lunes, 25 de julio de 2011

ATRÁS SIN PECADO

Me he puesto de pie y él detrás de mí. Su verga estaba dura como una piedra, y al darle la espalda él ha aprovechado para pegar su pecho a mí y meter su verga entre mis nalgas, buscaba mi ano. La punta de su pene ha encontrado mi agujerito ayudado por su mano, ha empezado a empujar poco a poco, con cada intento yo llevaba el culito hacia delante por instinto pero sabía que no me libraría de aquella penetración sodomitica. Me ha agarrado de la cintura con su brazo libre y me ha llevado hacia él, metiendo su glande por completo en mi ojito anal, he gritado, me ardía el ano, su verga dura se abría paso dentro de mi, el dolor era intenso pero soportable, cuando ya la había introducido toda ha comenzado a embestirme, y yo a gemir, sollozaba y daba algún grito, me ha mandado callar y al ver que no lo hacía ha tapado mi boca con su mano mientra seguía culiándome sin compasión, las embestidas cada vez eran más fuertes y más profundas y el dolor inicial se ha transformado en un placer inigualable, me sentía sometida a él que tapaba mi boca y violaba mi culo, me excitaba mucho esa situación, mi cuerpo se entregaba al placer y al dolor mientras él me la clavaba con más y más fuerza. Con su mano libre ha empezado a acariciar mi clítoris y un simple roce a hecho que me corriera salvajemente, ante esa escena él se ha corrido enseguida dentro de mi florcita anal y me la ha dejado adentro unos minutos, al sacarla su leche ha escurrido por el interior de mis muslos. Mientras me secaba con la toalla he notado que me dolía el ano. Ese dolor me ha hecho mojarme de nuevo, me excitaba. Mi hijo, sentado en el taburete del baño, con su verga colgando flaccida, me miraba con infinita ternura.

RARA EXPERIENCIA

Después de un rato, me dijo que me pusiera a cuatro patas. A lo que le dije que nunca me habían dado por atrás. Él dijo, pues esta será la primera, te gustará, al principio duele pero luego ya verás. Me dí la vuelta y sentí como sus manos, que con una ya abarcaba todo mi culo, separaban las nalgas, y su lengua comenzaba a lamerme, a veces mordía y otras lamia. Luego noté como un dedo entraba en mi ano, le dije que dolía y le sacó. Siguiendo lamiendo. Luego noté como entraba su dedo pero con algún tipo de crema fresca. Luego dos dedos así hasta tres. Notaba dolor y algo de placer. Se puso de pie y puso su glande en mi aujero, noté como algo me desgarraba que dolor, grite y le dije que la sacara. No te preocupes mama, es normal, aguante o muerde la almohada, es como una inyección – dijo él. Siguió metiéndola hasta que volví a gritar, entonces paró. Tranquila mami, poco a poco- decía. Al rato volvió a moverse metiendo todo su pene dentro, di otro grito. Y se paró un rato más. Luego empezó a meter y sacar su pene, yo sentía como me escocía con una sensación de escalofríos y a la vez la sensación de que quería cagarme. Se lo decía y el respondía entre gemidos que era normal. Me agarró fuerte de la cintura, y sus embestidas eran cada vez más fuertes mientras gemía y yo tenía algún gemido de placer. Le decía que me iba hacer caca, que tenía esa sensación. Él dijo que era normal y siguió penetrándome, que no era que me estuviese cagando si no que era su verga que es muy gorda. Siguió cada vez mas fuerte hasta que noté como iba más rápido y dió un gemido fuerte que a la vez hizo que mi culo notara unos chijetes de semen calientes y chorreantes dentro de mi culo. Haciéndome correr a la vez, con una sensación de placer y dolor. Mi hijo me abrazó por atrás y nos dejamos caer juntos en el lecho.

INCONSUMACION

Me senti aterrorizada. Su verga jamas entraria por mi estrecho culo. Al ver mi indecision, mi hijo me empujó con suavidad y me acosto boca abajo. Tomo mis tobillos y me separo las piernas con firmeza. Sentí cuan expuesta estaba para él, quien podia ver mi chuchita y mi culo totalmente accesible. Tocó mi clitoris y masajeo mi vagina hasta que sentí que me volvia loca. Cuando estaba a punto del orgasmo, senti como lubricaba mi florcita anal con su saliva, introduciendo inmediatamente un dedo. Metió y sacó su dedo varias veces con firmeza, hasta que sentia fuertes golpes de sus nudillos en mis nalgas. Se recostó en mi espalda mientras metia su dedo, hasta que sentí que intentaba introducir dos. Con decision, empujo sus dedos hasta que logró acceso a mi interior. Metió y sacó sus dedos con rapidez, hasta que se separó de mí y se arrodillo entre mis piernas abiertas. Senti su dura verga en la entrada de mi culito mientras ponia presion en esa flor carnal, para que lo dejara entrar. Intenté relajarme, pero a medida que presionaba, iba entrando y abriendome. Dolia mucho, y aunque le rogaba que no siguiera, mi hijo no escuchaba. Llegó el momento en que la presion era tanta que sentí que me desmayaria. Su glande por fin había llegado al punto máximo donde no le quedaba mas que entrar a explorarme o salirse. No lo pensó, y cruzó las puertas de mi culo entrando al interior de mi cuerpo. Grité. Me contorsioné. Lloré. Rogué. El dolor y ardor eran intensos. Contrario a lo que hacen la mayoria de los hombres, mi hijo no me embistió, sino que dejó que su verga se deslizara lentamente dentro de mí como si ella tuviera vida propia. El recorrido de su verga mientras entraba, hasta que nuestros cuerpos chocaron, fue un suplicio. Una vez la base de su verga y mi culo se encontraron, puso una mano en mi cadera, y otra en mi hombro, y comenzo a embestirme con fuerza, sacando la cabeza de su verga hasta la entrada de mi culo y volviendome a penetrar. Su penetracion era tan fuerte, que sentia los empujones en mis nalgas, y sus bolas chocando con mi clitoris. Se mantuvo metiendo y sacando su verga, aumentando su intensidad, hasta que escuché sus gritos de placer. Cuando termino, paso su lengua por mi espalda, hasta que su verga se puso flácida. La sacó con suavidad y se paró frente a mí. Me acarició los cabellos y me besó largamente.

viernes, 22 de julio de 2011

AQUELLA NOCHE

Se vieron obligados a dormir juntos en una cama estrecha. Ella se duchó y se fue a acostar con unas bombachas y un bata. El se acostó junto a su madre vestido. Al poco rato, el hijo sintió la suave mano de su madre buscándole la verga dentro del pantalón, para acto seguido estrechar su abrazo, hasta hacer que el rostro del joven quedara hundido entre sus tetas. Así estuvieron cosa de momentos, quietos ambos, nerviosos los dos, hasta que los dedos de una mano juvenil empezaron a subir los carnosos muslos blancos, la prenda siguió descubriendo más cosas a los abiertos ojos del mocoso, quien sentía como su miembro se ponía bien erecto, en la mano de su madre. Ella, incapaz de contenerse, maniobró hasta colocar su mano dentro del slip, aferrándose en aquella carne prohibida, la mujer sofocada sentía temblar todo su cuerpo, cerró los ojos con fuerza, como si con ello alejara de su pensamiento aquellas sensaciones que poco a poco iban apoderándose de ella, como si con aquel gesto eliminará de su mente aquella joven mano que llegaba impunemente a meterse por su bombacha. Desde su posición él miraba extasiado el bajo vientre de su madre, ya que la bata se abrió de par en par, observó la comba del Monte de Venus bajo la blanca bombacha de algodón, los muslos inmaculados y carnosos que se abrían a su antojo, sentía la respiración agitada de su progenitora, pero sobre todo sentía pegada a su cara la tibia carne, la suave calidez de las tetas maternas. Durmieron así, unidos en un abrazo, en el borde del pecado. Sería de madrugada cuando la madre fue sacada del pesado sueño, estaba boca abajo sobre la cama, desnuda, mostrando a la penumbra del cuarto sus carnosas y suaves nalgas. El hijo estaba sobre ella, sigiloso y ardiente, se montó sobre su espalda. Ella se sobresaltó solo una milésima de segundo, luego recordó y gozó…, y lo gozó más todavía, cuando escuchó las palabras de su hijo susurrándole al oído. Sintió la dura verga de su hijo resbalar entre sus nalgas; aflojó el cuerpo, la verga llegó a la raja de la vagina, pero se metió y salió, volvió a intentar y sólo resbaló entre los gordos labios de la concha, para ir más arriba, comprendió entonces que su hijo quería su cola, quería meterle el miembro en el culo. Suspiró, tal vez por la torpeza de su hijo al no acertar en el sitio correcto, pero esa torpeza también la excitaba, entonces lo ayudó pasando su mano bajo su cuerpo, hasta alcanzar el inició de sus nalgas, agarró entre sus dedos la cabeza de la verga y la colocó sobre su ano, duro, cerrado. El joven instintivamente la punzó y luego empujó. El muchacho sintió sobre su glande la dolorosa sensación del culo al abrirse, sintió el anillo de carne ciñéndose sobre su miembro; la mujer gemía dolorosamente, sintiendo como su intestino se llenaba de dura carne, poco a poco, con lentitud eterna, hasta que quedó toda dentro. El hijo estaba ya sobre su madre refregando con su vientre las carnosas nalgas maternas, luego se movió, adentro y afuera, ella también, pero a los lados, despacio; luego ambos, cuando el ano dio de sí, y el miembro entraba y salía, no todo, pero casi, en una danza a contrapunto, ella sintió la deliciosa placidez de la cogida anal. El jovencito llenándose de placer anticipado en su mente, sin querer empezó a verter ríos de semen dentro de su madre, quien sólo gemía, sollozaba quedamente, hasta que la eyaculación concluyó y ella en un susurro tímido le pidió más. Entonces el le hizo sentir el rigor de su verga clavada en el acogedor ano, bombeándola suavemente y con renovada destreza, hasta que sintió el orgasmo ahogado de su madre. Se quedaron quietos, así abotonados, hasta que el miembro del hijo perdió erección, solo entonces se separaron, y en absoluto silencio se abrazaron. Cuando la entrada mañana los sorprendió ambos estaban todavía sobre la cama, abrazados, él con su cara sobre las caderas de su madre, ella acariciándole el rostro a su querido hijo.

martes, 19 de julio de 2011

DOMINACION SEXUAL

Una vez desnudos, de pie en medio del dormitorio, nos abrazamos y no besamos con furor, nuestras lenguas jugaron entrelazadas embebidas en nuestras salivas. Luego me volteó dulcemente colocando su verga entre mis nalgas y me comenzó a besarme la nuca, con eso él bien sabía que me abandonaba totalmente en sus manos, que podía hacerme y pedirme lo que quisiera pues yo no podría negarme a nada. Lamió mis hombros y con su lengua comenzó a recorrer mi espina dorsal, mis nalguitas se alzaron, ofreciéndose solitas para que les hiciera lo que quisiera. Fue bajando hacia mis nalgas, con sus manos abrió los cachetes de mi apretado y carnoso culito y comenzó lengüetearme, recorriendo todo el surco, pasando una y otra vez por mi flor anal, donde ejercía una ligera presión con su lengua, distendiendo los pliegues de mi arrugado anito, con lo cual sentía un poco de dolor, por lo que le dije, "Ay, será que me podrá caber tu verga?, mira que apenas entra la punta de tu lengua y eso que ella es muy blandita", él me dijo, "no te preocupes, solo disfruta", y continuó la lengüeteada, ahora succionándome el anito, Aahh!, comenzó a arrancarme suspiros! Después de buen rato de tenerme así, tomo el pomo de gel lubricante que tenía en el buró, tomó un poco con sus dedos y me lo comenzó a untar alrededor del ano, ejerciendo presión a la entrada con sus dedos pero sin llegar a penetrarme ninguno, luego se embadurnó la verga con el mismo gel, colocó la punta de la verga a la entrada de mi culito y empujó un poco; yo solo por instinto me respingué hacia adelante y apreté mi culito, haciendo resbalar hacia abajo la erecta verga, por lo que él me llamó la atención, "¡No lo aprietes ni lo escondas, déjalo flojito y quietecito!"; yo me volví a colocar como estaba, pero nuevamente al sentir la presión de su verga queriendo entrar, instintivamente me volví a apretar y a quitar mi culito ligeramente. Entonces se acomodó mejor detrás de mí, quedando su verga justamente a la entrada de mi culito, con sus manos me abrió más los cachetes y comenzó a empujar suavemente, sentí claramente cómo mi esfínter se fue abriendo dando paso a la cabecita de su verga, pero me dolía tremendamente, por lo que comencé a gritarle, "espera!, eso duele, espera, espera…", pero él mientras me besaba la espalda y con su mano jugueteaba en mi clítoris, siguió empujando su verga hasta que sentí como pasó totalmente la cabecita y como medio centímetro más, ahí automáticamente mi esfínter se cerró, ahorcando su verga, yo lancé un grito más fuerte "¡Ayyy!" y solté mis primeras lágrimas, sentía un ardor tremendo, como si estuviera cagando después de haber comido ají picante. Sin embargo, su verga estaba en el punto de "no retorno", pues ya había entrado la cabecita y al quererme safar, chocó su frenillo con mi esfínter y sentí que si me sacaba totalmente su verga, me llevaría ensartado el ano con todo e intestinos, es decir, no quería que me lo siguiera metiendo ni quería que lo sacara, de cualquier manera sentía que me mataría del dolor y ardor. Entendiendo lo que estaba pasando por mi mente, me dijo dulcemente, "espera, solo espera unos segundos que tu anito se acostumbre al intruso que tiene adentro, ya se calmará el dolor, concéntrate en disfrutar lo que te estoy haciendo adelante", mientras su dedo medio entraba y salía repetidas veces de mi vagina. Efectivamente, el placer en mi vagina fue mitigando el dolor de mi ano y dejé de llorar, entonces recogió con sus dedos el gel regado en mis nalgas, juntándolo todo hasta donde estaba enterrada su verga en mi culito y volvió a empujar, siempre muy suavemente, poquito a poquito, ahora sentía cómo su verga me iba distendiendo los músculos del recto, eliminando sus arrugitas. Pero cada milímetro de avance era doloroso, por momentos con mi mano le empujaba la pierna deteniendo su avance y cuando la quitaba él empujaba otro poco, pero ya no lloraba, solo arrugaba la cara por el dolor, sintiendo al mismo tiempo el placer que su dedo me daba en la vagina, así siguió hasta que ya después de un corto tiempo sentí en mis nalgas las cosquillitas que me provocaban sus pelos, "solo faltan dos centímetros", me dije y yo misma me empujé hacia atrás para de una vez terminar con la tortura, ensartándome totalmente en su verga, emitiendo un quejido para contener el grito que pugnaba por salir de mi garganta, sentía que me estaba partiendo en dos!; creyendo que ya me estaba gustando la enculada, tan pronto como chocó con mis nalgas reculó hasta sentir el frenillo en mi esfínter y me lo empujó de un solo envión hasta el tope, por lo que nuevamente me arrancó otro fuerte grito, "¡Aaayyy!"; ahí ya decidió hacer el metisaca muy suavemente, siempre sin sacarlo totalmente, solo hasta el frenillo, sentía que su verga quemaba!, él dulcemente me decía, "Qué culito tan rico, está tan apretadito, tan rico, tan delicioso, es todo un manjar para mi hambrienta verga!" Después del décimo empujón hasta el tope, por fin comencé a sentir rico, no solo por el jugueteo de su dedo en mi vagina, sino por su misma verga enterrada en mi culito, era una sensación un tanto extraña, como cuando una caga después de estar aguantando las ganas, se siente un gran alivio, solo que ahora era algo más prolongado. Me comencé a concentrar en el contorno de su verga, identificando si sus pliegues estimulaban nervios de mi culito y, efectivamente, al poco tiempo sentí las partes sensibles de mi recto que respondían deliciosamente al roce de cada vena y cada relieve de su enhiesta verga, ¡Aaaah!, me comencé a mover en semicírculos, él dándose cuenta de mis movimientos, siguió mi ritmo y comenzamos un delicioso vaivén con nuestros cuerpos abotonados a través de mi culito. Durante todo este tiempo él había estado de pie atrás de mí; entonces sentí que él se inclinaba flexionando sus piernas, pero sin sacar su verga de mi culito y ahora me bombeaba como haciendo sentadillas, pero al momento de levantarse me levantaba en vilo ensartada en su verga y aunque volvía a sentir dolor, ya para ese momento yo estaba ardiendo de calentura y le gritaba "así mi macho, méteme toda tu linda verga!, ensártamela hasta el fondo!, destroza mi culito que solo es tuyo papito lindo!", yo misma me desconocía gritando esas barbaridades, pero solo eran un reflejo del gran placer que estaba sintiendo, a cada empujón se escuchaba un sonido sofocado en mi estómago y sentía que me empujaba los intestinos hasta el pecho, yo sólo gemía, ¡Ah!, ¡Ah!, ¡Ah!, y él bufando como toro, como mi semental que era, eso me hacía sentir una real hembra dándole placer a su macho. Aquí debo confesar algo, el hecho de ser enculada por tu hombre da también una sensación de sumisión total a él y él por supuesto goza de una sensación de dominio total, lo que se conjuga al placer sexual propiamente, lo que multiplica el placer, en verdad se siente muy bonito, esa es la única forma de sumisión – dominio que a mí me encanta, y a él también, cualquier otra implica castigo y dolor a propósito, en la enculada es un dolor necesario y participativo en el placer, por eso es que me gusta. Aún tuvo energía y aguante para hacer varias sentadillas, siempre levantándome en vilo, ayudado ligeramente por la mano cuyo dedo seguía dentro de mi jugosa vagina, Aaahhh!, comenzó mi venida, con grandes espasmos y contracciones en mi vagina, lo que a su vez incrementó el apretamiento de mi culito en su verga, provocándole a su vez su propia venida que pude sentir por los potentes chorros de leche que me lanzó a lo largo de mi intestino grueso que yo pienso me lo mantuvo durante toda la enculada en forma totalmente recta y no con las curvas naturales. El bufido final que lanzó junto con su último chorro de leche debió escucharse en toda la casa, pero en ese momento no nos importaba nada, estábamos totalmente fundidos en un solo ser, sintiendo el máximo placer permitido a dos seres… ahí sí quedé totalmente exhausta, por lo que con el último estertor de mi venida, me derrumbé sobre la cama arrastrándolo conmigo ya que él continuaba ensartado en mí, ahí mientras trataba de normalizar mi respiración él me comenzó a besar la nuca, provocándome una laxitud maravillosa, cerré los ojos y me quedé quietecita, aunque sentía temor que me volviera a lastimar mi esfínter al sacar su verga. La rato después, sentí como la verga se iba encogiendo hasta salirse totalmente de mi culito, sintiendo un gran alivio de haber aguantado hasta el final, quizá si me hubiera zafado antes sí me hubiera lastimado con esta acción de la verga, sentía que me escurría su semen hacia fuera, nos levantamos y nos fuimos al baño, ahí me miré el semen que me escurría por las piernas, de color lechoso sanguinolento por los desgarres que su verga me provocó en el culito. Me enjugué el culito solo con agua pues temí que el jabón me provocara ardor, al secarme no quería pasar la toalla por ahí, por lo que me quedó mojado, tampoco me quise poner calzón o tanga, solo encima una bata y caminando despacito y apretando las nalgas me acosté en la cama. Él salió después del baño me volvió a cobijar en sus brazos sobre su pecho, apagó la luz y acariciando mi pelo me dejó dormir tranquilamente.

sábado, 16 de julio de 2011

DESPERTANDO AL INCESTO 1

El joven nunca cómo ahora había prestado atención a su madre de esta manera. Lo primero que apreció fue ese par de bellos senos de muy buen tamaño que se apreciaban debajo de la tela de la playera pues, a pesar de que ella traía puesto el sostén, se alcanzaban a notar sus pezones prominentes. Enseguida sintió una punzada en su entrepierna al estar mirando esas tetas deliciosas y apartó la mirada solo para continuar con el recorrido. Bajó lentamente hasta la entrepierna de la mujer y notó con toda claridad ese hundimiento triangular delicioso que se formaba entre los dos muslos de su madre. Ahora sintió en verdad que su pene reaccionaba ante los impulsos que ese ampuloso cuerpo generaba pero una sorpresa más se le presentó cuando ella se giró para alejarse, las nalgas de su mama se marcaban de una manera increíble debajo de la tela, pudo apreciar con total claridad la marca que las bragas dejaban en la tela del pantalón, era una línea delicada que cubría apenas medio cachete de las nalgas y corría por el trasero hasta perderse en la parte baja. Ya para esos momentos la erección estaba de un buen tamaño pero logró contenerse y finalmente se levantó para salir junto con su madre. Esa noche no durmió tranquilo, durante un buen rato estuvo pensando en el cuerpo sensual de su madre, durante todo ese tiempo su verga se encontró en estado de erección. Por tabú no se masturbó pero ganas no le faltaron. Pero la noche siguiente no pudo más, su pene se encontraba completamente endurecido y la pasión que experimentaba era en verdad intensa. Con un gran temor, se tomó el pene con la mano derecha y lentamente lo comenzó a mover arriba y abajo mientras pensaba en el cuerpo excitante y macizo de su madre. El joven no pudo resistir por mucho tiempo pues a los pocos minutos un torrente de espeso y caliente esperma voló por el aire, cayó pesadamente sobre su estómago y algunas gotas más en las sábanas de la cama! El placer que él experimentó fue en verdad increíble. Se continuó masturbando cada vez más frecuentemente mientras pensaba en su madre, incluso comenzó a entrar en la ducha mientras ella se bañaba con el pretexto de asearse los dientes. La silueta desnuda y grácil de ella se dibujaba detrás de la mica y podía experimentar poderosas erecciones que finalmente calmaba al entrar de nuevo en su cuarto. La verga le palpitaba y se endurecía como nunca antes lo había estado, le lastimaba tener el pene dentro del pantalón.

DESPERTANDO AL INCESTO 2


El tiempo pasa, todo converge a lo prohibido, una tarde lo sorprende durmiendo la siesta al lado de su madre, ella vestida solo con una delgada bata que con sus movimientos de dormida inquieta y la ayuda de él se ha abierto como una flor, dejando el cuerpo de ella semidesnudo. No logra contenerse por más tiempo, se separa de su madre, se levanta y se baja los pantalones, su verga completamente endurecida lucha por escapar de entre los calzoncillos. Su mano derecha se mete por debajo del slip, empuña su verga y la saca completa, el tronco es largo, grueso y en la punta se aprecia la gorda cabeza de color rojizo que punza y pide ser liberada de la tensión. Mientras con su mano derecha se menea la endurecida herramienta con la izquierda se dedica a amasar los grandes senos de su madre, que cómplice, se hace la dormida. Solamente bastaron unas cuantas sacudidas a su pene para que tuviera la mejor venida que en mucho tiempo hubiera experimentado, el semen se regó completamente sobre el estómago y los pechos de su madre. Estaba hecho, había logrado sobrepasar los límites del tabú y había abusado de la confianza de su ingenua madre. Ella permanece quieta, solo su respiración acesante la delata. Con las caderas paseó su verga varias veces desde arriba hasta abajo del surco genital y en cada ocasión empujó ligeramente al interior, el glande del pene se fue perdiendo y él sintió el húmedo calor que de dentro escapaba. No pudo resistir por más tiempo, lentamente empujó su verga al interior de su madre cuando sintió que estaba en posición. Los labios vaginales se fueron separando poco a poco mientras el pene del hijo se abría camino a través de ellos, el calor y humedad que él experimentó en esos momentos fueron increíblemente deliciosos. Pensó que los años sin sexo de ella de alguna manera la habían virginizado, pues le costaba un poco de trabajo meter su pene en el estrecho túnel vaginal de su madre. Tras un par de segundos, la verga se encontraba completamente dentro de la apretada y cálida vagina materna, esperó por algunos segundos totalmente dentro de su madre antes de realizar cualquier movimiento, deseaba sentir por completo como la vagina de ella envolvía su pene con su delicioso calor. Además pudo experimentar algunas contracciones de los músculos internos de la vagina de su madre haciéndose la dormida. Muy lentamente comenzó a retroceder sus caderas, la verga fue saliendo completamente humedecida con los jugos que esa vagina había excretado anteriormente, el olor sexual invadió la habitación y él se sintió mucho más excitado y aceleró el movimiento de su cuerpo, el pene casi abandonó por completo la vulva, únicamente la gruesa y brillante cabeza quedó dentro. Luego volvió entonces a empujar hacia el interior y su verga rápidamente se encontró de nuevo en lo más profundo. Pronto sintió que sus bolas se comenzaron a inflamar y por más esfuerzos que hizo para poder evitar la venida esto le resultó completamente inútil. Los testículos se inflamaron al máximo y pronto se contrajeron con fuerza dejando que todo el semen que se encontraba dentro comenzara a salir con gran fuerza hacia el interior de la vagina de su mama. Aventó sus caderas con toda la fuerza posible hacia adelante clavándose en lo más profundo de la deliciosa vagina. Al parecer el calor de la blanca sustancia que él soltó en ella logró hacer que ella sintiese algo del placer ofrecido y un leve gemido escapó de sus labios, pero la mujer aun continuó con los ojos cerrados y aparentando estar profundamente dormida. Se quedó en lo más profundo de la vagina hasta que finalmente su pene comenzó a perder la fuerza, poco a poco él fue sacando su pene ya semiflácido y al quedar totalmente fuera de su madre se deleitó con la visión de ese delicioso capullo carnal ahora completamente abierto y escurriendo el semen que él le había depositado. Se levantó completamente, se colocó los calzoncillos y cogió de la mesilla veladora una caja de pañuelos faciales, sacó de ella algunos y limpió tiernamente la vagina humedecida de su madre.

DESPERTANDO AL INCESTO 3


Otra tarde, otra vez la confluencia de los deseos incestuosos en el lecho materno, otra vez la dulce modorra de la siesta, otra vez la complicidad materna por omisión, ella hace que duerme. Está desnuda sobre la cama, él entra sigiloso, también esta desnudo. El pene grueso y largo del hijo se encontraba completamente endurecido y para aliviar su deseo se fue montando sobre ella. El grueso glande purpúreo se acercó a los delicados labios vaginales, lentamente se fue introduciendo hasta perderse en la deliciosa y apretada vagina. El tronco también avanzó al mismo paso y en cuestión de pocos segundos las bolas del joven macho rebotaban contra las preciosas nalgas de su madre. Con movimientos lentos pero profundos él comenzó la cogida, se meneó con toda la poca experiencia de sus pocos años, la humedad de la vagina hizo que los movimientos fueran suaves y deliciosos, tanto para ella como para él. Empujó una y otra vez con total serenidad y pronto consiguió otro orgasmo que su madre ya no pudo callar. Esa conversación entre madre e hijo liberó de culpas a ambos y se entregaron ahora si completamente a amarse de esa manera incestuosa pero placentera. Ella se separó del cuerpo de su hijo, se acomodó en la cama a cuatro patas invitándolo a penetrarla desde atrás. Sin perder un momento él se acomodó detrás de ella y guiando el pene con su mano lo introdujo en la vagina, la verga se perdió en cuestión de segundos y la comenzó a bombear sin descanso sujetándola de la cintura. Tras unos minutos de estar cogiendo en esa posición la matrona de amplias curva dejó que sus pechos cayeran contra el colchón dejándole a su hijo macho un delicioso retrato de su culo perfectamente levantado. La imagen fue en verdad una revelación para él, que ahora más excitado empujó y empujó con más fuerza hacia el interior de la deliciosa vulva que puesta en esa posición hacía mucho más satisfactoria la penetración. Cuestión de segundos o quizá un par de minutos bastaron para que él explotara en el interior de su madre en un vértigo compartido. Lentamente el peso del hijo fue venciendo la resistencia de la madre y él quedó recostado sobre ese delicioso y generoso trasero. Se besaron, se acariciaron y esperaron hasta que finalmente el pene perdiendo su dureza salió por propia cuenta de tan suculento lugar.

DESPERTANDO AL INCESTO 4


(Ella, con los ojos cerrados comenzó a recordar las venidas que había tenido hace apenas unos cuantos días y su sexo se comenzó a humedecer, se pegó más contra el cuerpo de su hijo y sintió el flácido miembro. Se apoderó del instrumento y comenzó a juguetear con él. Poco a poco la herramienta de su hijo fue ganando dureza hasta que finalmente ella lo masturbaba lentamente ya con el falo completamente endurecido. El pene era tan grueso que apenas y podía abarcarlo con el puño cerrado, esto excitó más a la madura madona y sin más, acuclillada en la cama, se dedicó a pasar por su boca el grueso glande del pene de su retoño, primero lo lamió despacio y luego se lo comenzó a meter en la boca poco a poco hasta conseguir meterse en ella más de la mitad de la larga herramienta. Luego de varios minutos la mujer se levantó, se montó sobre el cuerpo del joven y sujetando con su mano el erecto pene lo guió hacia su vulva. Sintió el glande abriéndose camino y fue dejando que su peso hiciera el resto de la operación; en un par de minutos el pene de su hijo se encontraba completamente dentro de ella. Con movimientos lentos de sus caderas la madre comenzó a cabalgar a su hijo. Pronto alcanzó el primer orgasmo y gimió intensamente. Los movimientos cesaron por algunos minutos luego de su orgasmo, pero reiniciaron nuevamente). Él llevó sus manos hacia las nalgas de su madre y las acarició goloso mientras empujaba ligeramente sus caderas hacia arriba tratando de llegar lo más profundo posible de la caliente concha. Los cuerpos de madre e hijo se movían rítmicamente y con cada movimiento nuevo el néctar de ella escurría por el tronco de su hijo y escurría lentamente mojando las bolas de éste para finalmente mojar las sábanas de la cama en donde se efectuaba el pecaminoso acto. Nuevamente el placer alcanzó las puertas de ella, el orgasmo fue tan intenso que su cuerpo se arqueó hacia atrás mientras cabalgaba a su hijo, él se apoderó en esos momentos del par de grandes senos los amasó golosamente para al final empujar bien dentro su pene y depositar el semen ardiente que sus bolas arrojaban con toda su fuerza.

DESPERTANDO AL INCESTO 5


Los amantes incestuosos quedaron nuevamente rendidos en la cama pero no por mucho tiempo. (Ella se levantó para nuevamente mamar el pene semiflácido de su hijo, puso tanto empeño en su labor que en pocos minutos consiguió de nuevo una erección total, se volvió a montar en él y ahora apoyada contra su pecho se besaba ardientemente con su hijo mientras que éste aprovechaba la posición para acariciarle las nalgas que se abrían completamente en esa posición). Eran tan intensas las sensaciones que él estaba experimentando que realmente no sabía si estaba en el cielo o el infierno, lo seguro es que lo estaba disfrutando al máximo. (Las nalgas de ella chocaban una y otra vez contra el vientre del joven, y la mujer comenzaba a sentir también que algo grande se estaba acercando. Algunas contracciones en la vulva le indicaron que no iba a poder soportar por mucho tiempo y enseguida le pidió a su hijo que se viniera junto con ella). Él no necesitaba tampoco esta invitación pues el placer era tan intenso que estaba ya casi al borde de la eyaculación, unos cuantos movimientos más de su madre bastaron para lograr que sus bolas se inflamaran al máximo y un grueso y potente disparo de semen golpeó en lo más profundo de su hembra. (Tras el frenesí del orgasmo, el cuerpo de ella dejó de responder pues se encontraba completamente agotada, sin fuerza se reclinó hacia el frente y la verga salió salpicando un poco de semen). Madre e hijo se quedaron así por algunos minutos, se besaron con los labios blandos y ensalivados, felices y saciados, finalmente el frío de la noche los hizo cubrirse con las mantas. Ambos se quedaron profundamente dormidos soñando en lo que un futuro así les estaría preparando, ambos eran conscientes de que iba a ser difícil pero ambos estaban dispuestos a llegar hasta donde fuera posible.

FIN

DESEOS

Deseo tanto una verga, desde que enviudé hace mas de cinco años que no siento su dureza exultante en mi vulva, su erecta virilidad penetrando lentamente en mi vagina, su suavidad tensa en mi boca, esa sensación extraña de su musculatura cilíndrica en mi mano, quiero ver un miembro viril, blando y flácido al principio, y ver como se alarga, se endurece y se yergue, ver como la piel del escroto se contrae dejando salir el glande rosado y brillante, y ver como los testículos se elevan y se juntan más al cuerpo aumentando el tamaño. Después sentir sus poderosas contracciones musculares y las primeras contracciones hasta la eyaculación. Deseo sentir el semen en mi piel, como una lava ardiente escurriendo. Y una vez alcanzado el clímax, verlo relajado recobrando su estado tranquilo y normal, tierno y saciado. Y volver a besarlo, lamerlo, chuparlo, succionarlo, hasta volver a que sea un altivo dios fálico y rendirle los honores vaginales, manuales y orales que su potente envergadura se merece.

EL SABOR DEL INCESTO

Fue afuera, en el jardín trasero, bajo un sol luminoso que ardía en la piel. Arrodillada sobre el suelo tenía a mi hijo desnudo frente a mí, tan caliente, tan excitado, con su verga apuntando al cielo. Como me gustaba verlo así. Su miembro estaba húmedo y desprendía un olor tan intenso, tan particular, olor a sexo, olor a porno. Restregué toda mi nariz sobre todo su falo, como me ponía, como me excitaba, mi boca se cargaba de saliva. Lo introduje todo en mi boca, sus líquidos se mezclaron con los míos. Era como suave ácido que se abría paso hacía mi interior. Tragaba toda su pija, me la metía tímidamente y no paraba hasta darme con su cuerpo en mi cara, después la sacaba y lo repetía, después hacía lo mismo una y otra vez, para que pudiera comprobar de primera mano como me gustaba. Yo, su madre, la mujer de la casa. Agarré con la mano derecha su pene y comencé a pajearle de prisa. No había tiempo que perder, era fuerte, era rápido. Mientras tanto yo tenía la menor parte de su capullo en mi boca, o mejor dicho, mientras lo rozaba con la menor parte de mi cálida, rosada, larga y penetrante lengua. Era un jugueteo muy erótico, muy ardiente, muy deliciosos en exceso. Él estaba circuncidado y así era fácil jugar solamente con su glande. Poco a poco lo iba mordiendo y poco a poco lo iba metiendo más y más en mi boca, mientras con mi mano derecha no dejaba de masturbarlo ni un segundo solamente. Volví a tragármelo entero de nuevo, una sola vez, para con mi boca tirar de su miembro hacía abajo y ver como rebotaba en el aire. Me quedé un poco mirándolo, como se movía, como el líquido lentamente se movía por su verga, e incluso un par de gotas caigan sobre mí. Levanté con la mano izquierda su verga hasta ponerla contra su cuerpo y una vez así, golpee con la derecha sus cojones y después los olí, los saboree, los estiraba con mis labios mientras con mi lengua los mojaba. Realmente todo aquello me excitaba demasiado, me ponía muy caliente y él lo sabía y también lo estaba. Volví a cogerle la verga con la mano derecha y le masturbé, como a mi me gusta, siempre de prisa, mientras de nuevo jugaba con su capullo en mi boca. Morderle, lamerle, presionar, oler, besar y sentirlo siempre tan caliente dentro de mí, mmm... Aferré el miembro erecto y duro de mi hijo pajeándolo con furia, chupándolo como si me fuera la vida en ello y tras unos minutos, los espasmos de su entrepierna me avisaron del final tan esperado. Saltaron de su interior, dos y tres chijetes de su esperma, y después escurrieron otro par más lentos. Abrí mi boca y saqué mi lengua, lamí las últimas gotas de su semen. Era espeso, casi agrio, su textura era difícil de explicar, sólo puedo decir que me gustaba. Lo limpié con mi lengua, olí ese perfume fuerte, de olor áspero y penetrante. Miré fijamente a mi hijo. Él me devolvió la mirada y se quedo así como atontado, siguiendo con sus ojos mi alejamiento etéreo. Durante todo el día tuve su sabor en mi boca… y mientras yo paladeaba y degustaba, él se fue acercando cada vez más a mí.

UN VERANO CALUROSO

Era verano mi hijo y yo estábamos solos en casa. Hacía calor, por lo que nos habíamos quitado algo de ropa. Él llevaba unos bóxer negros apretados nada más y yo llevaba una camiseta de tirantes y unas bragas. Nos besábamos y acariciábamos tumbados en la cama, yo podía notar como estaba totalmente erecto y le oí susurrarme… "mami… chúpamela…". Nunca habíamos llegado hasta ese punto, nuestro pecado era de caricias cada vez mas intimas, pero hasta ahí habíamos llegado, solo a intensos forcejeos eróticos. Pero esta vez y tras pensarlo un segundo, decidí darle que me había pedido ya muchas veces. Empecé a lamerle el pecho, pasando mi lengua por su abdomen, por cada uno de sus marcados abdominales hasta seguir bajando y posar mi boca sobre el bulto que se marcaba dentro de su bóxer. Se los quité, dejando su miembro tieso apuntando hacia el techo y acerqué mi boca hacia el, pero sin comenzar a mamarla. Saqué mi lengua y posé la puntita sobre su capullo, notando su sabor en ella. Acto seguido, comencé a deslizar mi lengua hacia abajo, poco a poco hasta llegar a s base y empezar el camino inverso, subiendo poco a poco hasta llegar a la punta. Realicé este mismo camino varias veces, notando como mi saliva iba cubriendo toda su polla y escuchando sus gemidos mientras se la lamía. Él estaba disfrutando de la mamada que le estaba haciendo, y hay que reconocer que yo también estaba disfrutando de ello. Tras unos diez minutos de lamerla, decidí dar un paso más y abrí mi boca completamente hasta meterme su capullo en la boca. Podía notarlo entre mis labios y comencé a bajar mi cabeza poco a poco, notando como su polla entraba centímetro a centímetro dentro de mi boca. No fui capaz de metérmela entera en la boca, porque notaba que me faltaba el aire, por lo que comencé a sacármela poco a poco. Continúe mamándosela así, metiéndomela en la boca todo lo que podía y comencé a ir cada vez más rápido, moviendo mi boca arriba y abajo por su verga. Su respiración era cada vez más acelerada señal de lo que estábamos disfrutando. De pronto, noté su mano apoyándose sobre mi nuca. Me sobresalté, pero al momento continué con lo que estaba haciendo sin preocuparme en absoluto por su mano, hasta que comenzó a empujar mi cabeza hacia abajo. Ese movimiento hizo que su falo entrase entero en mi boca, más profundo de lo que yo había sido capaz de meterme antes y de súbito, un líquido caliente empezó a desparramarse en mi boca. No podía respirar a causa de su corrida e intenté sacarme su polla de la boca para poder respirar pero él seguía empujando mi cabeza contra su polla por lo que me fue totalmente imposible sacármela de la boca, no quedándome otro remedio que tragarme todo su semen, su leche. Unos segundos después, la presión de su mano sobre mi nuca se aflojó, por lo que pude sacármela de la boca. Su corrida prácticamente había terminado aunque tras sacarla, las últimas gotas fueron a parar a mi frente y a mi pelo. Yo aún no había recuperado completamente el aire por lo que me quedé quieta a pesar de notar como las gotas de leche de mi frente se escurrían hacia abajo por el arco de mi nariz. Justo antes de levantarme de la cama para ir a lavarme, le oí decir lo bien que me quedaba la leche por la cara…

MI MADRE Y MI ERECCION 1

Soy un chico corriente, de los que no destacan. Los que tienen una vida mediocre, gris, pero que de repente, un suceso, un percance, le cambió su vida radicalmente, la forma de entender el mundo, su propia existencia y la forma de relacionarse con su madre. Pese a haber tenido algún amorío que otro con alguna chica, sería mi propia madre la primera mujer con la que iba a tener un contacto físico, íntimo y carnal. Lo que me pasó fue un accidente en bicicleta. Los huevos se me hincharon de una manera enorme y tuve que ir al urólogo. El urólogo recomendó una crema que había que ponerme dos veces al día en mi paquete, para curarme de la herida. Como la crema había que ponerla bien expandida y mi mano derecha estaba ausente, el médico recomendó que contratáramos una enfermera. Mi madre, por amor propio o porque ella era enfermera, se negó, me dijo que ya lo haría ella.

- Total, no me voy a asustar, ¿No?. No dejas de ser mi hijo.

Y así empezó una relación atípica, de esas que tienen que suceder muchas circunstancias para que tengan lugar. Mi Madre me ayudaba de forma muy cariñosa, haciendo de esa experiencia algo totalmente hermoso, y, de momento, algo que para nada tenía que ver con el incesto. Era sólo una madre ayudando con todo su amor a su hijo enfermo. Dos veces al día iba a mi habitación. Mi Padre sabía lo que estaba sucediendo en esa habitación entre su mujer y el hijo de ambos, pero nunca protestó ni entró para interrumpir ese momento de intimidad suprema en el cual mi madre estaba acariciando mi zona genital. Yo me recostaba en la almohada y mi madre hasta me desabrochaba ella el pantalón y me bajaba los calzoncillos, todo con una sonrisa cariñosa para que no me sintiera incómodo. Si para mí era rarísimo verla reír, lo era más que me desnudara. Y poco a poco, con total ternura, mi madre extendía la crema por mis aun hinchados genitales. Por cuenta propia, también decidió echarme un poco de crema por la base el pene, por el tronco, "Por si acaso".

- Mamá, ¿Y no crees que debería de ponerse un poco erecto el pene?

- Hombre, deber, pues debería. Te estoy acariciando tu cosa con mucha suavidad y no noto para nada que esté erecta.

- En otras condiciones debería de estar ya erecto ¿no? [Yo me sentía un emperador con mi madre en mi habitación tocándome el pene].

- En otras condiciones esto jamás habría ocurrido, cielo. Y, por favor, Jaime, no digas este tipo de cosas que me pongo roja como un tomate. Además, tu padre está desayunando y te aseguro que para nada le gustaría escuchar esta conversación.

Me guiñó un ojo para que no me sintiera incómodo, pues ella quería que estuviera relajado en esa situación tan comprometida. Esos diez días pasaron fugaces, como un relámpago, como unas vacaciones que nadie se las espera. Esa situación hizo que entre mi madre y yo hubiera un clima, una química especial, una mirada diferente, que antes no había. Cualquier muchacho en mi situación se habría enamorado de su madre. El último día, la última aplicación de esa bendita crema, llegó. Era temprano, como los otros días. Lo que pasó ese día es que mi madre iba muy mal de tiempo, a toda prisa, estresada de trabajo. Y por eso se olvidó de abrocharse del todo su blusa, con lo que yo tenía una vista perfecta del pecho de mi madre, su sostén y su precioso canalillo. Empezó con la crema y curiosamente ese día sí que se me erectó.

-Vaya !, hoy que es el último día va y se te erecta.

Mi mirada estaba totalmente clavada en su escote. Y ella se dio cuenta.

- Mamá, perdóname, de verdad. No sé que me pasa, pero hoy no puedo parar esa excitación.

- Bueno, tranquilo, es natural y no deja de ser una buena señal. Es normal que te pongas empalmado. Ya me parecía a mí que tardabas.

- Gracias, mamá.

- Hijo, eso sí, deja de mirarme el escote que tengo la mano llena de crema y no puedo abrocharme.

- Si quieres te abrocho yo…

- No. No hace falta. Ya estoy acabando. Bueno, caballero, un beso por lo respetuoso que has sido estos días.

Y me dio un estupendo beso en la mejilla que me hizo dar un suspiro. Hasta este momento, nuestra relación seguía siendo la de una madre y un hijo, con el respeto convencional que obliga nuestra sociedad.

MI MADRE Y MI ERECCION 2

Pero al cabo de cinco días, el Urólogo quería ver una muestra de mi semen para ver las secuelas. Para eso fui al Hospital, acompañado de mi madre. Una enfermera de bastantes años me pasó a una sala para que yo mismo me masturbase, pues la muñeca derecha ya la movía bien. Me dio un baso de plástico, unas revistas porno, y me pasó a una triste y fria sala. Obviamente, ni una gota. Pasados 20 minutos, me dijeron que mejor lo dejábamos para otro día pues seguramente ése estaba yo nervioso. Al día siguiente volví a intentarlo pero tampoco, ni una erección. Al tercer intento, mi madre estaba muy toda preocupada, pues parecía que había una secuela.

- ¿Qué, hijo?, ¿Tampoco nada hoy?

- Nada, horroroso, lo intenté casi media hora pero ni se me empalmó.

- Pues el pasado Lunes tuviste una erección conmigo, ¿No?

- ¿Aun lo preguntas?. Tú misma la tocaste.

- Ya, ya, no me lo recuerdes. A ver si mañana puedes que esto empieza a ser muy preocupante.

Era el cuarto día, y mi madre estaba detrás de la puerta muy ansiosa porque su pequeño lo estaba pasando mal. A los 15 minutos su ansiedad la venció y acabó golpeando la puerta y entrando en la sala. Ella con una bata blanca y yo sólo con el calzoncillo puesto.

- Jaime, cariño, ¿No consigues echarlo?

- Nada, mami. Hoy tampoco y estoy muy asustado. ¿Me pasará algo?

- Bueno, tampoco te angusties. Aunque me extraña, si en la habitación te erectaste, no sé por qué aquí no.

- Por favor, mamá, igual es eso, …, ¿No podrías ayudarme tú?

- ¿¿¿ Yooo??? ¿Estás loco? ¡ No puedo hacer esas cosas !.

- Por favor, lo que te pido es ayuda, nada más.

- ¿Cómo voy a masturbar a mi hijo? ¡ Que animaladas dices !

- Mamá, es como si me dieras crema. Ya me tocaste los genitales 10 días, ¿Qué más te da uno más uno menos?. Además, mira cómo estoy algo erecto simplemente con tu presencia. [Me bajé los calzoncillos y mostré a mi madre una incipiente erección].

- Cielo, esto es una locura. A ver, déjame ver.

Con sumo cuidado, mi madre palpó mi pene y sonrió levemente al ver que tenía una erección, que el problema podría curarse. Se agachó delante mío y así pude ver nuevamente ese escote precioso que empalmaba más y más mi pene. Mi madre me bajó del todo la piel del prepucio y empezó un movimiento de sube y baja que ya se asemejaba a una masturbación. Dejaba de comportarse como una madre normal y actuaba como una madre "especial" empujada por las circunstancias.

- Bueno, Jaime, acabemos con esto pronto. Vamos a salir de dudas porque yo tampoco aguanto otros días de preocupación. Pero por lo que más quieras, ni una palabra de esto a tu padre.

Mi amor, mi madre, se quitó la bata y quedó con un top negro algo escotado. Sin poder mirarme a los ojos, acercó, agachada, su cabeza a mi vientre, y así empezó a masturbarme muy lenta y suavemente. Ninguno de los dos hablaba. Éramos conscientes de que rompíamos un tabú y cruzábamos una puerta peligrosa. Me sorprendió cuando empezó a besarme la barriga, alrededor del ombligo. Ella sabía cómo empalmar a un hombre, en esa ocasión peculiar, a su propio hijo, y lo que quería era que esa escena acabase lo antes posible. Movido por ese momento en el que ya poco o nada importa, mi mano derecha acarició como pudo, de hurtadillas, el pecho de mi madre, por encima de su ropa. Fue sólo unos fugaces segundos.

- No, cariño, eso sí que no, no puede ser. Eso no.

- Perdona, mamá, fue la excitación.

- No te preocupes, mi amor, venga, cielo, córrete.

En ese instante eché un inmenso chorro que como pudo, mi madre recogió acalorada en el frasco de muestras. Ninguno habló pues sobraba todo. No nos miramos, pues estaba todo dicho. Ni siquiera nos dimos cuenta que al salir los dos juntos, tras varios minutos los dos dentro de la misma habitación, acalorados, muy acalorados, jadeantes todavía, con el semen muy caliente, era obvio que algo pasó allí dentro, y todos los que nos vieron salir juntos supusieron lo impensable.

MI MADRE Y MI ERECCION 3

Tras unos días, el urólogo nos llamó para los resultados y dijo que había una pequeña infección que le preocupaba. Y necesitaba dos pruebas más, sería echar mi semen en el baso de muestras justo una hora después de tomar una medicación para descartar cualquier secuela. Eso lo podría hacer ya en mi casa. Esa vez tomé yo la iniciativa:

- Mamá, tenemos que hablar.

- Si, tranquilo, dime, cariño.

- Estoy turbado por lo que nos pasó en el Hospital. Casi ni duermo…

- Chsssss. No te preocupes por nada. [Me decía esto mientras me acariciaba el cabello y me daba un cariñosísimo pico en los labios].

- No sé qué haría sin tu ayuda. [Nos fundimos en un abrazo].

- Cariño, pasamos por unos hechos y circunstancias rarísimas y pasó lo que pasó. No me arrepiento de nada y no te arrepientas de nada. Sólo te ayudé. Te ayudé y volveré a ayudarte.

- ¿Si? ¿Y cómo?

- Tienes que eyacular al poco tiempo de tomar la medicación para ver cómo salen los valores de tu semen y los dos sabemos que solo no vas a poder. Tendré que ayudarte. Además, nos han pasado cosas tan excepcionales que no me va a costar.

- He tenido una suerte inmensa contigo, Mamá. [Me apreté a ella, sintiendo sus pechos de cerca y besándola con amor en su cara].

- Sólo dos cosas: Te ayudaré como pueda pero sin llegar a masturbarte directamente. Eso no sería correcto entre madre e hijo. Lo hice una vez y jamás volveré a hacerlo. No soportaría tener que volver a tocar el pene de mi hijo. Encontraremos entre los dos otro modo. Tú confía en mí. Mi madre y yo pactamos no contarle absolutamente nada a mi padre, y por supuesto, hacerlo todo a sus espaldas. Los dos aprovecharíamos las vacaciones locales para hacer el acto de amor y entrega total de mi madre hacia mí.

A las 3, tras la comida, mi Padre se iba a su empresa y mi madre, echaría la siesta conmigo, invitando a su propio hijo a su lecho conyugal. Tras tomar la medicación, ella se ponía su camisón para facilitar la cosa. Noté que escogía uno muy ligero, con amplio escote. Sobran las palabras, lo hacía directamente para excitarme. Yo también me preparaba para la ocasión. Me ponía el pijama y a las 3:30 de la tarde me acostaba junto a mi madre en su cama.

- Hijo, ponte encima mío y relájate. Creo que la naturaleza hará el resto.

- Con el pantalón estaré muy incómodo.

- Quítatelo, cielo. Yo me subo un poco el camisón para facilitarte las cosas.

Y me puse encima de mi madre, como cubriéndola, poseyéndola, haciéndola mía, pero ella con las bragas y yo con el calzoncillo.

- Así, cariño, muévete así…, sigue así.

Poco a poco mi erección se hizo evidente. Acariciaba la cabeza de mi madre, mientras notaba sus pechos, su vientre contra el mío, sus muslos desnudos contra los míos, su cuerpo en excitación, su respiración jadeante. Empecé a besar sin cesar a mi madre en la mejilla, bajando poco a poco a su cuello. Cada vez éramos menos madre e hijo y más otra cosa.

- Mamá, te quiero.

- Lo sé, cariño, No tardes en correrte, por favor.

De su cuello pasé otra vez a su mejilla, muy cerca, cada vez más cerca de su boca. No paraba de darle picos, pequeños besos en sus carnosos labios, hasta que se los absorbía como si fuera un manjar prohibido. Nuestras lenguas llegaron a juntarse. Mi pene casi me hacía daño al golpear con fuerza a las bragas de mi madre. Al poco tiempo estallé, y mi amor, como pudo, recogió la costosa muestra.

- Hijo, reposa un poco junto a mí, no tengas prisa en irte que tu padre no vendrá hasta tarde.

- Mamá, gracias, te amo. Te deseo.

- Tranquilo, sosiégate…, relájate.

Así me quedé dormido junto a ella, semidesnudos los dos, con mi cabeza en contacto con su pecho casi al descubierto por su ligero camisón. La tarde siguiente era la última en la que los dos estábamos de vacaciones y podíamos repetir la operación.

- Mamá, ayer ya eché un chorro enorme y hoy no sé si tendré reservas.

- No te preocupes, entre los dos lo vamos a conseguir. [Me guiñó un ojo haciendo un gesto de complicidad, me tomó de la mano y me llevó sonriéndome a su cama].

- Por favor, mama, déjame que hoy me desnude que ayer mi glande me rozaba mucho con el calzoncillo.

- Bueno, no hay problema, pero yo las bragas ni loca me las quito, que sólo me faltaba quedarme embarazada de mi propio hijo.

- ¿Me pongo yo abajo?

- Si, no me importa. Hoy será fijo el último día y puede ser un poco especial. Además, me has tratado con sumo respeto hasta ahora y por eso no temo nada.

- No sabes cuanto te amo.

Sólo me sonrió como respuesta y acarició mi cara mientras me miraba. Se iba acomodando ella arriba mientras era ella la que hacía los primeros vaivenes y movimientos sexuales de excitación. Su pecho bailaba con los movimientos y nuestros vientres ya estaban pegados, mientras me erección era cada vez más enorme. Nuestros jadeos ya se podían oír en toda la casa. Mi madre no paraba de sonreírme y de mirarme a los ojos mientras me acariciaba el cuello y mi pecho. De repente, mi madre echó un enorme suspiro y echó su cuello hacia atrás lo más que pudo y no paraba de machacar mi polla contra sus muy húmedas bragas. Acababa de romperse del todo el tabú. Acabábamos de romperlo todo. Hasta ahora prácticamente había ayudado a su hijo asustado y enfermo. Hoy disfrutaba con su hijo, gozaba de él, tenía sexo con su hijo. En ese trance de erotismo y pasión, como puse, de un solo intento, desabotoné el camisón de mi madre dos botones, dejando más al descubierto su pecho sin sostén, sus tetas, las tetas de mi madre casi al desnudo, bailando para mí. Mis dos manos sobaron su pecho por encima del camisón, sin pudor, con lascivia, sin freno alguno. Los levantaba, los pesaba, jugaba con ellos.

Abrí más su escote con la intención de tocarle las tetas directamente, sin ropa de por medio, para probar el tacto de su piel, de su carne. Pero ella me apartó dulcemente la mano.

- No cariño, eso no puede ser, tiene que haber una barrera. No.

- Por favor, te lo suplico, hoy, sólo hoy.

- No, ya he hecho bastante. No puedes pedirme eso [Me dio besos en la mejilla para calmarme].

- Estoy a punto, Mamá, me corro...

Como pude, alcé mi cabeza y la lamí en los labios. Ella se rió. Vio que su hijo estaba excitado como un caballo. Hay cosas que no tienen marcha atrás. Otra vez lo intenté y esta vez ella se rindió, permitió que tocara su pecho totalmente al desnudo, sus duros y erectos pezones, su cuello, apretándolo, casi haciéndole daño. Ella cada vez suspiraba más...

- Hijo, que la que se corre soy yo...!

- Mamá, ya me corro, ya me corro...

Se apartó un poco y con su mano dio los últimos masajes a mi pene para que me corriera. Semidesnuda, desabrochada por completo, abochornada, colorada, excitada por su hijo, aceleró el ritmo de su mano y vio como su amado hijo echaba un chorro enorme de semen que llegaba a la almohada.

Nos quedamos en esa postura unos minutos, mirándonos, sonriendo levemente, sin hablar nada. Lo habíamos hecho. Le había visto las tetas, se las había tocado, la había lamido, la excité, me masturbó, me besó, me acarició. Distábamos de ser sólo madre e hijo.

FIN

MADRE VOYERISTA

Hace un año me separé de mi marido, desde ese entonces no he tenido sexo con nadie, únicamente me masturbo una o dos veces a la semana o cuando por algún motivo externo me dan ganas de tener un orgasmo. El problema que tengo en estos momentos es debido a que por casualidad fui testigo del sexo que tuvo mi hijo con la novia que tiene desde hace unos tres años. Ellos se habían ido a nuestra casa, sin saber que yo estaba allí. La sorpresa para mi fue mayúscula al verlos entrar muy despreocupados a la casa, razón por la cual me escondí detrás de las cortinas de comedor donde podía observar toda la sala. Ella le dio un beso a mi hijo en la boca y le sobó el bulto de la entrepierna y lo abrazó, le dio un beso con lengua muy erótico y le colocó por encima de la pierna izquierda de mi hijo la pierna derecha de ella y al subirla hasta la cintura, pude notar la mitad de su lindo y provocativo culo, así como el liguero hermoso que sujetaba las medias a su cintura. Me estaba poniendo a mil y necesitaba urgentemente ir al baño para masturbarme, debido a la cantidad de flujo vaginal que me estaba chorreando por mis nalgas, no tenía nada prácticamente a mi alcance, sólo mis manos con los dedos recién aseados. Luego, ella, se agachó lentamente hasta arrodillarse en el piso y le soltó la correa al pantalón, le bajó los pantalones y empezó una lenta lengüeteada sobre el pantaloncillo y la verga de mi hijo, que ya estaba a punto de salirse de ese bóxer que la oprimía mas y más a medida que continuaba el lamido erótico de ella. Luego le bajó totalmente el bóxer y frente a ella quedó expuesta en su total dimensión la verga de mi hijo, un largo y muy bien formado miembro, cada vez que lo veía me salían chorritos de líquido por mi vagina y se deslizaban por mi entrepierna que hace rato estaba totalmente humedecida. A ratos no sabía que hacer, si salir de mi escondite y presentarme ante ellos como si viniera desde mi dormitorio o permanecer allí hasta el final, ésta última sería mi decisión por razones obvias a pesar de que mi subconsciente me gritaba que hiciera otra cosa. Entonces empezó la sesión de sexo oral que nunca olvidaré y que me marcó para siempre. Ella comenzó a acariciar el mástil de verga que tenía mi hijo, muy lenta y suavemente con la punta de la lengua y desde la punta de la verga hasta recorrerla en su totalidad hasta la base de los testículos; primero por debajo y luego por la parte superior y por los lados hasta dejarla completamente húmeda y lisa como pude apreciar al ver como le repasaba sus dos manos una tras de la otra por ese miembro erecto, como quien amamanta las tetas de una vaca antes del ordeño. Luego, con sus dos manos cogió a mi hijo por los lados de las piernas y comenzó a chupar la punta de la vergota, completamente erecta, con su boquita de puta insaciable, pero apenas dejaba entrar la punta rosadita y volvía a sacarla totalmente, para posteriormente volver a tomarla entre sus labios sin hacer uso de las manos. Poco a poco, en un mamada que duró aproximadamente cinco minutos, y que para mi se hizo eterna, comenzó a dejar que esa verga entrara poco a poco en su boca, luego muy despacio y lascivamente la dejaba salir totalmente para a continuación volver a retomarla y entrar rápidamente hasta la profundidad donde la había dejado en su anterior arremetida. Cuando llegó a su máxima capacidad que le permitió su boca, mediante un esfuerzo parecido al que hacen las serpientes cuando están tragando sus presas, comenzó a esforzarse para llegar lo más profundo posible, hasta que por fin alcanzaba a llegar a la raíz de ese hermoso ejemplar de verga que tenía como un ídolo que estaba adorando fervorosamente con su lengua y boca de actriz pornográfica entrenada en estos asuntos. Posteriormente volvía al mismo ritual: dejarla salir muy lentamente y posteriormente volverla a engullir hasta donde su boca se lo permitía, para finalmente hacer el proceso de esforzarse y dejarla entrar totalmente a través de su garganta. Esto último se notaba por los gestos típicos, e instintivos, de expulsar lo que con tanto cariño y dedicación estaba mamando a placer. Cuando mi hijo comenzó a tener los espasmos pre-orgásmicos, la muy zorra sacó el miembro de su boca por completo y alejó prudencialmente su cabeza sin soltar las piernas de él. Esperó unos dos minutos sin volver al ataque, siempre mirando lascivamente a mi pobre angelito que parecía entrar en desmayo ante semejante escena: verle la cara de puta satisfecha a su propia novia enfrente de su verga parada, larga, completamente hinchada y brillante por el humedecimiento producto de la mezcla de los líquidos pre-seminales que manaban por la uretra de la verga de mi hijo y de la saliva que expelía la boca de la muy puta de su novia. El acto siguiente le hizo las tres últimas mamadas hasta la raíz de los testículos y le indicó que se acostara en el piso, mientras ella arrodillada se acomodó el mini vestidito que tenía puesto, se lo estiró lo más que pudo y juntó las piernas, se agachó con la mirada puesta en la cara de mi hijo que yacía en el piso, colocó la mano derecha al otro lado del cuerpo de mi hijo y dejó la izquierda alisándose y acomodándose el cabello hacia la izquierda de su cabeza para que no hiciera estorbo en la gran mamada que le tenía preparada a aquella linda y hermosa verga, que ahora se levantaba verticalmente como un obelisco apuntando al techo. Hizo un gesto parecido a como si ya tuviera adentro completamente la verga y fuera a permitir su traspaso hacia la garganta y comenzó a dejarla entrar muy lentamente moviendo con total lentitud la lengua para darle la bienvenida a ese mástil liso que estaba entrando en esa boquita totalmente relajada. Ahora entraba hasta las profundidades de la garganta de ella sin ninguna interrupción intermedia, su nariz chocaba con el vientre púbico de mi hijo para posteriormente iniciar el igualmente lento desalojo de esa ricura de verga de esa boca ávida de estar permanentemente ocupada por ese cilindro de carne palpitante. Este mete y saca duró unos dos minutos. Luego sin dejar de succionar el falo de mi hijo, se nota que ella sabe la forma que a él le agrada y continúa saboreando su miembro con los ojos cerrados. El empuja hacia su garganta y ella responde aceptándolo y haciéndolo llegar lo más profundo que puede. Su respiración se detiene y sus mejillas enrojecen más aún mientras la verga de él permanece por un instante en el fondo de su garganta y ella acaricia sus testículos. Solo se sienten los sonidos de la boca de ella succionando. Su respiración se detiene por un instante, su cuerpo se tensa, su boca rodea con fuerza el miembro y emite un sonido ahogado mientras un orgasmo recorre su cuerpo en olas que suben y bajan. Mi hijo tampoco logra soportar más y aprieta contra si mismo la cabeza de ella mientras se vacía en su boca en sucesivas sacudidas. Ella traga y yo veo los movimientos de su garganta al tragar el semen que por oleadas se deposita en el interior de su boca. Yo también siento crecer mi excitación y mientras observo como ella lame lentamente el glande, chupando el semen que aún queda en el miembro que lentamente se reblandece en su boca, me dejo ir urgiendo mi clítoris con mis dedos y con un gemido ahogado me corro en ese silencio desesperante. Veo como el pene se desliza fuera de su boca dejando una huella mojada en su mejilla mientras yo siento los últimos espasmos de placer. Debí permanecer en mi escondite más de 20 minutos, hasta que ellos se fueron, pero valió la pena pues había descubierto dos nuevos placeres, el voyerismo… y el futuro incesto.

viernes, 15 de julio de 2011

INCESTO INCONSUMADO 1

Soy una mujer madura, viuda, madre de un hijo veinteañero. Mi timidez y soledad física me llevaron a mantener una relación incestuosa con él, desde hace ya varios años. Pero para evitar consumar el pecado hemos convenido en una única limitación: él jamás me penetrará…!

INCESTO INCONSUMADO 2

Este es mi hijo, acá estamos en nuestra casa el día de ayer. Relatare lo que sucedió para que se entienda como es nuestra relación inconsumada. Estuvimos conversando un buen rato de diferentes temas, como una madre y su hijo normales. Pero yo estaba deseosa de gozar sexualmente y por ello me había vestido de manera incitante. Mi hijo sabía de este código que existía entre nosotros...

INCESTO INCONSUMADO 3


Así que cuando se nos acabaron los temas, comenzamos a besarnos muy apasionadamente para olvidarnos que somos madre-hijo y sentir solamente que somos macho-hembra, deseosos de sexo y de placer..., yo le abrí la bragueta y saque afuera su pene... lo acaricie con suavidad y le fui corriendo y descorriendo su forrito..., para excitarlo y porque es una de mis mas fuertes obsesiones; sentir la tierna dureza de una verga en mi mano...