dejaba espacio para arrepentimientos. Hasta que una tarde calurosa mis puritanismo cedió a mis ansias de hembra. Mi hijo dormía su siesta vestido sobre la cama. Me senté junto a él, y sin pensar en nada más le desabroché el botón del pantalón, le bajé la cremallera del mismo, se lo baje un poco, igual que su slip y se la vi. Ante mi apareció esa verga preciosa... que linda se veía allí, recostada sobre sus huevos. Al verla, sentí por mi cuerpo una especie de escalofrío al tener semejante hermosura delante de mí. Arrimé mi boca a la cabeza de su verga y le di un beso, mire a mi hijo y pude ver su cara que era toda tranquilidad, por lo que la tomé con mi mano aun con el riesgo de que él se despertase y me descubriese. Seguí besándola a todo lo largo de su tallo hasta sus huevos y como veía que él no se despertaba, le bajé del toda su ropa para que mi mano tuviese mas libertad de movimientos. La recorría de arriba a abajo con mi mano, su dureza hacia que mi excitación creciera más y yo, mas atrevida, empecé a chupársela, por lo que su verga crecía y crecía. Sí, una preciosa verga... y toda para mí. Me sobresalte al oír su voz lanzando un suave quejido, y al mirarlo pude ver como su mirada se clavaba en mí y en mis labios que tenían aprisionada su hermosa verga... me quedé ahí sin hacer nada por un instante, entonces él cerró los ojos y sonriendo, le di un beso en la cabecita de su verga como dándole las gracias por permitirme seguir disfrutando de su hermoso miembro, y continué con mis besos y lamidos a todo lo largo de ese falo duro e inhiesto. Con mi lengua empecé a recorrer todo el entorno de su glande, antes de metérmela en mi boca por completo para chupársela. Empecé a mamársela con avidez como si estuviese chupando un helado. En un momento de arrebato, mi hijo se levantó, me tumbó boca arriba, metió su verga en mi boca y comenzó a meterla y sacarla. Recuerdo que su pene llegaba a al fondo de mi garganta. Al cabo de un rato no pudo aguantar y se corrió. Yo sentí como un río de leche inundaba mi boca y rápidamente comencé a tragármela. Después la sacó y se tumbo a mi lado. Un silencio cómplice nos envolvió hasta que me levanté y me fui a mi dormitorio a llorar de vergüenza.



No hay comentarios:

Publicar un comentario