domingo, 7 de agosto de 2011

JUEGOS DE BAÑO

Desde chico a mi hijo lo acostumbré a ducharnos juntos, así me lo había recomendado la sicóloga infantil. Como partimos de cuando el era bebe todo se fue dando con mucha naturalidad, y así pasaron los años y esos momentos en que nos duchábamos juntos eran algo que ambos disfrutábamos jugando y bromeando con el agua..., yo salía desnuda de mi dormitorio y el me esperaba igual en la ducha, y ahí pasábamos su buen rato jabonándonos, y ayudándonos entre nosotros a bañarnos. El cumplió 5, después 10, y poco antes de cumplir los 13 años note como le comenzaban a aparecer sus primeros vellos púbicos, y conversamos un día de eso y le comenté de los otros cambios que vendrían en su cuerpo, fue una charla muy normal y en confianza. Hasta que por esos días al entrar en la ducha note que el me daba la espalda, y siempre se mantenía medio de lado..., pero actuaba en lo demás muy normal..., así que le pregunte que le pasaba, y el un poco ruborizado le dijo que tenia uno de esos cambios..., entonces sonriendo lo tomé y lo puse de frente; y ahí vi su primera erección... su pene chiquito y delgado esta paradito y apenas se asomaba su glande rosado por la pequeña abertura del prepucio. Con mucha naturalidad le dije que eso era normal y que lo mejor era echarse agua fría en su pene..., así lo hizo y todo volvió a lo de siempre. Seguimos así duchándonos diariamente, y si a veces el estaba erecto yo misma le tiraba un chorro de agua fría para bajárselo, entre bromas y risas. Cuando el cumplió los 15 años su verga era ya de tamaño normal e incluso un poco mas..., como la de su padre le dije un día, riéndome. Para mi todo eso era normal y no veía nada malo en ello. Tampoco tenía contenido sexual lo que hacíamos. Pero esa verga ahí tan a la mano, y tan grandecita... hizo que se me despertaran mis hormonas, a pesar de que por esos años era mas bien frígida en lo sexual y solo había tenido dos o tres relaciones cortas antes de casarme. Entonces comencé muy recatadamente a disfrutar de esa verga, la miraba de reojo a cada rato, y mas cuando estaba erecta..., mas de una vez note que mis pezones se erectaban ante esa visión..., o que me demoraba mas de la cuenta en jabonar mi sexo..., sintiendo ese gustillo previo a la masturbación..., mi hijo actuaba normalmente como si no se diera cuenta de esos pequeños detalles que iban delatando los deseos de su madre. Hasta que un día no pude contenerme..., y tratando de parecer muy normal le dije que debía lavarse muy bien su pene ahora que ya era casi un hombre..., que el aseo en los órganos sexuales era algo muy importante en un adulto. El me comento que si se aseaba muy bien allí..., pero yo insistí en mi consejo y... no pudiendo soportar mas mis deseos... le tome rápidamente pero con suavidad la verga y comencé a jabonarla..., recuerdo que me vino como un estremecimiento cuando sentí en la palma de mi mano la dureza suave de esa verga aun fláccida..., el se reía porque me dijo que sentía cosquillas, y yo también riendo comencé a darle apretoncitos mientras la jabonaba y jabonaba... sintiendo como lentamente se iba endureciendo y creciendo en mi mano..., luego tomé la ducha y le lancé el agua tibia moviendo su mano de arriba a abajo de manera similar a una masturbación..., el agua tibia y el roce de mi mano lograron que el pene llegara a su máxima erección..., yo estaba ensimismada y como hipnotizada con esa verga de hombre en mi mano, en eso me di cuenta de lo que estaba sucediendo... y levanté asustada la vista hacia el rostro de mi hijo, el estaba con los ojos cerrados, y con una expresión de placidez y goce que mostraban que estaba disfrutando mucho todo eso que sentía sin pensar en nada mas..., entonces pensé que era yo la que tenia que decidir..., seguir el juego hasta hacerlo eyacular o terminar el lavado del pene y hacer como que nada había sucedido..., ambas opciones con todas las implicancias que tendrían en mi relación futura con mi hijo..., entonces... nos miramos los dos y yo me puse muy colorada y él se tapó su verga asustado..., primero me dio como vergüenza por él, así que hice como que era algo muy normal..., y salí del baño de inmediato..., después no volvimos a tocar el tema..., desde esa vez ya no entraba al baño cuando él estaba duchándose y yo igual corría el pestillo cuando me iba a duchar. Pasaron varios meses y a mi se me olvido todo eso, hasta que en una ocasión de un viaje de mi esposo en que nos acostamos juntos como siempre, desperté a media noche acalorada porque el estaba durmiendo muy pegado a mi..., y sentí claramente su pene duro en mi pierna, el estaba con pijama pero lo sentí claramente..., ahí si que me asuste y deje de dormir con el diciéndole que nos acalorábamos mucho... Esto, aunque parezca inocente fue lo que despertó mi obsesión.

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