lunes, 30 de julio de 2012

EN SILENCIO

La cocina del departamento no esa muy grande y nos sentamos del mismo lado, muy juntos. Mientras hablábamos de su viaje de estudios de tres meses yo veía que su mirada se deslizaba descuidadamente por mi cuerpo, observando mis piernas casi descubiertas y el triángulo negro de mis bragas. Mis senos también podían adivinarse nítidos debajo de mi corta camisola muy transparente. El se levantó para buscar un vaso con agua y descubrí que se hallaba excitado enormemente; debajo de su pijama se notaba el bulto de la erección que estaba teniendo. Fue ese descubrimiento lo que despertó salvajemente mis deseos de mujer madura y sola con una libido en plena efervescencia, y cuando él se volvió a sentar en la mesa yo me acerqué a su lado con el justificativo de servirle otro café. Pero mientras lo hacía apoyé descuidadamente mi cuerpo contra su brazo. Yo pude adivinar su temblor de macho caliente, excitándose antes de sentirlo sobre la piel de mi pierna. Yo sabia como excitar un hombre para luego guiarlo hacia mis propios placeres. Cuando él se levanto de su silla, yo estaba ya sentada de nuevo en la mía y en el momento que se aproximó para despedirse porque pensaba ir a acostarse, yo le sonreí y él se acercó para darme un beso en mi frente como lo hacía siempre. Pero allí su actitud cambió, tomó lentamente mi cabeza con sus dos manos y apoyó sus labios en mi frente, muy lentamente, como si buscara prolongar el tiempo de ese beso inocente. Mis ojos estaban justo a la altura de su bragueta y yo observé ese bulto que le se le había formado debajo del delgado pijama, mientras sentía la tibieza de sus labios sobre mi frente. Más observaba ese bulto y más me atraía, todo mi cuerpo se ponía en alerta y mis sentidos se inflamaban cada vez más, mi cuerpo ya estaba invadido por el deseo de ser poseída. Yo apoyé mis dos manos contra sus caderas y así nos quedamos un instante, mi rostro a la altura de su falo en erección porque él ya no trataba de ocultarlo y tampoco podía evitarlo. Pero devorar su sexo con mis ojos no me bastaba y sin pensarlo desplacé mi mano hasta su bragueta para acariciarlo por encima del pijama. Su respiración se agitó de golpe y le desanudé el cordón que sostenía su pantalón que cayó entre sus piernas. El no tenía slip y su miembro quedó frente mío erguido y poderoso; y lo tomé entre mi mano. El es un hombre delgado, alto y tenía un pene blanco, fino, largo, rosado y bien hinchado, con un par de venas que se estiraban a lo largo hasta llegar al glande en forma de corazón. Comencé lentamente a masturbarlo de arriba hacia abajo, mientras con mi otra mano le acariciaba sus grandes testículos. Luego lo metí en mi boca porque quería sentir la piel tibia y dulce de su glande sobre mi lengua. Esa glande golpeaba mi laringe en el fondo de mi garganta y me cortaba la respiración, lo que me excitaba aún más. Me gusta tanto el sexo del hombre que hasta podía tener orgasmos con solo chuparlos. Yo lo succioné varias veces y a cada vez el vértigo del deseo de ser poseída carnalmente en ese mismo lugar me invadía completamente. Entonces me paré y me desnudé totalmente, dejando mi camisola y mi bombacha sobre la silla donde yo misma había estado sentada; luego me senté sobre la mesa dejando mis piernas abiertas como una tenaza que va a cerrarse sobre su cintura y mostrándole toda mi vulva lo invité a penetrarme. Y él me penetró. Me penetró con fuerza aprovechando la cantidad de flujo que emanaba de mi vagina, empujando su sexo hasta el fondo como si quisiera meter también sus testículos adentro mío y se puso a bombear, cada vez con más fuerza, con más ahínco. El exceso de placer me cortaba la respiración y ningún sonido salía de mi garganta. De pronto se detuvo, sacó su verga de mi sexo y me corrió más atrás de la mesa. En esa posición media sentada media acostada, él agarró mis dos tetas con cada una de sus manos y las apretó como si fueran naranjas que quería exprimir; yo sentía sus uñas que se clavaban alrededor de mis senos y esa brusquedad repentina casi me lleva al orgasmo; luego besó mi vientre y fue descendiendo su boca hasta llegar a mi vagina que se puso a lamer y chupar desordenadamente, y cuando sus dientes apretaron mi clítoris inflamado pegué un grito y mi orgasmo reventó salvaje. Con su mano comenzó acariciar los vellos de mi vagina hasta que sentí que uno de sus dedos penetraba abriéndose paso entre mis labios vaginales totalmente mojados por mi reciente orgasmo. Enseguida metió dos dedos juntos como para palpar la dilatación de mi vulva. Yo estaba ya a punto de explotar de nuevo como un volcán, pero mi orgasmo recién saltó, sacudiéndome entera, cuando él pasó su mano por la línea de mi cola y su dedo mojado con mi propia segregación entró por mi ano. Yo me sostuve contra la pared, apoyándome sobre mis codos porque él venia de subirme los pies sobre sus hombros aumentando la visión de mi culo. Allí apoyó su sexo como si se preparara para introducirlo, pero no lo hacia y yo sentía su verga dura en la puerta de mi cola sin penetrarla y eso me obsesionaba. Entonces abrí el ano relajando todos mis músculos para que su miembro venoso entrara de una vez por toda. Súbitamente lo hizo de un solo golpe, con fuerza y con violencia. Yo sentí el dolor de mis tejidos que se desgarraban y sentí esa estaca de carne que entró abriéndose camino hasta que sus testículos golpearon mis nalgas. El dolor se transformó en placer y corrió por mi cuerpo hasta mis riñones, fue en ese instante que comenzó a bombear con fuerza agarrándose de mis senos con sus manos como dos tenazas que cerraban. De esa manera me culeó, penetrando su verga cada vez hasta el fondo, golpeando sus testículos cada vez contra mis nalgas. Luego hizo lo mismo en mi vagina, pero rápido volvía a mi ano que parecía atraerlo más. Repetía ese cambio de orificio como si no se decidiera por ninguno de los dos y mi culo recibía su enorme miembro con igual facilidad que mi vagina. Nunca a mi ano lo había sentido así bien, reaccionaba distendiéndose y contrayéndose en cada penetración. Cuando el glande atravesaba el cuello de mi ano, yo lo cerraba para aprisionarlo con fuerza obligándolo a empujar su sexo con mayor potencia; fue hasta que él eyaculó salvajemente al interior de mi tripa como si fuera un enema de esperma, un enema de placer liquido y caliente escurrió en el interior de mi útero. Después se retiro unos centímetros y, metiendo su boca entre mis nalgas, fue limpiando mi ano y mi vulva. Su lengua penetraba por momentos en mi vagina con pequeñas oleadas de placer, otras veces mordisqueaba mi clítoris con dulzura y a cada vez era una descarga eléctrica que sentía mi cuerpo. Si él hubiera continuado unos minutos más, yo hubiera podido tener otro orgasmo. Pero se separó de mí, se puso el pantalón del pijama y me dijo "hasta mañana mama, que duermas bien", exactamente como lo decía desde que era un niño antes de irse a su cama, justo antes de salir de la cocina, se dio vuelta y dijo: "Creo que es mejor que ambos nos olvidemos de lo pasó ahora". Yo asentí en silencio bajando los ojos. Esa noche dormí con un sueño profundo y reposado, sintiendo al interior de mi cuerpo el denso semen escurriendo en el interior de mis tripas. Al día siguiente, me di un baño y me vestí, y cuando fui al comedor mi hijo ya estaba preparando el desayuno como siempre lo hacía desde que su padre nos abandonó.

domingo, 1 de julio de 2012

DECISION

Luego de un rato en que recuperó la razón, aunque igual sentía latir su corazón aceleradamente, repasó en su mente lo que había hecho y sus mejillas se ruborizaron, se sentía avergonzada, vulgar, sucia, pero también excitada. Volvía a ver en su mente otra vez ese miembro erecto, potente, erguido como un mástil orgulloso, veía su piel oscura, el glande violáceo, brillante por la intensa erección, volvía a sentir en sus dedos pecadores la sensación del tacto de la verga, esa mezcla de dureza y suavidad a la vez. Quiso imaginar como sería tomarlo con toda la mano, sentir esa musculatura vertical latiendo como un animal vivo y penetrante. Y más aun, sentir esa verga portentosa hundiéndose en su sexo, abriendo su vagina como en una nueva desfloración, pero esta vez con dolor y placer, y sintió que su vulva se apretaba ante esa imagen voluptuosa, y su mano se movió hacia su pubis como si fuera independiente de su voluntad, y su dedo tocó su clítoris y lo encontró erguido, sensible, y suavemente inicio un masaje en breves círculos y contuvo un quejido de placer, y cerró los ojos y se dejó llevar por sus deseos contenidos de muchos años, y su dedo siguió masturbándola mas rápido, después frenéticamente, violentamente, y de pronto sintió que su cuerpo entero se estremecía, sintió que se hundía en un abismo sin fondo, sintió el sudor en su frente y sus fluidos vaginales escurriendo de su  vulva, y sintió el orgasmo inminente y gritó, y entonces le vino el orgasmo como un temblor que la quebraba en pedazos y un fuego que ardía dentro y fuera de ella y la quemaba hasta las cenizas y volvió a gritar mientras se retorcía de un placer desconocido e intenso, y después de unos instantes de goce supremo, se quedó quieta, detenida en el tiempo, como dormida, hasta que fue recobrando la respiración y la calma, y mientras salía de ese túnel voluptuoso pensó en el negro y en su verga erecta y solo recién vino a darse cuenta de que él se había hecho el dormido cuando ella lo tocó, y en vez de avergonzarse sonrió, y en ese momento supo que esa locura no se detendría hasta que ella, la muy dama y señora sedujera a ese negro vergón y se entregara a esos deseos sucios y depravados, supo que era esa la única salida a la trampa sexual donde estaba atrapada. Supo que todo de ahora en adelante sería inevitable.


INDECISA


Soy viuda de 62 años, y hasta hace unos meses viví con mi hijo divorciado, que ya tiene ya más de 30 años, él trabaja en otra ciudad y me visitaba en sus días de descanso. En la práctica vivía muy sola y eso me estaba afectando física y sicológicamente. Durante las vacaciones pasadas conversamos mucho con mi hijo, tranquilos y con toda confianza, y él me aconsejó que lo mejor para mi era buscar a alguien para no vivir sola, pues él se iría de casa porque también necesita una pareja para rehacer su vida, cuento corto; inicie una relación con un antiguo amigo de mi familia, también viudo, mas de 10 años mayor que yo, tiene 73 años, se llama Rubén y siempre me miraba desde jovencita, y varias veces intentó seducirme, incluso cuando yo estaba casada y él también. Después cuando quedé viuda él apareció por acá durante un tiempo y volvió a intentar algo conmigo. Pero yo le dije que pensaba vivir sola el resto de mi vida. Así que ahora lo busqué y comenzamos un idilio que nos llevó a que se viniera a vivir conmigo. Nos llevamos muy bien, él es muy tranquilo y simpático, sexualmente eso sí le cuesta mucho la erección a pesar de que toma Viagra, pero yo lo comprendo y lo ayudo..., el único defecto que tiene es que es muy pero muy celoso, me acompaña hasta cuando voy a comprar. Como es jubilado esta siempre en la casa. Esta falta de libertad a veces me hace sentir algo arrepentida de haber aceptado esta relación, además de lo sexual, ya que por su edad ya no puede darme todo lo necesito y siempre me deja con ganas, lo hacemos una vez a la semana y nada más aunque yo trato de excitarlo... ya le cuesta mucho que se le erecte aunque tome Viagra. Pues bien, resulta que el viernes antepasado en la tarde llegó mi hijo, venía con sus siete días de descanso, y como celebramos el cumpleaños de Rubén, esa noche se quedó a dormir acá en su dormitorio. Bueno, esa noche Rubén había tomado varios tragos y estaba caliente, así que comenzamos a culpar, estábamos solo la luz de la tv, y cuando yo estaba acostada desnuda encima de la cama y Rubén me estaba haciendo sexo oral sentí un leve ruido y miré hacia la puerta que queda frente a la cama y vi que se abría un poco muy despacio, me di cuenta de inmediato que era mi hijo que nos espiaba, eso me calentó mucho por supuesto, y culié con mi pareja muy caliente, hasta que lo hice acabara mamándole la verga porque no se le erectó lo bastante para penetrarme, igual él me hizo acabar masturbándome con su dedo en mi clítoris. El otro día mi hijo dijo que se iba a quedar más días en casa porque en el departamento se sentía muy solo. Yo no le dije nada de que nos había espiado, y pensé que se quedaba acá para seguir haciéndolo. Ese día en la noche le dije a Rubén que había quedado caliente de la noche anterior y que necesitaba sexo, y dejé sin que se diera cuenta un poquito entreabierta la puerta del dormitorio, pero muy poco para darme cuenta si mi hijo la abría para espiarnos, y también dejé encendida la luz de la mesita de noche. Tal como pensé, al poco rato la puerta se abrió un tanto más. Yo culié muy caliente otra vez, y poniéndome en poses de manera que mi hijo viera muy bien como culiaba su madre. El domingo salimos los tres a comer afuera y lo pasamos muy bien. Noté que mi hijo y Rubén se llevaban muy bien, incluso se echaban bromas en doble sentido, y eso me encantó. Volvimos a casa como a las cuatro de la tarde, y como yo venía algo mareada por el vino que había bebido, me fui a dormir una siesta, y ellos se quedaron en al sala conversando. Yo había dormido una media hora solamente cuando se puso a llover muy fuerte y me desperté por el ruido de la lluvia en el bacón pues había una ventana abierta, me levanté a cerrarla y después me dieron ganas de orinar, así me dirigí al baño. Al pasar por la puerta del dormitorio de mi hijo escuché voces, como vi la puerta entreabierta me iba a asomé para ver que hacía ahí los dos, lo primero que pensé es que estaban viendo algún video, quizás porno, como estaba la puerta algo abierta miré antes de abrirla y ahí casi me desmayo con lo que vi. Ay niño mío, mi hijo estaba sentado en su cama, con la bragueta abierta y con toda su verga erecta afuera, y Rubén hincado ante él se la tenía tomada con una mano mientras se la lamía y le chupaba el glande…!, mi hijo tenía los ojos cerrados y se quejaba de gusto despacito. Me quedé paralizada sin saber que hacer, si irme a mi dormitorio sin más, quedarme espiándolos y gozar lo que veía, o entrar; para participar en un trío familiar o para decirle que eran unos degenerados que abusaban de mi confianza y enojarme con ambos. Lo pensé por unos momentos y opté por seguir mirando esa escena tan excitante a pesar de todo lo que significaba para mí. Más lo hice por la curiosidad de saber si mi hijo le haría lo mismo a mi pareja, aunque me fijé que Rubén no tenia su miembro afuera ni se estaba tocando. Al poco rato mi hijo eyaculó en la boca de Rubén y se tiró hacía atrás en la cama. Mi pareja se limpió la boca con el pañuelo y le limpió el pene a mi hijo acariciándoselo un rato, luego el mismo se lo guardó y corrió el cierre de la bragueta. Luego se sentó a lado de mi hijo en la cama y se pusieron a conversar echándose bromas como si nada hubiera pasado. Por todo esto deduje que era Rubén el que había seducido a mi hijo, que seguramente estaba caliente por habernos espiado las noches anteriores. Esa noche no le dije nada a Rubén, ni tampoco le dije nada a mi hijo al otro día antes que se fuera a su departamento. Ya hace ya una semana de esto y aun estoy completamente desorientada y no sé que hacer al respecto. No he  vuelto a tener relaciones con mi pareja, por que aun no decido si decirle que se vaya, y aunque he hablé una vez con mi hijo por teléfono tanto él como yo conversado solo de un asunto de tramites y nada más. No sé si contarles a los dos lo que vi y ver como reaccionan, o guardarme todo y seguir como si nada. Me da miedo de cómo termine esto, no sé, si acepto la situación quizás terminemos culiando los tres juntos, o si me enojo y Rubén se va, me quedaré sola otra vez.