Y entonces sucedió. Se acerco a
su hijo y lo beso en la boca. Primero suavemente y después se convirtió en algo
salvaje, obsceno, sucio y delicioso. Él correspondió a la caricia tomándola de
la cintura y acercando su cuerpo al de su madre para que sintiera su hombría
que reaccionaba con dureza implacable, viril y llena de deseos. Ella se
abandono y su feminidad broto por sus poros pidiendo sexo, amor y pasión. El
hijo llevo sus manos a los pechos de su madre y los toco superficialmente y
después introdujo sus manos entre la blusa y su carne trémula. Disfruto del
olor de su sudor mezclado con su perfume En ese momento ella supo que ya no
había vuelta atrás. Que seria la amante de su hijo. Se fueron a la recamara abrazados.
Casi se caen por ir besándose y acariciándose entre si. Al llegar ante la cama él
apretó su cuerpo por detrás de su madre y ella sintió en las nalgas la dureza
del pene de su hijo. El le levantó la blusa y le liberó el brasier dejando
saltar las tetas blancas como el marfil con sus pequeños pezones rojos. Ella
hizo un gesto pudoroso pero el le tomó las manos y las separó, acariciándole
las tetas. La besó en el cuello y al sentir su sabor y su aroma sintió un
inmenso placer. Con una mano le bajó la falda, las bragas hasta media pierna y
se abrió la bragueta liberando su pene, que estallaba de dureza. Lo coloco
entre las nalgas de su madre que sintió un escalofrió que le recorrió el
cuerpo. Siguió besándole el cuello, hasta que ella no soportó la caricia y se
volteo de frente a el. Entonces se besaron por varios minutos. Besos tiernos, lujuriosos,
apasionados. Terminaron de desvestirse y el la recostó sobre la cama y se
coloco entre sus piernas. Ella esperaba la penetración pero para su sorpresa su
hijo se hincó ante ella y llevo su boca a su vagina. Se puso tensa en un
principio pero no quiso romper la magia del momento y aflojo el cuerpo dejando
hacer a su hijo, después de medio minuto empezó a disfrutar la mamada que su
hijo le regalaba y más cuando su hijo demostró ser un experto metiéndole la
lengua cinco o seis centímetros dentro de la vagina. De pronto no pudo evitarlo
y orgasmó violentamente. Él no rompió el contacto y continúo mamándola hasta
que sintió que el orgasmo de su madre había terminado. Nunca se había bebido
los jugos de una mujer, pero ahora no le desagradó hacerlo. Al detenerse vio
como su madre tenia un gesto de felicidad infinito y lo miraba con un inmenso
amor. La besó en la boca y ella saboreó sus propios jugos en los labios de su
hijo. Ella misma se sorprendió de que había disfrutado más en diez minutos con
su hijo que en todos los años de casada. Ante ella se habría una nueva manera
de amar, de ser feliz. Él la dejo reponerse unos segundos y después se
incorporo ante sus piernas y apunto su poderoso pene a la vulva de su madre.
Esta fue la primera vez que ella la vio en plenitud y se sorprendió de su
tamaño. El único que conocía era el de su esposo y le pareció bastante pequeño
comparado con el de su hijo. Entre la mata de pelos él colocó la cabeza de su
pene y le repasó la vulva por unos segundos. En un momento dado los dos se
miraron a los ojos y en sus rostros solo había amor. Amor grande y puro que
ahora estaban a punto de consumar de la manera como un hombre y una mujer se
aman. Él deslizó su pene centímetro a centímetro dentro de la vagina de su
madre y ella disfruto cada instante, cada milímetro, cada empuje de su hijo. El
placer que en su juventud soñó que le traería su vida de casada por primera vez
lo sentía. Se continuaron viendo a los ojos como dos enamorados y aceleraron
sus movimientos hasta llegar al clímax. Los dos quedaron agotados y abrazados
uno al otro en un sopor delicioso. El hijo sin darse cuenta se quedó dormido a
un lado de su madre y ella se incorporó levemente y coloco su cabeza sobre sus
senos mirándolo a la cara mientras dormía. De pronto pasaron por su mente los
años infantiles de su hijo, cuando en esa posición se refugiaba en ella cuando
algo lo asustaba. Pensó con tanta ternura que ese niño que ella consolaba ahora
era su hombre, su amante, su dios. Al final también se durmió llena de amor y
felicidad.
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